Por Rodrigo Rodríguez
-Yo pertenezco a la cuerda Los Cuñados de Santa Marta. Aunque no tenemos mucho tiempo con este consorcio, nos hemos dado a conocer con 2 gallos muy buenos. Excelentes diría yo. Un gallo pinto mío, que me hizo 2 peleas en la gallera La Samba del barrio Fundadores (oriente de la ciudad) y el otro gallo de mi socio, un pollo muy bueno. Un pollo morado pequeño que hasta el momento ha peleado en varias ocasiones y ha salido victorioso.
Jaime ‘el Cuñado’, como lo llaman de cariño en la gallera, se levanta desde muy temprano a cuidar sus gallos finos. Es la primera tarea que hace en su día a día. Limpiar los guacales para que los animales no se enfermen de tiña, un mal que lo genera el propio excremento del gallo o de karate, una enfermedad que proviene de la sangre y se asemeja al paño que le da a las personas, causando brotes blancos y rasquiña. El moquillo es la enfermedad más común y ataca las vías respiratorias de los pollos.
‘El Cuñado’ sale de limpiar y comienza a corretear a sus animales. El pinto y el morado de su socio son los primeros. Los gallos corren en círculos a la derecha y a la izquierda durante 15 minutos cada uno para que salgan a pelear con un buen estado físico. Les hace entre 7 y 10 correteos hasta alcanzar los 15 minutos pues las peleas en las galleras son de 12 minutos. Sabiendo que supera el tiempo, exclama mientras sonríe:
-¡Mis gallos no van a perder por estado físico!
El entrenamiento continúa con 10 minutos de mano, 3 minutos topa, que es ponerlos a pelear con un trapo y otros 2 minutos de cuerda que es ponerlos sobre una para que cojan estabilidad y fuerzas en sus patas.
Después de todo esto, termina uno por uno con los demás gallos.
-Mi gallería tiene pocos animales- dice. Contamos con 8 ejemplares, 6 en cuido y los otros 2 los tenemos en enrace, que es ponerlos a procrear.- Asegura orgulloso de su trabajo como criador.
El día ya empezó y Jaime ahora se va a bañar para alistarse y salir a manejar su taxi. También tiene que cumplir con las obligaciones de su casa y con su patrón.
-Él solo espera que lleve todos los días la tarifa del carro, que cada vez es más difícil de conseguir porque hay más vehículos en la ciudad y menos pasajeros que recoger- Dice esperanzado en que por la noche, en la gallera, su pinto saque otro espuelazo victorioso.