Se va Albert Rivera. El hasta ahora presidente de Ciudadanos (Cs) no solo deja su cargo en el partido, sino su acta de diputado y la política activa. Tras presentar su dimisión al Comité Ejecutivo esta mañana, ha comparecido pasado el mediodía con un emocianante discurso en el que, sin embargo, no ha hecho autocrítica.
El exlíder de los liberales no ha analizado ninguna de las razones del batacazo electoral de Cs, aunque sí ha asumido las responsabilidades en primera persona después de caer de los 57 a los diez escaños. Los éxitos son de todos, pero el fracaso es solo del máximo responsable, ha dicho.
En un país poco acostumbrado a las dimisiones tras los fracasos electorales, Rivera se ha marchado para tratar de salvar un proyecto político, el del centro, amenazado tras el fracaso de la estrategia que le llevó a luchar por el liderazgo del centro-derecha, pero que ayer le sumió en la irrelevancia política.
El Comité Ejecutivo de Cs esperaba a su líder ya a las doce de la mañana en la sala de prensa de la sede nacional del partido. El silencio, sepulcral, lo han roto con una ovación cerrada a Rivera cuando ha asomado por la planta baja del edificio que tiene el partido en la madrileña calle de Alcalá. Tras el atril desde el que dan las ruedas de prensa, el hasta ahora líder liberal ha aguantado durante más dos minutos un aplauso que no cesaba.
Visiblemente emocionado, pero sin que se le quebrase la voz, Rivera ha protagonizado un gran discurso, en el que ha eludido la autocrítica y no ha entrado a valorar los motivos tras el desplome de su partido. Ha aseverado que su partido se presentó a las elecciones con los mismos candidatos y el mismo proyecto con los que, hace solo seis meses, consiguieron su mejor resultado histórico.
No ha habido menciones a la oportunidad perdida de pactar un gobierno estable con el PSOE, pero sí ha reivindicado la necesidad de un proyecto de centro político como el que encarna Cs. Anoche ya avanzó que convocaría un congreso extraordinario para elegir un liderazgo al frente del partido, y hoy ha confirmado no solo que no se presentará a la reelección, sino que dejará la política activa.
«La primera decisión es que dimito como presidente de Cs para que un congreso extraordinario sea quien decida el rumbo», ha anunciado, y ha añadido su renuncia como diputado y su adiós a la política.
«Justo o injusto», ha defendido que lo «responsable» hoy era dar un paso atrás y que sea el próximo Congreso extraordinario de Cs quien decida el rumbo del partido. Él ha agradecido a sus padres, profesores y entrenadores el ejemplo que le han dado y la educación que ha recibido de todos ellos. Lamentaba no poder ser «el presidete de las familias» que prometió, pero sostiene que a partir de ahora será «mejor hijo, mejor padre, mejor pareja y mejor amigo».
Ha sido generoso en su discurso con sus familiares y amigos, con su pareja, la cantante Malú, con sus compañeros y con los periodistas. Y ha recordado al Rivera de las grandes ocasiones, a aquel que puso al nacionalismo frente al espejo en el Parlamento catalán y que obligó al PP y al PSOE a no mirar hacia otro lado.
Citando al expresidente de Estados Unidos Barack Obama, Rivera le ha lanzado un dardo a Sánchez: «Si para ganar tienes que dividir a la gente, vas a tener un país ingobernable». Sin aludir al giro a la derecha por el que apostó en su fallido intento de sustituir al PP como alternativa al PSOE, hoy ha recuperado el tono más centrista de Cs.
«A los que tengan que tomar decisiones les deseo suerte y mucho acierto. Hay que liderar este país, que no vuelva al odio ni al sectarismo», ha apelado a los suyos, y ha llamado a no dividir a los españoles en «rojos y azules». También le ha deseado lo mismo a los dirigentes de otros partidos, para que «unan» a los españoles. «Lo más bonito que he hecho en mi vida es servir a España», ha sentenciado, tras reconocer el «orgullo» que ha sentido durante estos cuatro años cada vez que ha pisado el Congreso de los Diputados.
«Como me apasiona la libertad quiero acabar hoy diciendo ¡viva la libertad!», ha concluido. Sus compañeros, visiblemente afectados, han subido entonces al escenario a arroparle en un cálido abrazo entre aplausos. «¡Viva!», han clamado los suyos. Lloraba Inés Arrimadas y también otros diputados y exdiputados del partido.
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