LO NACIONAL - POPULAR EN BOLIVIA: LA QUERELLA DEL EXCEDENTE (René Zavaleta Mercado)
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LO NACIONAL - POPULAR EN BOLIVIA: LA QUERELLA DEL EXCEDENTE (René Zavaleta Mercado)

... ¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran conciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para todo su futuro visible. ...

16 may 2018

Fragmento: LO NACIONAL  - POPULAR EN BOLIVIA

Autor: René Zavaleta Mercado

Año: 1986

Pág.: 19 - 23

CAPÍTULO I

LA QUERELLA DEL EXCEDENTE

“Es necesario, en suma, hacer un esbozo de toda la historia italiana, sintético pero exacto”

Es razonable concebir la crisis como un instante anómalo en la vida de una sociedad, y eso querría decir una hora en la que las cosas no se presentan como son en lo cotidiano y se presentan en cambio como son en verdad. Mal grado ello, si bien es cierto que la cuantificación de la sociedad no es posible sino con el capitalismo propalado como forma general y aunque es indudable que no hay una sola forma posible de conocer cada cosa, la crisis adquiere con relación a estas sociedades innumerables e incógnitas como la boliviana una connotación particular. Es la propia necesidad la que hace que cada modo de ser convoque a una forma de conocimiento, con lo cual sostenemos que será discutible hablar de un método de conocimiento general a todas las sociedades. 1 En ésta, en lo específico, la crisis actúa no como una forma de violencia sobre el orden de la rutina, sino como una aparición patética de las puntas de la sociedad que, de otra manera, se mantendrían sumergidas y gelatinosas. La cuantificación misma, como lo veremos a todo lo largo de esta historia, tiene un papel más relativo mientras más abigarrada es una sociedad; por el contrario, es en la crisis o su equivalente (la instancia de intensidad) donde se puede ver en sus resultantes o síntesis, pues se trata de la única fase de concentración o centralización, a una formación queque otra manera no aparece sino como un archipiélago. Si esto es verdad, no lo es en todos los casos porque ni toda la crisis es generalmente elocuente porque acá el grado de revelación es también proporcional al grado de generalidad de la crisis, ni la cuantificación como tal es algo que pueda echarse in toto. Lo importante es que, tarde o temprano, cada sociedad aprende que conocerse es casi vencer.

La voluntad de autoconocimiento es una frase no corpuscular de la existencia. La guerra, a su turno, es un momento intenso, pero no toda guerra es una crisis y ni uno ni otra abarcan en todos los casos al conjunto del objeto social. La historia de estos cien años de Bolivia será por fuerza entonces la historia de un puñado de crisis o aglutinaciones patéticas de la sociedad.

Pues bien, si hubiera que distinguir entre cómo la vive la Guerra del Pacífico y cómo la Revolución Federal2 (con lo cual queremos referirnos no a la externidad de estos acontecimientos, sino a su internalización colectiva) habría que escribir que la primera debe ser considerada en rigor (al menos en su primer momento) como un asunto de Estado o materia estatal, es decir, algo que ganó o perdió la clase dominante, por cuanto entonces no estaba diferenciada del Estado 3 como una responsabilidad suya ante sí misma. En los diferentes grados de integración, una guerra puede, en efecto, interesar a la sociedad y de un modo escaso al Estado o puede ser un negocio de una parte de la sociedad con el Estado o, en fin, permanecer en el puro nivel estatal. Decimos entonces que, en el modo ideológico inmediato que tuvo al ocurrir, la Guerra del Pacífico fue una guerra de incumbencia del Estado y de la clase del Estado, y no de la sociedad, al menos no de un modo inmediato. Vamos a ver luego  por qué. La Revolución Federal, en cambio, sacó al claro lo más vivo de los conflictos clásicos de la sociedad civil. 4

Esta nomenclatura (sociedad civil, Estado) no es siempre convincente. Sobre todo en un país como lo era sin duda la Bolivia de entonces, en la que la separación relativa del Estado, su autonomía, no se había producido de ninguna manera. Lo que llamamos Estado para ese momento era más bien la fracción de la casta dominante (porque era hereditaria) dentro de la propia sociedad civil, que se hacía (en esto la expresión hacerse de algo es muy expresiva) del gobierno de un modo ocasional, con una fugacidad característica. O sea que esta casta dominaba de un modo constante en la sociedad y de un modo intermitente en el gobierno, según sus partidos o facciones. 5

¿Qué podía significar, en efecto, Hilarión Daza respecto de Campero, qué Melgarejo con relación a Ballivián, el segundo (que era, además, su compadre)?6 En el mejor de los casos un diferente grado de legitimidad en el seno del a casta dominante, lo cual, después de todo, era importante porque ese necesita cierto derecho hereditario racional incluso dentro del mismo privilegio. La unificación de la clase dominante o su división es siempre un dato decisivo en lo que se refiere a la evaluación estatal.  En todo caso, que ella, la casta secular, admitiera de un modo casi indistinto a sus héroes paradigmáticos, como Ballivián, o a la suerte enigmática de un carisma brutal como Melgarejo es, en último término, algo que no tiene demasiada importancia, porque una cosa o la otra no contenían sino movimientos dentro de un mismo hecho clasista. Ballivián o Frías no significaba como lo máximo sino la proposición ilusoria del principio de la formación verificable del poder que después practicarían de una manera festinatoria Baptista o Arce. 7 La confrontación de la llamada Guerra Federal es, en cambio, algo mucho más profundo. Es la suma de Melgarejo y Linares, de Daza y Ballivián la que perdió esta guerra, la del Pacífico, cuyo contenido tardó tanto Bolivia en asumir.

¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran conciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para todo su futuro visible. Tratábase por cierto, en su cualidad, de la perdida territorial más indiscutible como pérdida, la más grave de modo terminante para el destino de Bolivia. Si apelamos a su connotación más inmediata, se podría decir que este corte obligaba a un porvenir seudoautárquico a un país poco dotado para un desarrollo autárquico. La misma heterogeneidad de este suelo dice a toda hora que no hay otra homogeneidad que la impuesta por la historia, es decir, por los hombres en actos conscientes y acumulados. De alguna manera, debía ser cierto  contacto especial y penetrante con el mundo el que debía facilitar algún tipo de excedente capaz de abastecer los requisitos, sin duda costosos, dela articulación de una diversidad que sólo podría convertir el logos del espacio clásico en  un mercado nacional coherente a partir de un programa sistemático. Aquí la vida es todo menos un acto espontáneo. Por consiguiente, con una suerte de conciencia desdichada apenas, Bolivia perdía la posibilidad de desarrollar un contacto fluido y auto determinado al menos en este mínimo margen (que es de la no dependencia territorial de acceso= con el mercado mundial que, por lo demás, sólo entonces comenzaba a dar las bases de lo que sería un sistema económico mundial. Cierto es que, en esta materia, la fetichización de esa pérdida o malogro suele ser un chivo expiatorio ideológico hacia la explicación de la inferioridad nacional, un manejo jeremíaco general, como diciendo, “el infortunio comenzó allá”. Actuaba en la elaboración de este exutorio lo que podemos llamar el paradigma del éxito o sea el efecto de seducción de los destinos centrales. Inglaterra, por tanto, para estos ojos tan de intramuros, parecía la alianza entre el comercio y el mar, que era por lo demás lo que estaba dispuesta a creer una forma capitalista cuya única modalidad de existencia fue siempre la del capital comercial.8 La verdad es que la cultura de estos pueblos, los que componen Bolivia, ha sido siempre una cultura mediterránea: no es una cultura que se encerró, sino una que se constituyó hacia dentro, lo cual quizá tenga que ver con ciertas inclinaciones a la insistencia histórica. 9 En caso alguno podía Bolivia  en un pueblo de navegantes y la cualidad concluyente del despojo conmovió a la formación por dos vías. Primero porque en la era del mercado mundial nadie puede construir ningún grado de autonomía (y sin autonomía, es decir sin aquél grado de autodeterminación que no impide el existir en el mundo, ninguna nación puede ser nación en efecto), sino en intercambio con aquél, es decir, que la única forma real de la autonomía consiste en una relación de pertenencia y a la vez de no contingencia respecto del mundo. En otros términos, lo menos que se puede decir es que esta circunstancia impidió a Bolivia la concurrencia expedita a un momento fundamental dela historia del mundo, momento a tal grado importante que podría decirse que el que no participa en él, tampoco puede conocer el mundo en la manera en que existe hoy y aquí. Bolivia resultaba un tributario doble a las metrópolis del mundo y a esta mediación geográfica ahora inevitable. 10 Es justo decir que lo que se produjera de excedente, a partir de entonces debía vencer no sólo la incapacidad de absorción del excedente, común por lo demás a todos los países de América Latina, sino también la lógica de las dos fronteras. Las riquezas de Bolivia, con todo, aparte que no son tantas, son también interiores. Es evidente que la disposición soberana del puerto o al menos del acceso a él no las habría hecho por eso menos interiores. El aislamiento exacerbó de un modo vicioso lo que, por otra parte, debe ser un carácter de todo proyecto boliviano, es decir, el no referirse a otro eje que no sea el de sí mismo. Se trata, por tanto, de un país que, aunque deba tener en cuenta la forma de su integración al mercado mundial, ha de concentrarse en una medida mucho más amplia que otros países en los aspectos autorreferidos de su desarrollo. No hay, en efecto, una manera más absurda de conocer una formación como la boliviana que a través de los indicadores que tienen pretensiones de validez general.

… …

 

 

 

 

1 El método general resulta al menos una posibilidad tan remota como la de una teoría general del Estado. Cada sociedad debe, en cambio, reconocer el método que a ella puede referirse o serle pertinente. Hay sociedades cognoscibles y sociedades no cognoscibles, sociedades cuantificables y sociedades en las que la forma de la articulación entre formas distintas es una cualidad. El conocimiento crítico, por la forma aglutinada de presentación heterogénea en ese pathos, es propio de sociedades de dudosa cuantificación como Bolivia. Véase R. Zavaleta Mercado, 1983

2 La Guerra del Pacífico enfrenta a Chile con Perú y Bolivia entre 1879 y 1884; la llamada Revolución Federal es una guerra civil en la que luchan los departamentos del sur, bajo la hegemonía de Chuquisaca, con los del norte, La Paz en lo básico. R. Condarco Morales, 1977

3 Aunque lo había estado de un modo ocasional, con Santa Cruz por ejemplo. Una verdadera distinción entre el gobierno como aparato y la clase dominante no se producirá en forma sino con la Revolución de 1952. Con todo, en esto debe considerarse siempre la tendencia del Estado a volver a la sociedad, en el sentido de que a causa del poder se vuelve a la sociedad pero mucho más poderoso y, a la inversa, el continuo impulso de todo aspecto de la sociedad pero sobre todo de algunos de ellos hacia el Estado. La estabilidad más o menos larga del Estado y de la sociedad no es el privilegio sino de pocas sociedades.

4 Véase el siguiente capitulo

5 Es notable por ejemplo la poca significación de las querellas entre crucistas y ballivianistas aunque debería considerarse cierta penetración del crucismo en el belcismo como algo dotado de significado. En cualquier forma, la naturalidad con la que la clase dominante chuquisaqueña conservadora se adaptó a la preponderancia de la clase dominante liberal paceña advierte que los vasos comunicantes entre una y otra eran abundantes.

7 J. Lemoine, Biografía de Camacho, citado en Alcides Arguedas, 1960

8 C. Sempat Assadourian, 1973

9 F. Tamayo, 1975

10  W. Guevara Arze, 1978; D. Sánchez Bustamante, 1979; J. Fellman Velarde, 1967; E. Oblitas, 1978

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