Érase una vez, en un rosal del patio de una casa, existía una comunidad oculta llamada Caracolí. Allí, en esa tierra hermosa y tranquila vivía una familia de caracoles: el papá, Pedro Caracol, la mamá, Juana Caracol, el hijo menor, Juanchito Caracol y por supuesto la protagonista de esta historia, Rosita Caracol.
Rosita era una joven Caracol muy especial, inteligente y muy soñadora pero, lo que la hacía más especial era que no tenía caparazón, era el único caracol sin caparazón, y por eso todos sus compañeros de colegio se burlaban de ella.
A la pobre Rosita siempre la mortificaban y se colocaba triste porque se burlaban de ella por no tener caparazón, lo único que hacia feliz a Rosita era que se iba todos los días a ver el atardecer a pedir que se le cumplieran dos sueños, uno era tener el caparazón y el otro, poder volar.
Su hermano Juanchito Caracol también se burlaba de ella.- ¡Cómo se te ocurre que un caracol va a volar, ganas tienes de convertirte en comida para los cuervos!,
¡vean a esta, ahora quiere volar!
Y Rosita solo suspiraba, con la mirada hacia el cielo dijo: -Algún día tendré mi propio caparazón y volaré hacia las nubes.
Un domingo por la mañana iba Rosita con su familia con su familia al mercado y todos los caracoles se burlaban de ella. -¡Miren, miren allá va la caracol que quiere volar! Exclamaban en una esquina -¡Ni siquiera tiene caparazón y quiere volar! Exclamaban en otra esquina. – ¡Déjenla en paz! ¿No ven que es una niña?, y yo la apoyo. Algún día ella va a volar, dijo furioso papá, Pedro Caracol. Y todos los caracoles que estaban ahí se reían de la familia.
Un día en una mañana hermosa Mamá Caracol, le dio una sorpresa a Rosita, cuando ella se despertó Mamá Juana Caracol junto con su familia gritan -
¡Sorpresa! Le había hecho un caparazón de cartón.
Rosita estaba muy contenta. Salió enseguida, a exhibir su hermoso caparazón de cartón por las calles de Caracolí. – ¡Miren, miren mi hermoso caparazón ya se me cumplió el sueño! Todas sus amigas miraban que tenía el caparazón más hermoso y colorido que nunca habían visto.
Pero un día llovió tan fuerte que parte del rosal se inundó y todos los caracoles se refugiaron en sus caparazones, y a Rosita se le dañó su hermoso caparazón de cartón. Por culpa de esa lluvia Rosita enfermó, le dio fiebre y nadie sabía que tenía. Ni siquiera el doctor caracol. Extrañamente empezó a sentir síntomas que nadie había tenido. A los tres días Rosita comenzó a envolverse en un caparazón de cristal que nadie había visto y al cuarto día falleció.
Las campanas de la iglesia sonaron. Todo el pueblo Caracolí la lloró; todo el pueblo lamentaba que Rosita solo alcanzó a cumplir un solo sueño pero, la locura de volar era solo eso, una locura.
El día del entierro, de repente ese cristal que envolvía a Rosita, se rompió y todo el pueblo Caracolí vio salir de ahí a la mariposa más hermosa del
mundo. Sus alas se desplegaron hacia el cielo y lo colores de sus alas se confundían con los del arcoíris.
Rosita era una oruga criada por caracoles y aunque se sentía caracol nunca perdió el sueño de volar.
Que tus decisiones sean un relejo de tus esperanzas, nunca dejes que nadie te quite tus sueños.
María Laura Ricaurte grado 10-03
Comité de Comunicación