Los 3 deportes más extremos del siglo XXI

Los deportes extremos o de riesgo se encuentran en pleno auge, constantemente los más atrevidos van detrás de nuevos retos y desafíos en busca adrenalina, dopamina (una droga endógena, que se elabora dentro del propio organismo que afecta al Sistema Nervioso Central causando cambios de humor) y de la versión más larga del gen D4DR, ubicado en el cromosoma 11 que diferencia a las personas “adictas al riesgo” a la que no lo son. 

Buscan nuevas amenazas, y provocaciones de la propia naturaleza, ya sea relacionadas con la altura o la velocidad.  

Suelen ser practicados por jóvenes y adolescentes, dispuestos a experimentar e inventar nuevas modalidades y sensaciones, aquellos que no se conforman con un balón entre los pies, y que además de tener una condición física adecuada, también disponen de una mentalidad que les permite superar los limites de la concentración. Es importante tener presente que la mayoría de estos, se practican de forma individual y se compite contra uno mismo. La realidad es que cualquiera de las disciplinas de riego no son aptas para cardiacos o aprensivos y mucho menos para miedicas.

Una de las últimas actividades añadidas a la lista de los deportes más peligrosos, ha sido el “parkour”, nombre que deriva del termino francés ‘parcours du combattant’, que hace referencia a la pista de obstáculos de los entrenamientos militares. La finalidad del “parkour” es desplazarse por los obstáculos de un centro urbano, con la máxima rapideza posible, ya sea azoteas, saltar escaleras o alcanzar cualquier traba de la ciudad, sin ningún tipo de calzado especial ni equipamiento.

Otro deporte de riesgo que esta de moda entre los más valientes es la escalda libre. Hablamos de escalda libre, no de la escalada integral o la natural que se abstiene de todo tipo de protecciones.

La escalada libre da lugar al mayor reto del mundo de la escalada, supone mucha técnica y muy buena condición física, ya que utiliza como única herramienta la fuerza del cuerpo, coordinada con las manos y los pies para seguir el trazo de las irregularidades naturales de las rocas. No dispone de equipamiento como podrían ser piquetas o anclajes y, por lo tanto, tampoco del uso del arnés. El equipaje cuenta únicamente con sujeciones para minimizar los daños en caso de caída, además de un casco y el calzado correspondiente, denominado pies de gato. La única forma para poder entrenar la escalada libre, se limita en desarrollar y fortalecer los músculos de principal uso y aprender técnicas de afianzamiento y sujeción. 

Por último, el deporte más extremo y a la vez pacifico de la actualidad es el Highlining, la versión peligrosa del Slackline. La primera idea de este concepto, Slackine, consiste en tensar una cuerda un poco elástica a un metro de la superficie que nos encontramos, y hacerla servir para probar el equilibrio corporal o atreverse a hacer acrobacias. 

Bien, pues la nueva idea más atrevida tiene el nombre de Highlining, y se practica en cualquier lugar que pueda colocarse la cuerda semielástica a una distancia mínima de 40 metros de altura, ya sea en un parque urbano entre dos farolas o dos rascacielos o utilizarla para atravesar los fiordos noruegos, un valle montañoso… 

Para llevar a cabo esta disciplina no existe ninguna duda que es imprescindible la ausencia de vértigo y tener muy desarrollado el equilibrio corporal y la entereza mental. Más vale prevenir que curar y como cabe la posibilidad que después de una caída a tanta altura no exista ningún remedio, para mitigar el riesgo es importante el uso de cuerdas y poleas amarradas al aventurero y a la cuerda de la cual pende.

Son pocos los valientes que están dispuestos a pagar el precio que supone practicar cualquier deporte de riesgo, así como de sentir lo inexplicable.