En la última década se han dado múltiples casos de insurrecciones y disturbios en gran parte del globo. Las revueltas no siguen ningún patrón en particular, algunas se están produciendo en regímenes autoritarios como por ejemplo Irán, mientras que muchas otras se dan en democracias consolidadas como Francia. En Francia e Irán han habido exponentes parecidos, la subida del precio del combustible ha detonado en lo que hoy parece un polvorín.
En Hong Kong llevan algo más de seis meses luchando por cambiar una ley de deportación con China que iba a implantar su gobierno, mientras, en Cataluña se dieron más de una semana de revueltas por una sentencia judicial en contra de políticos legítimos que actuaron en base a las demandas de sus electores. En ambas revueltas se dan casos parecidos y ambas se miran una a otra para aprender a organizarse frente a los cuerpos y fuerzas de seguridad de cada estado.
Lo que se puede sacar en claro es que, los gobernantes han acabado cediendo a la presión recibida por el pueblo. En Sudán una revuelta acabó con el mandato de un dictador que llevaba mucho tiempo en el poder y no pretendía soltarlo, en Irak se manifiestan en contra de un gobierno impuesto por una potencia militar como es el caso de EE.UU.
En todos estos casos la población está exhausta, cansada de las políticas y acciones de sus gobiernos y claman justicia en según qué casos. Según lo que hemos visto anteriormente podemos decir que la era del neoliberalismo está al borde del fin, hace falta otro sistema o simplemente hacen falta cambios en el sistema actual.
¿Qué es lo que tienen en común todas estas revoluciones? Parece ser que el pueblo se ha cansado de sus gobernantes, ya sean políticos o dictadores, ya que, los motivos por los que se dan estas revueltas son muy distintos. En mi opinión hace falta un poco de empatía con la clase media y con las personas que más dificultades tienen para llegar a fin de mes. Las políticas llevadas a cabo por los dirigentes de cada estado han de ser por y para el pueblo, han de solucionar problemas comunes de la vida cotidiana. En definitiva, si no se hace una valoración de lo ocurrido y se toman medidas al respecto, puede que el cambio venga por parte de las clases sociales y no de la clase política, encargada de tomar grandes decisiones que competen a la nación de cada país.
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