Los historiadores llaman al arte romano el arte del realismo. A diferencia de los griegos, que retratan la perfección humana en sus esculturas y obras de arte, las esculturas romanas mostraron cada línea y cada imperfección en la cara del sujeto (a menos que estuvieran retratando rostros idealizados de los emperadores). Según Fichner-Rathus, esto se atribuye a la práctica romana de hacer máscaras de la muerte, cuya función es similar a la práctica moderna de mantener las fotografías de sus seres queridos. Inicialmente, los romanos construyeron estas máscaras de cera, pero más tarde se hicieron las máscaras de bronce o terracota. Estas esculturas no eran declaraciones acerca de la condición humana, sino más bien un registro de la existencia de una persona.