AGUAS, EL SANEAMIENTO EN BOLIVIA

No parece extraño ver en Bolivia un adolescente orinando impunemente en la calle, o viajar más de 12 horas en un autobús sin baño disponible abordo, ambas cosas nada comunes en otros países. Por mucho tiempo se construyeron viviendas sin baño para las familias ó con un pozo ciego común para varias de ellas.

Según cifras oficiales el 40% del agua se limpia (1), pero la realidad es que sólo se limpia o recicla el 30% de aguas servidas. El 70% de las personas (seguramente ustedes y yo) vertimos nuestras aguas sanitarias directamente en la tierra o en algún cuerpo de agua sin ningún tipo de tratamiento, con lo que contaminamos nuestro hábitat y generamos daños irreversibles en el medio ambiente.

Las cifras oficiales de saneamiento básico rondan el 60%, por lo que no se logró alcanzar la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que era de 64%, hasta la gestión 2015. Pero el panorama es aún más escalofriante, ya que sólo la mitad de esa agua es realmente tratada, el resto es agua negra que se va a la alcantarilla sin ningún tipo de tratamiento, sumándose al restante 40% que no tiene ningún servicio. Esto viene de una interpretación de la CPE que dice en su art. 20: “El acceso al agua y alcantarillado constituyen derechos humanos, no son objeto de concesión ni privatización y están sujetos a régimen de licencias y registros, conforme a ley.” Cabe destacar la mención de la palabra “alcantarillado” en la CPE, concepto que restringe a un componente muy parcial del “saneamiento básico” que se refiere a recolectar las aguas servidas en una red publica sin importar que su disposición final no tenga ningún tratamiento y sea vertida directamente a los cuerpos de agua.

Para tener una interpretación más amplia y cabal del saneamiento básico recurrimos a la Ley No 2066, aún vigente, que incorporan un enfoque más amplio incluyendo el alcantarillado y otras formas de “disposición de excretas”, como las formas descentralizadas y semi descentralizada o aquellas denominadas formas de saneamiento ecológico.

En el México colonial, cuando aún no había drenaje, era costumbre de las personas abrir la ventana de su casa y gritar a los que pasaban por la calle: ¡AGUAS!, última advertencia antes de tirar la apestosa lluvia dorada al arroyo de la calle. Desde entonces se quedó en la memoria popular el “echar aguas” para advertir de algún peligro.

Falta mucho para llegar a la universalidad del servicio y cumplir la CPE, se tendrán que utilizar los sistemas de saneamiento sustentable descentralizados, como biodigestores y baños secos, única opción en aquellos lugares que por su inaccesible ubicación o por estar muy separados unos de otros, padecen el terrible flagelo de no contar con este derecho humano.

El saneamiento en Bolivia huele mal, ¡aguas!, ya rebasamos la capacidad de carga del medio natural. Si queremos cumplir la meta de universalidad de los servicios de agua y saneamiento inscrita en la Agenda Patriótica 2025, tendremos que volver más eficientes y ecológicos los sistemas centralizados y apoyar nuevos enfoques con la implementación de los sistemas de saneamiento sustentable descentralizado(2).