Perder a un bebé antes de que nazca es un drama doloroso. Como lo atestiguan cientos de mujeres que han vivido la experiencia, el sufrimiento que sienten las madres es indescriptible. Y lo es sobre todo porque es una muerte invisible, ambigua, a la que no se le hace el debido duelo porque ese individuo en términos legales nunca nació. Eso hace pensar que el sufrimiento es menor y por eso no existen para estos padres espacios donde puedan hacer un duelo como sucede con los demás seres humanos que fallecen. Peor aún muy pocos cuentan con una red de apoyo que les ayude a entender y a procesar ese dolor, que es tan grande como el de cualquier otro hijo. En Colombia no se conoce la incidencia exacta de la mortalidad perinatal, ya que no se registra en forma rutinaria la muerte fetal tardía. Hace dos años, en julio 22, Nathaly Gómez, una joven de entonces 20 años vivió con el que iba a ser su primer hijo. Semana la contactó para que contará su historia con miras a que el gobierno, los hospitales, los médicos y la sociedad entiendan la importancia de tramitar estos duelos y apoyar a los que viven este tipo de pérdidas.
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