La capital de Turkmenistán es una ciudad aislada del mundo en la que en 2017 se celebraron los juegos asiáticos bajo techo y de artes marciales. En la construcción de infraestructuras y complejos para la recepción de este gran acontecimiento se invirtieron más de 5000 millones de dólares, bastante más que en las olimpiadas de Río de Janeiro. Los juegos de Río atrajeron a más de 400.000 turistas, muy lejos de los turistas que se acercaron a Turkmenistán para disfrutar de los juegos.
El presidente Gurbanguly Berdimuhamedow bloqueó el país y no permitió salir a los periodistas del país hasta haber comprobado el trabajo que realizaron compañeros y periodistas que fueron a cubrir la noticia. Éste llegó al poder tras la defunción del anterior presidente Saparmyrat Nyýazow que gobernó dictatorialmente el país del 1985 al 2006. Cuando éste murió, su médico y también ministro de salud se autoproclamó presidente Turcomano.
Desde entonces el actual presidente, igual que el anterior, se dispuso a construir todo tipo de excentricidades como símbolos de poder. Monumentos y estatuas del presidente adornan las fantasmales calles de la ciudad, es la ciudad con más concentración de edificios revestidos con mármol blanco del mundo. El presidente tiene una infantil obsesión con el mármol blanco y por conseguir récord guinness. Algunos de estos récords son tales como el edificio de imagen arquitectónica de estrella más grande del mundo, la noria interior más grande del mundo, además de eso cuenta con innumerables fuentes en medio del desierto, sin duda son un símbolo de poder, al igual que la imponente estatua bañada en oro del presidente montado a caballo.
Esta ciudad parece estar vacía, solo se puede apreciar a miembros de seguridad o la policía en las calles, algo inquietante ya que es la capital del país. Al entrar en la ciudad advertimos todas las restricciones que nos imponen, no grabar ni tomar fotos de absolutamente nadie, ni siquiera del guia que nos habían impuesto. Nos encontramos con una imagen muy inusual en las calles de la capital y es que no se aprecia prácticamente ningún indicio de vida. Las grandes avenidas y calles de Ashgabat se construyeron para albergar el mayor volumen de tráfico y población aunque ésta nunca llegó a habitar del modo en el que se esperaba la capital.
Ashgabat se ha descrito como las vegas por su arquitectura novedosa, grandes edificios blancos hacen de esta ciudad una perla blanca en medio del desierto de Karakum. La ciudad, por tanto, aun siendo capital de un régimen dictatorial evoca la imagen de un lugar de ensueño, donde el gas y los combustibles fósiles parece que van a durar una eternidad.
Aun así, Turkmenistán, políticamente aislado, evoca la imagen de un lugar de ensueño en el que el gas nunca se va a acabar y no importa que arda en el desierto por el resto de los tiempos. Total, siempre les quedará el desierto, ese lugar al que Kapuscinski creía que todos estábamos destinados a regresar.
Parece que se tendrá que esperar un tiempo para que éste país se abra al mundo y por tanto abra sus puertas a turistas e inversores que a día de hoy esperan que cambie la situación política en la antigua república socialista soviética de Turkmenistán.
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