Foto: Archivo personal Nazly Blandón Mercado
“Tenemos que apostarle a la paz, reinventarnos y trabajar unidos en función de defender la vida”, afirma la chocoana Nazly Blandón Mercado, quien desde su ejercicio como líder comunitaria en departamentos como Chocó y Antioquia ha vivido de cerca las inclemencias de la guerra.
Nazly viene de una familia en donde la generosidad está en el ADN de sus integrantes, su padre don Guillermo, repartía comida en diferentes pueblos del Chocó y su abuela, la señora Etelvina, se caracterizó por ser una mujer líder en Quibdó por su solidaridad inagotable con la comunidad.
El sueño de su padre fue que sus hijos vieran otro mundo, que reconocieran que más allá de Quibdó existían diferentes formas de vida, por eso Nazly emprendió una nueva vida en Medellín para terminar su bachillerato, allí fue acogida por la familia de su amiga de infancia y una segunda mamá que le regaló la vida: Praxédes Córdoba. Terminó bachillerato y entró a estudiar ingeniería de sistemas, alcanzó a cursar hasta quinto semestre, pero el amor cambió el rumbo de la historia, conoció a Manuel Ricardo Dautt, el que sería su esposo la invitó a dejar Medellín y empezar una nueva vida en Turbo, un municipio del Urabá antioqueño.
Era 1995 reconoció que su misión era trabajar para la comunidad, fue así como decidió estudiar psicología en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), en poco tiempo se encontró trabajando con las mujeres de Turbo en artesanías hechas con el vástago del plátano, “quería dignificarlas, que buscaran sus propios recursos y encontraran un sustento económico”, creó entonces una fundación en donde más de 100 mujeres del Urabá desarrollaron una red, orientada a la atención al duelo y la participación, espacio necesario, teniendo en cuenta que durante los años 90 se vivió una de las guerras más sangrientas en esa región colombiana, pues la ubicación y las condiciones selváticas permitieron que se convirtiera en un lugar estratégico para las rutas del tráfico ilegal de drogas y armas, guerrilleros de las FARC y Paramilitares querían gobernar esa tierra, esa disputa de poder desató ríos de sangre de los habitantes de Turbo.
Nazly no estuvo ajena a esa guerra, el 23 de noviembre del 2000, su esposo y ex concejal del municipio de Turbo, fue asesinado en lo que parecería un crimen político. La vida de esta gitana, líder afrodescendiente se derrumbó, dejó de creer en la humanidad y se fue a recoger sus pedazos a Riosucio, un municipio ubicado en el Urabá chocoano. Mientras cicatrizaban las heridas, se vinculó a la oficina de proyección a la comunidad con equidad de género del municipio y con su liderazgo ayudó a la germinación de uno de los proyectos más importantes de empoderamiento afro: Macoripaz, una organización de mujeres vulnerables que dejaron atrás el miedo para trabajar por el progreso de las familias de Riosucio, en pro del mejoramiento de su calidad de vida, organización que en el año 2010 ganó el premio nacional de paz.
Mujeres de Macoripaz. Foto: El Tiempo
La presencia de los paramilitares en Riosucio generó que 5.000 de sus 18.000 habitantes huyeran por los canales del río Atrato. Nazly llegó a darle una mano a las mujeres riosuqueñas, juntas exorcizaron el espíritu de la guerra y le dieron al pueblo una segunda oportunidad.
Con la idea de terminar su carrera de psicología en la UNAD, viajaba una vez al mes a Medellín, finalmente en el 2005 recibió su título, se instaló en Quibdó y empezó a trabajar como consejera académica en la UNAD, “mi Universidad me dio como mujer el concepto de autonomía, autodeterminación y formación de liderazgo en la vida.” En el 2009, su espíritu nómada la llevó de nuevo a Medellín, donde trabajó como gestora de igualdad con enfoque de género para administraciones municipales y departamentales, además lideró la formación de la Mesa Política Uramba Afro, que desde el 2012 viene trabajando por la articulación política de las comunidades negras de Medellín y Antioquia, y el empoderamiento de las mujeres negras.
Las letras se quedan cortas para describir el trabajo de esta lideresa afro que lleva con orgullo su color de piel, seguirá trabajando incansablemente por las comunidades; hoy vive en Bogotá, es especialista en educación, cultura y política de la UNAD y apoya los asuntos étnicos de la Agencia Nacional de Tierras, desde donde espera dejar su huella característica de transmisión de conocimiento, empoderamiento y liderazgo.
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