Ciertamente en todo el mundo se desarrollan una serie de eventos y espectáculos a título de “Certámenes de Belleza”, los mismos han existido desde hace muchos años atrás, intentando convencer a las propias mujeres que para una autorrealización deben aspirar llegar a esas pasarelas, y de esta manera camuflar su verdadero sentido, al constituirse en espectáculos que sirven para poner a la mujer en una posición subordinada, en una sociedad machista que disfruta cosificándolas, es decir tratándolas como cosas para el deleite y aprobación de las miradas patriarcales.
La escritora Raquel Rosario Sánchez afirma que estos espectáculos surgen desde el año 1920 en Estados Unidos, “cuando el dueño del hotel Monticello en Atlantic Cityreunió un grupo de hombres empresarios para venderles una idea. Quería extender la temporada de compras más allá del Día del Trabajo, que es un día festivo federal, y que coincide con el fin del verano el primer día de Septiembre. ¿Qué tal si hacemos un concurso en el que 350 muchachas vírgenes y bonitas compiten por un premio?, y la coronarían a Miss América”.
Lo cual nuevamente nos lleva a la constatación de que estos espectáculos desde ningún punto de vista son positivos ya que en el imaginario colectivo y de las mujeres buscan instalar falsos cánones de belleza, parámetros estéticos y maneras de humillación que repercute en la vida cotidiana de todas las mujeres. Pero que intentan ser disimuladas a titulo de identidad, cultura, turismo y tantas otras cosas, por lo que no es extraño que incluso dichos eventos sean promocionados no solo por las empresas privadas, sino también por los diferentes niveles de Gobierno.
Y por si esto fuera poco lo recientemente ocurrido en Tarija a raíz de la elección de “Mis Tarija 2018” el pasado fin de semana, refleja a decir del colectivo Feminista Mochas Copleras no solo una pasarela de cosificación, sino también de radicalización colonial, cuando se expone los cuerpos de las mujeres participantes de este evento con supuestos “innovadores trajes típicos estilizados” de la vestimenta chapaca, que lo que hacen es reflejar una blusa, como una pupera y un pollera como una mini falda, “Cual mutilación de la vestimenta de la mujer campesina para el deleite del patrón macho patriarcal”, señalan las Mochas Copleras, primer colectivo en denunciar e interpelar aquello a través de las redes sociales.
Sin embargo durante el mismo fin de semana en el que el certamen “coronaba a las elegidas” como dignas de ser cosificadas por un año, las criticas llovían a través de las redes sociales, y en ese sentido también se pronunciaron las comadres Bandeñitas de Liliana Poita, que interpelando a las y .los organizadores del certamen se expresaron de la siguiente manera “No puede ser posible que lleguemos a tal extremo de distorsionar y manipular la vestimenta chapaca, la cual es parte de nuestra historia e identidad, es una completa aberración” indicaron y con esta afirmación coincidían varias opiniones en el debate entablado a través de las redes sociales.
Por su parte Mujeres y autoridades campesinas, reflejaron su indignación exigiendo disculpas públicas al pueblo campesino Chapaco, por insultar de esta manera su vestimenta que hace no solo a su cultura sino también a su identidad como pueblo Chapaco.
Antes estas contundentes interpelaciones consultamos ¿cuál es la opinión de las tres jóvenes elegidas en este certamen? Sin embargo de manera coincidente las tres, afirmaron que no tenían autorización por la organización de este evento para dar a conocer su criterio al respecto, lo cual evidentemente no sorprende, porque responde a las múltiples prohibiciones que establecen sus contratos de “reynados”.
Es así que nos dirigimos, hasta la organizadora del evento Griselda Márquez, quien enfáticamente asevero en torno a la controversia de “traje típico” lo siguiente; “Es una alusión estilizada al traje típico, no es el traje típico, todos sabemos cómo es el traje típico de la mujer tarijeña, sin embargo en diferentes países del mundo se realiza la estilización de los trajes, no es ofensa ni modificación de nada, es una estilización utilizado para una sesión fotográfica, en ningún momento estamos diciendo que es la vestimenta Chapaca, no entiendo porque la gente se ha vuelto con tanto controversia, solo quisimos mostrar una estilización”.
No es casual este tipo de afirmación, que no hace más que ratificar que la estilización tanto de las vestimentas, danzas e incluso expresiones artísticas de nuestros pueblos campesinos e indígenas sufran constantes atentados de usos distorsionados en función del requerimiento del mercado, fracturando en este sentido su esencia misma, que responde no solo a una expresión cultural, sino también de identidad de los pueblos.
A raíz de las palabras de Márquez, también apreciamos que cuando la realidad no es mirada de forma crítica, o está delimitada por la identidad de clase burguesa que hacen gala de eventos como este, no se pueden mirar la gravedad de lo que la sociedad está interpelando, porque desde una posición de poder, se atribuyen el derecho de poder hacer tal uso de lo que ellos consideran “típico” sin trascender a la significancia de identidad Cultural que tiene para la o el campesino, lo cual evidencia un sentido de apropiación cultural que responde a un sistema colonial y patriarcal.
Ahora bien, el debate mayoritario se centra en la forma del uso y manipulación de la vestimenta chapaca, sin embargo desde las Mochas Copleras se interpela también la institucionalización de la cosificación, el uso de los cuerpos de las mujeres, posición que no tiene que ver con la criminalización de la desnudez, sino la desnudez al servicio del capital y del mercado, para lo cual ese cuerpo es tratado como cosa, como objeto para la satisfacción del apetito machista, y al plantear esta posición es también importante destacar que no se está en contra de las jóvenes mujeres que participan de estos eventos, sino más bien contra todo el sistema y la industria que se sirve de los cuerpos de esas mujeres cual si fuesen mercancía, donde la empresas auspiciadoras hacen gala de la propiedad de los cuerpos, es por eso que la indignación de la sociedad debe ser doblemente interpoladora.
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