N3. Imprevistos de última hora en las votaciones del referéndum 1-O

Días antes del 1 de octubre, miles de personas en Catalunya guardaban urnas y papeletas  escondidas en sus casas.

Dolors, nombre ficticio, era una de esas miles de personas que guardaban papeletas.

Días antes, una amiga suya, le preguntó si le podía hacer el favor de ocultar unas papeletas en su casa sin que nadie de su familia lo supiese para luego, el día del referéndum, ir a llevarlas a los colegios electorales a escondidas de la Policía Nacional.

Dolors, con su gran voluntad, se las quedó sin pensárselo dos veces y las ocultó en un sitio de su casa muy bien escondidas para que su familia no las pudiese ver. Llegó el día antes del referéndum y quiso ir a buscar las papeletas del sitio oculto y se dio cuenta de que no se acordaba de dónde las había puesto, se le había olvidado.

Se puso a buscar y a buscar,  puso la casa patas arriba, se pasó casi toda la noche buscándolas. Al día siguiente, como no las había encontrado, no las pudo llevar al colegio electoral correspondiente y se tuvo que disculpar por el fallo que había cometido.

A causa de este incidente, hubieron ciertas personas que se quedaron sin votar durante unas horas ya que era un pueblo muy pequeño y las cosas tardaban más en llegar.

Finalmente, un vecino pudo llevar la cantidad de papeletas que faltaban al colegio electoral y todo quedó solucionado.