ALFONSO RAMIREZ AUTOR OAXAQUEÑO.
El licenciado Alfonso Francisco Ramìrez Baños fue un oaxaqueño polifacetico, un hombre que destaco como autor y periodista, un ser culto, entregado hacia la cultura y las bellas artes siendo un guìa y maestro, con una personalidad dominante, tuvo presencia dentro de la politica luchó por el desarrollo del pueblo, sus obras publicadas demuestran el talento del oaxaqueño y en cada verso se transmite arte y amor hacia la literatura y a hacia la vida.
Recibió la flor natural y el accésit con sus poemas “Paz” y “Juventud “es decir fue acreedor de un gran galardón literario. En el año 1919 gano su 2do premio, con su poema “Carta Lírica”
Publicó los siguientes títulos:
Los rosales en flor (1927),
Florilegio de poetas y escritores oaxaqueños (1927)
Canciones de amor y olvido (1929)
Política y literatura (1946)
Israel (1949)
Entre otras.
COMPOSICIONES POR ALFONSO FRANCISCO RAMIREZ BAÑOS.
P A Z
Para mis adorados padres,
Sra. Concepción B. de Ramírez y
Lic. Francisco M. Ramírez
De la guerra el endriago pavoroso
mancilla el mundo con sus rojas huellas…
tiende el dolor su velo misterioso,
y al ver el negro cuadro penumbroso
se extremecen de miedo las estrellas.
Al himno del amor dulce y jocundo
siguió del odio el ulular sombrío;
y al impulso de su hálito infecundo,
como un globo de fuego rueda el mundo
por las mudas tinieblas del vacío.
Al ronco resonar de la metralla
que rasgando neblinas siderales
con espantable convulsión estalla
la ruina extiende agostadora malla:
y se desploman bellas catedrales.
Y se mutilan Cristos delicados
de hermosura compendio
y se colman de sangre los vallados
y hacen polvo los mármoles nevados
y agita sus banderas el incendio.
Sumergidas en sombras funerales
agonizan magnificas ciudades;
coagúlase la sangre en los trigales,
se cubren de silencio los panales
y es todo soledad de soledades
Ven por doquiera con terror los ojos
al cárdeno fulgor de vivos lampos:
sementeras ornadas con abrojos,
casas humeantes, encinares rojos
tajada la inocencia de los campos.
La guerra inexorable y homicida
es un torrente de encrespado fuego
que va por la llanura florecida
calcinando las rosas de la vida
que exhalan su perfume, como un ruego!
La incontenible sierpe reverbera
al deslizarse por los hondos cauces
y únicamente deja en la ribera
los despojos de seca enredadera
y la verde tristeza de los sauces
como un hacinamiento de gusanos
se unen los hombres lívidos y yertos
después de los combates inhumanos
y qué brillos tan tristes y lejanos
hay en los ojos fijos de los muertos!
Y del pesar bajo el oscuro manto,
sosiego helado de deshecho nido
y los diamantes lúcidos del llanto
que hizo brotar un largo desencanto
y congeló la racha del olvido.
Las redondas colinas ultrajadas
sueñan en las futuras primaveras;
oran las nobles madres adoradas
y agrandan con sus penas desoladas
el crepúsculo azul de sus ojeras.
Bermeja como un crimen, la alborada
ni un solo nido con su luz se alegra…..
únicamente en la árida llanada
un buitre-flor de noche sosegadacalca su imagen expectante y negra!
Señor! Deja la gloria de tu cielo
y mira los horrores de la guerra;
que hablen a tu piedad miseria y duelo
y extiende de tu amor el dulce velo
sobre la inmensa pena de la tierra.
Deja caer en la encrespada saña
el fulgor de tu plática serena
y en el mar y el palacio y la cabaña,
riegue el blanco sermón de la montaña
su cándida dulzura de azucena.
Detén esa demencia turbadora;
haz que calle el rumor de los clarines
y retorne la calma soñadora
y haya música de aves a la aurora
y se cuajen de rosas los jardines.
Silencia el ronco son de los cañones,
de los heridos los lamentos vagos….
Y que se vuelvan a escuchar canciones
Y se colmen los prados de botones
Y reflejen el cielo mansos lagos.
Señor: Danos tu paz: la que revienta
en los capullos de adorable esencia
y es oro pálido en la tarde lenta,
suave giro en el ave que se ahuyenta
y honda serenidad en la conciencia.
Haz que se apague la bermeja hogue
y que cese el rugido de las iras….
y que vuelva a asomar la primavera.
llenando el cuenco azul de la pradera
con frescos nardos y rumor de liras.
Que los panales de vibrar sonoro
hilen la ofrenda de sus ricas mieles,
al sol relumbren los trigales de oro,
se haga canción el belicoso coro
y se vuelvan jazmines los laureles
Que a cambio de sus prístinos dolores
logre el mundo la paz definitiva:
blanda como un almácigo de flores,
bella como un amanecer de amores,
clara como la tarde pensativa.
Riega el destello de tu luz divina
en esta noche gélida y umbrosa,
pues la doliente humanidad camina
sintiendo el dardo agudo de la espina
mas no el fragante aroma de la rosa.
Vuelve Señor! Que al escuchar tu pía
milagrosa palabra de belleza,
la negra noche cambiaráse en día,
se hará un himno de triunfo la agonía
y fulgencia de gloria la tristeza.
Alfonso Francisco Ramìrez Baños,1928.
JUVENTUD (Fragmento)
Juventud…! Alborada luminosa!
Abeja musical adormecida
en el nevado cáliz de una rosa;
ilusión adorable y encendida
que se ahonda en cisterna milagrosa
para las caravanas de la vida;
velo azul que envolviendo lo que existe
en el nimbo fugaz de su destello,
hace que todo lo deforme y triste
parezca alegre, fulgurante y bello!
La ensoñadora luna se disuelve
en tenue claridad… hace derroche
de aroma y jazminero, y nos envuelve
el misterioso encanto de la noche.
En la ventana azul, la novia espera:
ostenta la hermosura soberana
de un tibio amanecer de primavera
que desnuda su imagen hechicera
en la inefable paz de la montaña.
Y la charla trivial, en la que apenas
hay tímidos ensayos de armonía:
algo como un aroma de azucenas,
algo como un bosquejo de poesía.
El elogio castísimo que sube
a decir su cadencia arrulladora
al ruboroso y virginal querube
que tiene la pureza de la nube
y del nardo la esencia embriagadora.
Promesas de cariño inacabable,
un ademán travieso,
una vaga sonrisa indelineable
y el afán de expresar lo inexpresable
en el arrullo musical de un beso!
Y al decirle “te adoro”,
con un acento cálido y sonoro,
sentir que nuestra cara palidece
al soplo de caricias intranquilas
y que su alma bellísima aparece
en el limpio cristal de sus pupilas.
Pensar que la existencia se concreta
en divinos y fútiles primores:
una mirada lánguida y coqueta,
inefables suspiros turbadores
y la cita romántica y discreta
y la fragante epístola de amores.
Exclamar con el alma emocionada
y plena de seráficos ardores:
toda belleza está sintetizada
en la divina imagen de mi amada!
Y tras la breve charla, que nos deja
un sentimiento lírico y galano,
oprimir la gardenia de su mano
y alejarse después por la calleja
despertando la lírica conseja
y evocando las glorias del Cyrano!
Juventud… tibio alero de ilusiones;
quimera de ansia loca que nos llevas
a saborear la miel en los botones
de las rosas de amor, y nos elevas
al espléndido seno del espacio
en donde el alma soñadora vaga
y con la unción de quien celebra un rito,
en la ancha copa del ideal se embriaga
con el éter azul del infinito!
Alentar una fe que nos alumbre
la tempestuosa noche del camino,
orientando a las nieves de la cumbre
las águilas caudales del destino.
Creer en la justicia y el derecho,
guardar una ilusión dentro del pecho
y llevando a la lucha encarnizada
un flotante penacho de nobleza,
dar calor a la mano congelada,
piedad a la miseria desolada
y horizontes de luz a la tristeza.
Defender a los parias y pequeños,
ser de los malos implacable azote
y predicar el reino de los sueños
con la dulce elocuencia del Quijote.
Recoger los diamantes
que cristaliza el llanto,
entretejer poemas resonantes
al heroísmo santo
y poner tibia languidez de nido
en toda soledad honda y arcana
y en los resecos labios del vencido
la miel de una parábola cristiana.
Oponer a la ofensa envilecida
nuestro perdón sereno
y procurar ser bueno
como la blanca tierra oscurecida,
que en un silencio pleno de dolores
paga del surco la profunda herida
con desbordante bendición de flores.
Serenar la encrespada turbulencia
en el remanso de las horas bellas
y diciendo palabras de clemencia,
ir por el llano gris de la existencia
como un divino sembrador de estrellas!
Alfonso Francisco Ramìrez Baños,1926.
ANTEQUERA
Ciudad bella y callada
de colonial diseño;
eres una princesa encarcelada
en la red inefable del ensueño.
En su múltiple espejo fugitivo,
el “Atoyac” duplica tu belleza
que es de un aire tan dulce y pensativo
como un vago recuerdo de tristeza.
En el plácido valle te dilatas
adormecida por la brisa huraña
que baja de la próxima montaña
con sonoro aletear de serenata.
Eres sencilla y buena,
tal como la azucena
que orna el cerro el ondulante flanco,
y tras la gloria de tu faz morena
luce tu alma serena
con un brillo más blanco que su blanco.
Por tus calles umbrosas,
la araña del silencio hila su tela;
más repentinamente,
de alguna de tus casas misteriosas
una tenue canción se escapa y vuela
disolviéndose en hálito de rosas.
El que una vez te mira
siempre busca tu imagen en su senda;
pues eres musical como una lira,
suave como el crepúsculo que expira,
y levemente azul, como leyenda.
Enceladas están de tu hermosura
las flores de los campos;
su frágil pompa un solo instante dura,
y son perennes sus divinos lampos;
y así apareces, mágica y lozana,
siempre que dejas los nocturnos mantos,
como la ilusión, cada mañana
se abriera en el jardín de tus encantos.
En tus humildes muros está escrita
mucha página heroica o exquisita
que es más que polen de oro en nuestra historia,
y si aun conservan viejos desgarrones,
es porque en fragor de la victoria
fueron ellos como los corazones,
quemados por la lumbre de la gloria.
El ideal señero
que el santo misionero
reveló al indio pobre y desvalido
con el insomne afán de sus ejemplos,
fue aroma del terruño ennegrecido
que al ascender, buscando paz y olvido,
se condensó en la piedra de tus templos.
En las noches de luna,
eres alba y romántica como una
reina asomada en el balcón de un cuento,
y al divagar por tu inviolada calma,
más serena y perfecta se hace el alma
y se vuelve más hondo el pensamiento.
En ti, todas las cosas se tornan
impecablemente bellas:
los cármenes en flor tienen más rosas,
y en tu celeste palio hay más estrellas.
Adorada Antequera:
si en el último instante, cuando muera,
de tu sagrado hogar me encuentro lejos,
endulza mi agonía
con el vago calor de tus reflejos
y haz que mire al través de la distancia,
tu imagen familiar, sol y fragancia,
iluminar la sombra de mi duelo
con la lámpara azul de tu belleza
y en el raso esplendente de tu cielo,
amortaja mi amor y mi tristeza.
Alfonso Francisco Ramìrez Baños.
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