El teatro argentino realizara su última presentación del Ciclo, este domingo, a las 18.30, en la Sala Alberto Ginastera, en la cual asistirá la Orquesta Estable, dirigida por Carlos Vieu, (quien se despide como director), acompañados por los directores: Alban Berg, Nicolás Favero, y la Sinfonía Nº 10, en mi menor, Op. 93, de Dmitri Shostakóvich.
Además para el 2017 se harán mejoraras en el lugar por refracciones, por la tanto será una despedida de la sala hasta marzo o abril.
El programa comenzará con la obra de Berg, el cual El violinista Nicolás Favero lo clasifica con sus propias palabras “uno de los grandes conciertos para el instrumento, y además es un hito de la historia de la música del siglo XX, que generó un precedente, muy trascendente”. Fue escrito en memoria de “Mutzi” y titulado desde ese momento, “A la memoria de un ángel”.
Este título proviene de la muerte del arquitecto, Walter Gropius, el cual era considerado como su padre, este procedimiento le resulto difícil en pasar por en el procedimiento de la pérdida de una persona cercana. Al principio se negaba en participar porque estaba componiendo su obra, la ópera, “Lulú”, pero Krasner lo convenció con adecuados honorarios.
“Detrás del concierto se esconde este significado: hay canciones de cuna, valses y sobre el final está transcripta una cantata de Bach, acerca de que el sufrimiento es suficiente y que el alma irá al cielo”, detalla Favero sobre la obra que el mismo considera, que fue “grabada por todos los mejores violinistas de los últimos 80 años”: admitiendo que para él, será la primera interpretación del concierto, al que siempre tuvo entre sus desafíos.
Cada una de las presentaciones tiene una historia lo cual le llega a dar vida, pero eso no significa que sea importante saber lo que interpretan, pero a ser lo contrario, se puede escuchar la música de otra forma con más sentimientos y apreciación.
“Es una pieza muy demandante musicalmente y también desde lo emocional”, afirmá el violinista, para quien el trágico contexto del concierto, y su trasfondo histórico, brindan un particular volúmen emotivo a la pieza, crucial para que la obra “transmita”.
Después llegara el turno de la Décima de Shostakovich, escrita poco después de la muerte de Stalin. Se trata de una obra casi autobiográfica, que simboliza la libertad conseguida después de la desaparición del dictador ruso.
El resultado es una pieza de hondo contenido trágico, que por su pesimismo no fue bien recibida en su patria, tras el estreno producido en Leningrado, el 17 de diciembre de 1953. “De las quince de Shostakovich, es quizás la mejor, tiene una orquestación monumental”, afirma sobre la obra, Favero, quien invita al público a concurrir a escuchar, “dos obras de gran calibre, muy significativas”.
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