CRÓNICA DE UN FRAUDE ANUNCIADO

Redactado por: Felipe Toledo

Foto: Matador 

De cara a las elecciones presidenciales en Colombia que se avecinan en el 2022, vale la pena analizar nuestra historia para saber si nuestro derecho a elegir es una realidad o una falacia.  

Colombia se fundó en el siglo XIX y el historiador David Bushnell cuenta que  en ese siglo, más concretamente en 1875, el candidato presidencial Aquileo Parra llegó al poder con solo siete voticos, aunque su rival Rafael Núñez haya obtenido 44.000. Este hecho insólito ocurrió porque Aquileo tenía más gobernadores como amigos, lo cual, según el historiador Bushnell, era lo que realmente importaba más allá de la voluntad de la gente. 

Pero avancemos en el tiempo para descubrir si las cosas mejoraron. El 19 de abril de 1970 Gustavo Rojas Pinilla parecía ser el claro ganador de las presidenciales. Pero dio la “casualidad” que las emisiones radiales en las que la Registraduría informaba acerca de los resultados en las mesas de votación, se detuvieron por fallas eléctricas. 

Los simpatizantes de Rojas Pinilla se fueron a dormir plácidamente esa noche pensando que su candidato había ganado. Pero al otro día hubo un caos de desinformación. Algunos periódicos decían que efectivamente Rojas Pinilla era el presidente, mientras que otros atribuían la victoria a  Misael Pastrana, el candidato que representaba la alianza entre las oligarquías liberales y conservadoras para repartirse el poder. Después de toda esta confusión Pastrana fue declarado presidente de la “República de Colombia”.

¿Y será que en el siglo XXI la democracia al fin se hizo realidad en Colombia? La Fundación Paz y Reconciliación realizó una investigación durante las elecciones de 2018 y encontró que en la primera vuelta hubo cientos de alteraciones en los formularios de votación, que favorecían en su mayoría al candidato, y luego presidente, Iván Duque. Y aunque esta investigación no abarcó todo el país para detectar todas las irregularidades, que pudieron haber sido más, este caso nos demuestra que aún hoy en día el fraude electoral subsiste como una amenaza para nuestro derecho a escoger el país que queremos. 

 Con todo, la historia nos debe servir para hacernos conscientes de nuestras problemáticas. Una de ellas es que la corrupción ha estado por décadas y décadas arraigada en la cultura de una clase política colombiana que quiere perpetuarse en el poder a toda costa.

Esto se junta con la irresponsabilidad de millones de colombianos que no participan políticamente y que facilitan que esta clase política corrupta se atornille en el poder y dirija al país a su antojo. Y también a que muchos le entregan a un candidato decisiones tan importantes como la salud, la educación y la economía a cambio de un plato de lechona. 

Debemos hacernos responsables con nuestro voto, sabiendo que las condiciones de nuestras propias  vidas, de nuestras familias y de las generaciones que vienen es lo que está en juego. También busquemos distanciarnos de la corrupción que vemos en los políticos, y por qué digo esto, porque hay personas que no tienen problema con que haya fraude desde que favorezca al candidato de su preferencia, pero debemos partir de la premisa de que las elecciones sean transparentes y legítimas. 

Y para que sean así en este 2022 es necesario que como ciudadanía hagamos veeduría, denunciando cualquier tipo de irregularidad, desde compra de votos hasta alteraciones durante el conteo. 

Como colombianos tenemos el derecho de escoger el rumbo de nuestro país y no estar sometidos a una clase política corrupta que no ve más allá de sus propios intereses.