La Surikata y la Macrix. Por Anita Zen

Un día la Surikata descubrió que estaba conectada a un televisor...

25 oct 2017

Un día la Surikata descubrió que estaba conectada a un televisor. El cable salía de su costilla izquierda e iba directo al artefacto parlante.

La Surikata miró el cable.

Era transparente, delgado, parecía nuevo, pero a la vez no lo era tanto.

Se le notaban viejos parches aunque imperceptibles.

La Surikata empezó a conjeturar miles de opciones: ¿Soy un robot? ¿Soy de otro planeta? ¿Qué soy?

La Surikata empezó a tironear del clave y la televisión cada vez sonaba más fuerte:

¡ESTA ES LA VERDAD, ESTA ES LA VERDAD!, gritaba un tipo desaforado.

La Surikata pensó:

¿Cuál es la verdad de este cable? ¿De dónde sale? ¿Quién me lo puso? ¿Cuánto hace que lo tengo?

Y la Surikata, que vivía en un mundo feliz e ilusorio, empezó a sentir angustia, miedo, pánico, horror...

Y recordó a la Kuka y al espejo.

Recordó a la Kuka pidiéndole que apague la televisión. La recordó y lloró un rato largo abrazada al cable...

Pero después de llorar un rato largo, entre hipidos y lágrimas gruesas, se aferró a la única realidad que conocía: al control remoto.

Y la Surikata se inventó una hipótesis que la conformó:

"Por algo estaré conectada, todo tiene que tener una buena explicación"

La Kuka miraba por la ventana toda la escena y moviendo la cabeza a ambos lados pensó que la Surikata aún no estaba lista para despertar de la Macrix.

Ya llegaría el momento de darle la píldora roja, pero no todavía, no todavía…

Anita Zen

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