El conductismo es una de las corrientes psicológicas más antiguas, teniendo sus orígenes a principios del siglo XX. La idea fundamental de esta corriente es que el aprendizaje consiste en un cambio en el comportamiento, ocasionado por la adquisición, refuerzo y aplicación de asociaciones entre los estímulos del ambiente y las respuestas observables del individuo.
El conductismo deseaba demostrar que la psicología era una auténtica ciencia, centrándose en los aspectos puramente observables de la conducta y experimentando con variables estrictamente controladas.
De tal forma, los conductistas más radicales asumieron que los procesos mentales no son necesariamente los que causan los comportamientos observables. Dentro de este enfoque destacan Burrhus Frederic Skinner, Edward Thorndike, Edward C. Tolman o John B. Watson.
Thorndike planteó que una respuesta a un estímulo se refuerza cuando a este fenómeno le sigue un efecto positivo de recompensa, y que una respuesta a un estímulo se volverá más fuerte a través del ejercicio y repetición.
La figura de Skinner es bien importante en el conductismo, siendo uno de sus más grandes representantes con su condicionamiento operante. En su opinión, recompensar las acciones correctas de la conducta las refuerzan y estimulan su recurrencia. Por lo tanto, los reforzadores regulan la aparición de los comportamientos deseados.
Otro de los referentes del conductismo lo tenemos en la figura de Iván Pávlov. Este fisiólogo ruso es célebre por sus experimentos con perros, aportando grandes influencias para el conductismo en general.
A Pávlov le debemos agradecer sus planteamientos sobre el condicionamiento clásico, según el cual el aprendizaje se produce cuando se asocian de forma simultánea dos estímulos, uno, el condicionado, y el otro, el incondicionado. El estímulo incondicionado provoca una respuesta natural en el cuerpo y el condicionado la empieza a desencadenar cuando se vincula a este.
Tomando como ejemplo sus experimentos, Pávlov mostraba a sus perros la comida (estímulo incondicionado) y hacía sonar la campana (estímulo condicionado). Al cabo de varios intentos los perros relacionaron el sonido de la campana con la comida, lo cual les hacía emitir como respuesta a este estímulo saliveo, como el que hacían cuando veían la comida.
La psicología cognitiva tiene sus orígenes a finales de la década de los 50. Bajo esta corriente las personas dejan de ser vistas como meros receptores de estímulos y emisores de respuesta directamente observable, como lo habían entendido los conductistas.
Para la psicología cognitiva, los seres humanos actuamos como procesadores de información. Así pues, los psicólogos cognitivos tienen especial interés en el estudio de los fenómenos mentales complejos, que habían sido bastante ignorados por los conductistas, quienes llegaron a afirmar que el pensamiento no se podía considerar conducta.
La aparición de esta corriente en los años cincuenta no es casual, dado que fue por aquel entonces que empezaron a aparecer los primeros ordenadores. Estas computadoras tenían finalidades militares, y distaban mucho del potencial que tienen ahora, pero que dieron pie a pensar que los seres humanos podíamos ser comparados con estos aparatos, en tanto que procesamos la información. El ordenador se conviritó en análogo de la mente humana.
En psicología cognitiva el aprendizaje es entendido como la adquisición de conocimientos, es decir, el alumno es un procesador de la información que absorbe contenidos, llevando a cabo operaciones cognitivas durante el proceso y almacenándola en su memoria.
El constructivismo emergió entre los años 1970 y 1980, como respuesta a la visión de la psicología cognitiva. A diferencia de esa corriente, los constructivistas no veían a los estudiantes como simples receptores pasivos de la información, sino más bien como sujetos activos en el proceso de adquisición de nuevos conocimientos. Las personas aprendemos interactuando con el medio ambiente y reorganizando nuestras estructuras mentales.
Los aprendices son vistos como los responsables de interpretar y darle sentido al nuevo conocimiento, y no simplemente como individuos que almacenan, de forma puramente memorística, la información recibida. El constructivismo implicó un cambio de mentalidad, pasando de tratar al aprendizaje como la mera adquisición de conocimiento a la metáfora de la construcción-conocimiento.
Aunque esta corriente maduró en los años setenta, ya existían unos cuantos antecedentes sobre las ideas constructivistas. Jean Piaget y Jerome Bruner anticiparon la visión constructivista varias décadas atrás, en los años trenta.
Piaget elaboró su teoría desde una postura puramente constructivista. Este epistemólogo y biólogo suizo afirmaba que los niños y niñas tienen un rol activo a la hora de aprender.
Para él, las diferentes estructuras mentales van modificándose y combinándose a través de las experiencias, mediante la adaptación al entorno y la organización de nuestra mente.
El aprendizaje se da como resultado de los cambios y las situaciones novedosas. Nuestra percepción del mundo se va renovando a medida que vamos creciendo. Este proceso se compone por esquemas que nosotros ordenamos mentalmente.
La adaptación tiene lugar mediante un proceso de asimilación, que modifica la realidad externa, y otro de acomodación, que es el que cambia nuestras estructuras mentales.
David Ausubel es también uno de los máximos exponentes del constructivismo, recibiendo muchas influencias de Piaget. Opinaba que para que la gente aprenda es necesario actuar sobre sus conocimientos previos.
Por ejemplo, si un docente quiere explicar qué son los mamíferos, primero debe tener en cuenta qué saben sus alumnos sobre lo que son los perros, los gatos o cualquier animal que esté dentro de esta clase de animales, además de conocer qué piensan sobre ellos.
Así pues Ausubel tenía una teoría muy centrada en la práctica. El aprendizaje significativo contrasta con el aprendizaje puramente memorístico, como el retener largas listas sin discutir. Se defiende la idea de producir conocimientos mucho más duraderos, que se interiorizan más profundamente.
La teoría del aprendizaje social fue propuesta por Albert Bandura en 1977. Esta teoría sugiere que las personas aprenden en un contexto social, y que el aprendizaje se facilita a través de conceptos tales como el modelado, el aprendizaje por observación y la imitación.
Es en esta teoría que Bandura propone el determinismo recíproco, que sostiene que el comportamiento, el medio ambiente y características individuales de la persona, se influyen recíprocamente. En su desarrollo también afirmó que los niños aprenden observando a los otros, así como del comportamiento del modelo, los cuales son procesos que implican atención, retención, reproducción y motivación.
A finales del siglo XX la visión constructivista cambió aún más por el aumento de la perspectiva de la cognición situada y aprendizaje, que hacía hincapié en el papel del contexto y de la interacción social.
La crítica en contra del enfoque constructivista y la psicología cognitiva se hizo más fuerte con el trabajo pionero de Lev Vygotsky, así como la investigación realizada en la antropología y la etnografía de Rogoff y Lave.
La esencia de esta crítica es que el constructivismo y la psicología cognitiva observan la cognición y el aprendizaje como procesos “atrapados” dentro de la mente, de forma aislada del entorno, considerándolo autosuficiente e independiente de los contextos en los que se encuentra.
El constructivismo social surgió como respuesta a esta crítica, defendiendo la idea de que la cognición y el aprendizaje deben entenderse como interacciones entre el individuo y una situación donde el conocimiento es considerado como situado, es decir, producto de la actividad, el contexto y la cultura en la que se forma.
Las teorías del aprendizaje experiencial se basan en las teorías sociales y constructivistas del aprendizaje, pero situando a la experiencia como el centro del proceso de aprendizaje. Su objetivo es entender cómo las experiencias motivan a los estudiantes y promueven su aprendizaje.
De esta manera el aprendizaje se ve como un conjunto de experiencias significativas, ocurridos en la vida cotidiana, que conducen a un cambio en los conocimientos y la conducta del individuo.
El autor más influyente de esta perspectiva es Carl Rogers, quien sugirió que el aprendizaje experiencial es el que se da por iniciativa propia, y con el cual las personas tienen una inclinación natural de aprender, además de promover una actitud completa de involucramiento en el proceso de aprendizaje.
Rogers defendía la visión de que el aprendizaje debe ser facilitado. No se puede amenazar al alumnado con castigos dado que, de esa forma, se vuelven más rígidos e impermeables a los nuevos conocimientos. El aprendizaje es más probable que se dé y sea más duradero cuando se da por iniciativa propia.
REFERENCIAS
Rubio, Nahum (s/f) Las 9 teorías del aprendizaje más importantes. Recuperado de https://psicologiaymente.com/desarrollo/teorias-aprendizaje
Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.