CUENTO DE LA PAZ
“EL VENDEDOR DE GLOBOS”
CRISTIAN DAVID JARAMILLO GONZALEZ
11°B
I.E.T.I.SIMONA DUQUE
MARINILLA (ANT)
2017
EL VENDEDOR DE GLOBOS Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Esta fiesta se programó para que todas las personas aprendieran sobre la paz por medio de unas conferencias que en este evento se iban a dar. Toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, en donde estaban los juegos y puesticos de venta y las carpas donde se van a dar las conferencias de cuanta cosa linda una pudiera imaginarse. Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacían hacer pruebas y cabriolas. También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían gasolina, alimentos y juguetes para que los chicos jugaran allí los pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus cumpleaños, o pagándoles trabajitos extras. Entre todas estas personas había un vendedor de globos este señor fue uno de los que más colaboro para que los niños se dieran cuenta de que se trataba la paz este señor se preocupaba más por infundir de que se trataba la paz que de vender sus globos. Los tenia de todos los colores y formas con dibujos de lo que era la paz. Había algunos que se distinguían por su tamaño, otros eran bonitos porque algún animal conocido, o extraño. Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aun los que pedían para comprar algunos. Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en momento en que la gente estaba ocupada curiosear y detenerse, hizo algo extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. Como estaba lleno de aire muy liviano, el globo empezó a elevarse rápidamente y de pronto estuvo por encima de todos lo que había en la plaza. El cielo estaba clarito, y el sol radiante en la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo al cielo, empujando lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquella hora. El primer niño grito: ¡Mira mamá un globo! Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus chicos o a sus más cercanos. Para entonces el vendedor había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto hizo que prácticamente todo mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusieron a contempla aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al cielo. Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que una tropilla de niños lo rodeara, y pidieran a gritos que su papá o su mamá le compraran un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente unos de sus mejores globos, consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, y que eran muchos. Porque realmente tenia globos de todas las formas, tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imantando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire. Había allí cerca un niño negro, que con dos lágrimas en los ojos, miraba con tristeza todo aquello. Parecía como si una honda de angustia se hubiese apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo. El pequeño movió la cabeza negativamente, y se rehusó a tomarlo. –Te lo regalo, pequeño-le dijo el hombre con cariño, insistiendo para que lo tomara. Pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos ojos grandes tristes, hizo nuevamente un ademan negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo. Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que era entonces lo que le entristecía. Y el negrito contesto, en forma de pregunta: -Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿será que sube tan alto como los otros globos de colores?, entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, que nadie había comprado, y desatándolo se lo entrego al pequeño, mientras le decía: -hace vos mismo la prueba. Soltalo y verás como también tu globo sube igual que todo los demás. Con ansiedad y esperanza el negrito soltó lo que había recibido, y su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente lo mismo que habían hecho los demás globos. Se puso a saltar, a palmotear, a reírse de puro contento y felicidad. Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecita enrulada, le dijo con cariño: - Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni el color si no lo que tienen dentro.
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