El gesto de Daniil Medvedev tras cerrar su último punto en Shanghai no denotaba una especial alegría. Tampoco alivio. Más bien dejaba traslucir, con sobria franqueza, la superioridad que había mostrado durante 73 minutos de final ante Alexander Zverev (6-4, 6-1). No parecía conceder demasiada importancia al cuarto título de un año donde acumula 59 victorias (46 de ellas sobre pista dura y 22 en torneos Masters 1000). Así se las gasta, por ahora, este futuro monarca del circuito.
Pocos pueden ya calificar el acontecimiento como algo puntual. Medvedev ha ganado este año 11 partidos más que Novak Djokovic, 12 más que Rafa Nadal y 14 más que Roger Federer. Desde julio, cuando se presentó en Washington, su racha alcanza un 29-3 únicamente ensuciado por los dos tropiezos ante Nadal en las finales de Montreal y Nueva York y la derrota ante Nick Kyrgios en el mencionado Citi Open. Su competitividad ante el Big Three quedó asimismo acreditada con las victorias ante Djokovic en Montecarlo y Cincinatti.
La gira veraniega sobre el cemento americano, coronada ahora en el Qizhong Stadium le ha granjeado 4.350 puntos, muy por encima de Nadal (3.000) o Djokovic (1.220). Y esta cuarta copa, sumada a las de Sofia, Cincinnati y San Petersburgo, le permite igualar los registros del español, del serbio y de Dominic Thiem.
"Eres probablemente el mejor jugador del mundo en este momento", admitió Zverev con la gallardía del buen perdedor. El alemán había entregado el set con dos dobles faltas en el definitivo décimo juego y a partir de ahí ni siquiera tuvo opción de competir. Desde 2016 se había impuesto en los cuatro precedentes, aunque entonces Medvedev aún no había alcanzado ni de lejos este grado de perfección tenística.
Medvedev se permitió la licencia de cerrar con un saque directo. La guinda a otro partido intachable, donde supo conjugar su habitual derroche físico defensivo con una agresividad mental en los momentos en que otros tiemblan. Justo una década después, Rusia encontraba un sucesor para el éxito de Nikolay Davydenko en Shanghai. Desde que inclinase la rodilla ante Nadal en Flushing Meadows, este moscovita de 23 años ni siquiera ha cedido un set en nueve partidos.
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