El objetivo de Ankara es la milicia kurda de las Unidades de Protección Popular, que lideran las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe con la que Estados Unidos trabajó para derrotar a Estado Islámico (EI).
Los críticos temen que la ofensiva conduzca a una limpieza étnica de la población kurda que habita en esa zona y posibilite el resurgimiento del autodenominado EI.
La operación turca ha golpeado con dureza la zona nororiental de Siria bajo control de las FDS y se ha reportado la muerte de más de 50 civiles a ambos lados de la frontera.
Los kurdos han advertido que si prosigue la ofensiva, ellos no seguirán dando prioridad a la custodia de los militantes de Estado Islámico capturados.
Pero, ¿quiénes son los kurdos, cuál es su importancia estratégica en la región y por qué el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, les puso en el punto de mira?
Los kurdos son uno de los pueblos indígenas de las llanuras y tierras altas de Mesopotamia, que actualmente comprende el sureste de Turquía, noreste de Siria, norte de Irak, noroeste de Irán y suroeste de Armenia.
Se estima que entre 25 y 35 millones de kurdos habitan esta región montañosa, convirtiéndolos en el cuarto grupo étnico más grande de Medio Oriente.
Pero los kurdos nunca han logrado obtener un Estado independiente, pese a sus reclamos.
Hoy forman una comunidad distintiva, unidos por la raza, la cultura y el idioma, a pesar de que no tienen un dialecto estándar.
También se adhieren a un número de religiones y credos distintos, aunque la mayoría son musulmanes sunitas.
A principios del siglo XX, muchos kurdos comenzaron a considerar la creación de una patria, por lo general llamada "Kurdistán".
Después de la Primera Guerra Mundial y la derrota del Imperio Otomano, los aliados occidentales victoriosos hicieron una estipulación en el Tratado de Sèvres de 1920 para un Estado kurdo.
Pero esas esperanzas se vieron frustradas tres años después cuando el Tratado de Lausana, que estableció los límites de la Turquía moderna, no hizo estipulaciones para un Estado kurdo y dejó a este grupo con un estatus de minoría en sus respectivos países.
Durante los siguientes 80 años, cualquier movimiento de los kurdos para establecer un Estado independiente ha sido brutalmente sofocado.
A mediados de 2013, el grupo yihadista EI atacó tres enclaves kurdos en el norte de Siria. Los asedios se mantuvieron hasta mediados del año siguiente, cuando las milicias kurdas repelieron los ataques.
El avance de EI en el norte de Irak en junio de 2014 también atrajo a los kurdos de ese país al conflicto y el gobierno de la región autónoma de Kurdistán en Irak envió sus fuerzas peshmerga (combatientes kurdos) a áreas abandonadas por el Ejército iraquí.
En agosto de 2014, los yihadistas lanzaron una ofensiva sorpresa y los peshmerga se retiraron de varias áreas.
Cayeron varias ciudades habitadas por minorías religiosas, en particular Sinjar, donde militantes de EI mataron y capturaron a miles de yazidíes.
Como respuesta, una coalición multinacional encabezada por EE.UU. ejecutó ataques aéreos sobre el norte de Irak y envió consejeros militares en ayuda de los peshmerga.
Las Unidades kurdas de Protección Popular (PYG) y el Partido de los Trabajadores de Irak (PKK), quien ha luchado por la autonomía kurda en Turquía durante tres décadas y tiene bases en Irak, también acudieron en ayuda.
En septiembre de 2014, EI atacó un enclave de la población kurda en Siria conocida como Kobane, forzando la huida de miles de personas alrededor de la frontera con Turquía.
A pesar de la cercanía territorial, Turquía no atacó las posiciones de EI y no permitió que los kurdos turcos cruzaran la frontera para defender a sus aliados.
En enero de 2015, después de una batalla que dejó 1.600 muertos, las fuerzas kurdas recuperaron el control de Kobane.
Los kurdos -en coalición con otras milicias árabes bajo el nombre de Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y con el apoyo de la coalición liderada por EE.UU.- desplazaron de forma constante a EI a decenas de kilómetros cuadrados del territorio noreste de Siria y establecieron un control en una larga zona de la frontera con Turquía.
En octubre de 2017, las FDS se apoderaron de la capital de facto de EI, al Raqa, y avanzaron hacia el mayor asentamiento yihadista en Siria, en la provincia vecina de Deir ez-Zor.
El último bastión del territorio dominado por EI en Siria cayó ante las FDS en marzo de 2019.
Las FDS aclamaron la "eliminación total" del "califato" de EI, pero advirtieron que las restantes células yihadistas continuaban suponiendo "una gran amenaza" para el mundo.
Las FDS también se hicieron cargo de miles de sospechosos de EI capturados durante los últimos dos años de batalla, así como decenas de miles de niños y mujeres desplazados y vinculados con combatientes islamistas.
EE.UU. pidió la repatriación de los extranjeros, pero la mayoría de sus países de origen se han negado a admitirlos.
Ahora, los kurdos se enfrentan a una ofensiva de Turquía, quien quiere crear una "zona de seguridad" de 32 kilómetros al noreste de Siria para proteger su frontera y reubicar a dos millones de refugiados sirios.
Las FDS dijeron que defenderían su territorio "a todo coste" y advirtieron que lo que se había ganado contra EI podría ponerse en riesgo.
El gobierno sirio, apoyado por Rusia, también continúa prometiendo retomar el control de toda Siria.
Hay una arraigada hostilidad entre el Estado turco y los kurdos del país, que constituyen entre el 15% y el 20% de la población.
Los kurdos han denunciado en numerosas ocasiones un trato hostil por parte de las autoridades turcas.
En respuesta a levantamientos en 1920 y 1930 muchos kurdos fueron reubicados, sus nombres y vestidos tradicionales prohibidos, el uso de la lengua kurda restringido y su identidad étnica negada, designándoles "turcos de la montaña".
En 1978, Abdullah Ocalan estableció el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), que reclamó la creación de un Estado independiente dentro de Turquía.
Seis años después, el grupo comenzó una lucha armada y, desde entonces, más de 40.000 personas han muerto y cientos de miles han sido desplazadas.
En la década de 1990, el PKK redujo su demanda de independencia y en lugar de ello pidió una mayor autonomía cultural y política, pero continuó combatiendo.
En 2013, se logró un cese del fuego después de llevarse a cabo negociaciones secretas.
La tregua colapsó en julio de 2015, después de que una explosión suicida de la que se responsabilizó a EI matara a 33 jóvenes activistas en la ciudad de mayoría kurda de Suruc, cerca de la frontera siria.
El PKK acusó a las autoridades turcas de ser cómplices y atacó a cuerpos policiales y militares turcos.
Subsecuentemente, Turquía lanzó lo que llamó una "guerra sincronizada contra el terror" contra el PKK y EI.
Desde entonces, varios miles de personas, incluidos cientos de civiles, han muerto en enfrentamientos en el sureste de Turquía.
Turquía mantiene una presencia militar en el norte de Siria desde agosto de 2016, cuando envió tropas y tanques a través de la frontera y tomó control de la ciudad clave de Jarablus.
El objetivo militar de Ankara era evitar que la milicia kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo) tomaran el territorio y lo unieran al enclave kurdo de Afrin en el occidente.
El gobierno turco considera que los grupos kurdos de Siria, como el YPG, son una extensión del PKK y comparte su objetivo de secesión por medio de la lucha armada. Según Ankara, son organizaciones "terroristas" que deben ser eliminadas.
El YPG y PPK, por su parte, aseguran que son entidades separadas.
En 2018, soldados turcos y rebeldes sirios aliados expulsaron a los combatientes del YPG de Afrin. Decenas de civiles murieron y decenas de miles fueron desplazados.
Los kurdos suman entre el 7% y el 10% de la población siria.
Antes de que comenzara la rebelión contra el presidente Bashar al Asad en 2011, la mayoría vivía en las ciudades de Damasco y Alepo y en tres áreas separadas alrededor de Kobane, Afrin y el noreste de la ciudad de Qamishli.
Los kurdos de Siria durante mucho tiempo habían visto sus derechos reprimidos y se les habían negado derechos básicos.
Desde los años 60 se le ha negado la ciudadanía a unos 300.000 kurdos y su tierra ha sido confiscada y redistribuida a los árabes en un intento de "arabizar" las regiones kurdas.
Cuando el levantamiento se convirtió en una guerra civil, los principales partidos kurdos evitaron tomar partido públicamente.
A mediados de 2012, las fuerzas del gobierno se retiraron para concentrarse en combatir a los rebeldes en otras partes, y los grupos kurdos tomaron control.
En enero de 2014, partidos kurdos, incluido el dominante Partido de Unión Democrática (PYD), declaró la creación de "administraciones autónomas" en tres "cantones" de Afrin, Kobane y Jazira.
En marzo de 2016, anunciaron el establecimiento de un "sistema federal" que incluyó principalmente áreas árabes y turcas capturadas por EI.
La declaración fue rechazada por el gobierno sirio y la oposición siria, Turquía y Estados Unidos.
El PYD dice que no está buscando independencia pero insiste en que cualquier solución política para poner fin al conflicto en Siria debe incluir garantías legales para los kurdos y reconocimiento de su autonomía.
El presidente Asad ha prometido recuperar "cada pulgada" de territorio sirio, ya sea con negociaciones o con fuerza militar.
Su gobierno también ha rechazado las demandas kurdas de autonomía y dice que "nadie en Siria acepta conversar sobre entidades independientes o federalismo".
Según estimaciones, los kurdos representan entre un 15% y un 20% de la población de Irak. Y aunque históricamente han disfrutado de más derechos que sus vecinos kurdos de otros Estados, también se han enfrentado a una brutal represión.
En 1946, Mustafa Barzani formó el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) para pelear por una mayor autonomía en Irak. Sin embargo, no fue hasta 1961 que no lanzó una contienda armada completa.
Años más tarde, a finales de los 70, el gobierno empezó a asentar árabes en áreas de mayoría kurda, concretamente alrededor de la ciudad rica en petróleo de Kirkuk, y forzosamente relocalizó a los kurdos.
Esta política se aceleró en la década de 1980 durante la guerra entre Irán e Irak, en la cual los kurdos apoyaron el bando iraní.
Como represalia, Saddam Hussein inició una campaña contra los kurdos que incluyó el ataque con armas químicas en Halabja, en el contexto de la guerra.
Tras la derrota de Irak en la Guerra del Golfo en 1991, los kurdos se rebelaron contra Bagdad. Pero el violento sofoco de la rebelión hizo que EE.UU. y sus aliados impusieran un veto de vuelos sobre una zona en el norte que permitió a los kurdos disfrutar de cierta autonomía.
A pesar de ostentar un acuerdo para compartir el poder, una guerra civil emergió entre kurdos iraquíes rivales en 1994 y se extendió durante cuatro años.
En 2003, los kurdos cooperaron en la invasión a Irak liderada por EE.UU. para derrocar a Sadam Hussein y gobernaron en coalición bajo la autoridad regional de Kurdistán, creada para administrar tres provincias del norte de Irak.
En septiembre de 2017, se celebró un referendo sobre la independencia tanto en Kurdistán como en las áreas en disputa de las que se apoderaron milicias kurdas en 2014. El gobierno central de Irak se opuso a este voto, insistiendo en que era ilegal.
Más del 90% de los 3.3 millones de personas que acudieron a las urnas apoyaron la secesión y Bagdad demandó que el resultado del referendo fuese anulado.
Al siguiente mes, fuerzas a favor del gobierno iraquí recuperaron el territorio en disputa que regían los kurdos. La pérdida de Kurk y sus ganancias petroleras fue un golpe contundente contra las aspiraciones kurdas de conseguir un Estado propio.
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