Un lugar borrado por el tiempo

Estábamos en invierno de 1988, en ese momento estaba viviendo en  Valais Suiza junto a mi madre y en ese entonces era un pueblo relativamente pequeño y seguro, lejos del avance tecnológico industrial de hoy en día.

Cuando se habla de montañas y suiza irreparablemente las personas tienden a pensar en los Alpes Suizos pero esto no se trata de aquellas imponentes montañas (Las cuales tienen su encanto claro que sí) sino de unas que estaban ubicadas tras un parque que había en mi zona a la cual solía ir con mis amigos, aunque ese día recuerdo haber ido solo ¿Por qué? Supongo que estaba atravesando una fase de rebeldía y no pensé muy bien las cosas antes de subir la montaña solo en plena noche invernal y gélida. No sé muy bien que me pasó por la mente como para hacer eso tan arriesgado. Pero por lo menos no me arrepiento.

Era como el quinto o sexto día más helado de toda mi vida, no traía guantes puestos y me castañeaban los dientes, sin embargo decidí seguir cuesta arriba por pura terquedad, puedo asumir, nunca he sido alguien que tolere perder…y menos contra algo como los elementos pensaba en ese entonces.Mientras más y más subía podía sentir que algunas partes de mi cuerpo se empezaban a adormecer y mi aliento se empezaba a volver una nube espesa blanca entre la negrura de la noche.En fin, llegué a una zona más o menos plana cubierta de nieve y pocos pinos a su alrededor, no podía escuchar mucho pero aquí es donde empieza el momento crucial en donde yo comencé mi travesía por las montañas.

Quedándome totalmente estático vi como dos figuras relativamente pequeñas corrían a la par y se acercaban a gran velocidad a mí. Yo paralizado al ver como dos pequeños zorros empezaban a correr en círculos a mí alrededor repetidas veces, no pude más que tener una expresión anonadada y gratamente sorprendida y tan rápido como este evento llego se marchó.

Yo como todo buen niño curioso luego del shock  los trate de perseguir para  ver a donde iban esas peculiares criaturas que en circunstancias normales jamás se me hubiesen acercado.

Corrí tanto como mis pobres pulmones agotados de tanto aire frio que ingresaba a mí me lo permitieron, entonces, nunca he estado más seguro de que allí fue el clímax de todo el asunto…ante mí y ya dejando de lado que las pequeñas criaturas habían corrido más lejos que yo, había un árbol enorme! Gigantesco y eso aún se quedaba corto (o tal vez es mi mente oxidada con los años que me hace recordarlo así) pero lo impresionante en su totalidad no era eso, sino toda la escena en sí.

Una aurora boreal pintaba el cielo nocturno proyectando su luz contra el árbol atravesando los cristales de hielo congelados en las pocas pero finas ramas de aquel monumento dando como resultado un resplandor sin igual, la nieve a su alrededor parecía brillar reflectando la luz del cielo de tan blanco y pura que estaba, yo olvidándome de todo lo que me aquejaba aprecie con un suspiro cada detalle, cada cosa que me estaba brindando aquel momento y la suerte que parecía tener en aquel entonces.

Llegué rebosando de dicha totalmente deleitado por lo que mis ojos acababan de presenciar…la emoción que sentía era demasiada, no hubo eventos sobrenaturales como susurros en el viento o animales parlantes, sin embargo, las emociones de tener algo tan bello visualmente movió algo de mi joven y tierno corazón...

Termine yendo todas las noches secretamente para ver ese hermoso festín visual, no todas habían luces verdes en el cielo, pero si en todas era conmovedor ver el paisaje silencioso iluminado por luz natural.

Crecí con esos paisajes, cada noche me aventuraba a encontrar más maravillas y no sé cómo no termine dentro de una zanja entre la nieve pero si seguí vivo debía aprovechar cada instante para ver tales cosas.

No encontraba puntos de comparación en ningún otro lugar, no me provocaba tal sentimiento. No era lo mismo una caminata en el bosque seco que una noche explorando cada inhóspito rincón de una de esas maravillosas y fascinantes elevaciones de tierra cubiertas de nieve. Era y es hasta la fecha de hoy un sentimiento al cual no le he podido dar explicación…pero asumo que esa única noche basto para que yo quedara enamorado de tales maravillas. Quería estudiar aquel habitad, quería recorrerlas todas y de ser posible vivir en una, sé que suena exagerado pero tal era mi fascinación. Supongo que si todos los factores se hubiesen dado en una playa o en un desierto no hubiese sido igual. La emoción de recorrer la subida con frio latente, la agitación de ver el paisaje tan hermoso y saber que era exclusivamente para mi fueron incomparables.

Es una pena que luego de tantos años de giras por el mundo cuando visite mi antiguo hogar para echar un vistazo a lo que me impulso a lo que sería mi vida, parecía no estar…

La cuesta arriba estaba atrás del antiguo parque pero se sentía diferente, no encontraba nunca el mismo espacio ni la misma vista de todo lo que alguna vez explore…parecía cambiado de alguna manera, tenía otro tipo de encanto el saber que aquellas vistas cambiaban al igual que nosotros y que mi amor incondicional por explorar aquellos picos altos no se debían a algo que se quedó estancado en el tiempo hasta volverse repetidor, se había transformado en algo aún más hermoso a pesar de que en mi memoria siempre estará como un lugar borrado por el tiempo.

No sé si alguien llegue a creer esto, pero vale la pena dar mi valía sobre la versión de los hechos.