Redactado por: Felipe Toledo
Foto: Cottonbro on Pexels
En mi trabajo, es común que las personas, luego de comer, me digan: “Joven, regaleme una bolsita para llevar esto que me sobró”, y lastimosamente la bodega del restaurante está repleta de ellas.
Al comprar y al atender siento la angustia de ser tan solo uno de miles de millones de humanos que a diario contribuyen con esta barbarie ambiental que profana la magnífica biodiversidad de nuestro planeta.
Pero no todo está perdido. La conciencia de las personas acerca de esta problemática, sumada a la creatividad, la innovación y la tecnología, permiten a nuestras sociedades un camino distinto a la autodestrucción: el camino del consumo sostenible.
Prueba de lo anterior son las ofertas existentes en el mercado para reemplazar el uso del plástico. En este artículo mencionaré algunas alternativas creadas por el talento colombiano, así que toma nota porque muchos de estos proyectos nos pueden salvar la vida, literalmente.
La empresa colombiana LifePack, que maneja ventas en línea, tiene como producto estrella los platos hechos a base de materiales como el fique, la cáscara de maíz y la corona de la piña. Este plato se biodegrada en un periodo de 40 a 60 días, pero el beneficio no se detiene allí. Contiene semillas de plantas aromáticas, flores y hortalizas, lo cual hace posible que luego de su uso puedan sembrarse y obtener una planta de tales semillas.
En el Quindío, la empresa “Hecho en Finlandia, hecho con amor” introdujo el concepto de “recarga” en el mercado de la leche, de modo que las personas no consumen leche en bolsa plástica sino que al hacer su compra reciben el producto en una botella de vidrio, la cual recargan por el mismo valor. Esta alternativa no sólo contrarresta la contaminación del mercado de la leche, sino que puede ser utilizada en muchos de los productos líquidos que adquirimos en bolsa o botella plástica. Nosotros, como consumidores, podemos y debemos exigir a compañías de detergentes, refrescos, etc, utilizar este método de recarga que saca al plástico de la ecuación.
A pesar de la masificación de las bolsas plásticas para las compras matutinas, en Boyacá se mantiene la tradición de fabricar canastos con materiales como la caña brava, el mimbre y el bejuco. En esta alternativa los consumidores también jugamos un papel clave, porque según Etelvina Vargas, artesana de esa región del país, las personas no pagan lo justo por todo el trabajo que requiere tejer un canasto, haciendo que el negocio no sea rentable y que los artesanos se dediquen a otros oficios. Además de ello, se hace necesaria la intervención del Estado para facilitar a los artesanos el acceso a estas materias primas, cuestión que se ha restringido, al igual que realizar campañas que promuevan el uso de estos artículos.
Otra de las alternativas es la línea ecológica PlanEco de la empresa Sunflex, la cual se dedica a la fabricación de vasos y bolsas de papel, entre otros productos, a base de fécula de maíz, trigo, caña de azúcar y bambú. Estos productos tardan de 90 a 180 días en biodegradarse, en comparación con los 500 años que tarda una bolsa plástica.
Muchas personas no sienten agrado ante la idea de que su boca tenga contacto directo con botellas de vidrio que son reutilizadas. Eso conlleva a que sigan siendo muy solicitados a pesar de saber del daño ambiental de los pitillos plásticos. Coco Bowls, empresa fundada por Camila Karkomes, fábrica pitillos de bambú que pueden durar hasta dos años. De este modo, tendremos un artículo personal que podemos llevar a todas partes.
La compañía creada por Karkomes no se detiene exclusivamente en la fabricación de pitillos, porque entiende que el plástico está en muchos otros artículos, tales como el cepillo dental y los cubiertos, productos que también comercializan a base de bambú.
Como vimos a lo largo de este artículo, el mercado colombiano ya cuenta con varias alternativas al uso del plástico. Ahora que las conocemos es momento de desprendernos de los viejos y tóxicos hábitos de consumo que hemos arrastrado, conscientes del poder que tenemos como consumidores para debilitar a las compañías contaminantes al no comprarles y fortalecer la economía sostenible al optar por productos como los mencionados.
Más allá de lo anterior, es preciso que reconozcamos que una transición seria y profunda hacia productos ecológicos, no es cuestión exclusiva de los consumidores, sino que estos deben generar acuerdos comunes con los gobernantes y los empresarios, todos expuestos a las consecuencias catastróficas en caso de no tomar medidas ahora que estamos a tiempo.
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