La insurrección del pueblo haitiano está llegando a su segunda semana, con protestas que son la continuidad de la enorme lucha que tumbó el “gasolinazo” de julio de 2018 e hizo renunciar al ex primer ministro Jack Guy Lafontant, luego de haber anunciado un fenomenal aumento del precio de los combustibles: 38% la gasolina, 47% el diesel y 51% el kerosene.
Durante el 6 y 7 de julio de ese año, en Puerto Príncipe, la capital, y otras ciudades se organizaron bloqueos de rutas, mientras que decenas de tiendas fueron saqueadas y al menos cuatro personas murieron durante los disturbios. Lafontant, que había asumido su cargo en febrero de 2017 siendo objeto de duras críticas, se vio obligado a dar marcha atrás, retirando el anunciado aumento.
A pesar de que Haití es el país más pobre de América Latina, su presidente, Moise, sigue tratando de cumplir con las draconianas exigencias del FMI, en medio de una verdadera catástrofe social: más del 60% de la población sobrevive con ingresos menores a la línea de la pobreza, 2,41 dólares al día, y un 24% se ubica directamente en una situación de pobreza extrema con un ingreso promedio de 1,23 dólares al día.
El año pasado la economía creció apenas un 1,4%, en un contexto dentro en el que cerca 41% de la población carece de trabajo y los dos tercios que trabajan, cumplen sus labores en empleos informales.
Esta situación se agrava entre los/as jóvenes, que constituyen más del 50% del total de habitantes, cerca de 10 millones, de un país que tiene el triste “record” de ocupar el puesto 163 entre 188, en un ranking de la ONU que mide el “Índice de Desarrollo Humano”.
El presidente Moise asumió el cargo cuatro meses después de que el poderoso huracán Matthew dejara 500 muertos, situación que agravó las consecuencias del terremoto de 2010 donde murieron 300.000 personas.
En ese marco Haití cuenta con el índice de menor concurrencia a las urnas del continente, expresando de esa manera la decadencia del régimen democrático burgués que se impuso luego de la caída de la dictadura de los Duvalier.
Por eso los trabajadores y el pueblo de Haití no sólo protestan contra las inhumanas condiciones de vida, sino que reclaman la renuncia de Moise al que acusan de corrupto, debido a sus negociados con el gobierno venezolano, con los fondos de Petrocaribe, un acuerdo por el cual los “bolivarianos” suministran petróleo a varios países caribeños.
Haití vive un estado de Huelga General con la paralización de las escuelas, los bancos, el comercio y las estaciones de combustible y con hospitales que enfrentan problemas debido a los bloqueos de carreteras y la falta de medicinas.
Algunas embajadas, como EE.UU., comenzaron a evacuar a parte de su personal, caracterizando que en las protestas impera un claro sentimiento antiimperialista.
En Puerto Príncipe, una ciudad llena de barricadas y con miles que enfrentan a la policía y organizan saqueos para abastecerse con productos básicos, la Cámara de Diputados acaba de rechazar el presupuesto para este año, de u$s1.650 millones, una decisión que ha sido interpretada como un elemento más que empuja hacia la "ingobernabilidad" del país por parte del actual oficialismo.
Para enfrentar esa situación, desde el gobierno a través del nuevo primer ministro Jean-Henry Céant, se plantearon algunas medidas de emergencia, que consistirían en recortar los gastos del primer ministro y la sugerencia hacia el resto de los funcionarios para que hagan lo mismo, dejando de lado ciertos “privilegios innecesarios”.
Además se anunció un encuentro con los dueños de las fábricas para evaluar la posibilidad de otorgar un aumento al salario mínimo.
La lucha del pueblo Haitiano es una de las expresiones más radicalizadas del ascenso obrero y popular que recorre el continente, emparentándose con la lucha de los docentes de Los Ángeles, la huelga de las maquilas de Matamoros en México o la paralización nacional de maestros y maestras en Venezuela.
Las organizaciones Revolucionarias deben solidarizarse con esta insurrección que conmueve al régimen haitiano y promover una dinámica similar para el resto del continente.
Nico Kobane
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