Idola Fori es el nombre de uno de los libros más importantes de la historia del pensamiento colombiano, escrito por Carlos Arturo Torres (1867-1911) y publicado en España hace cien años.
Idola Fori -como Torres mismo explicó- era el nombre con que el filósofo inglés Francis Bacon había llamado a las ideas que seguían predominando en "el espíritu, después de que una crítica racional ha demostrado su falsedad". Examinar estas fantasías mentales -los Ídolos del Foro, "verdaderas supersticiones políticas"- fue su propósito. Ante todo, el libro de Torres fue un manifiesto intelectual para la reconciliación de los colombianos tras la Guerra de los Mil Días, contra la que él, como dirigente del Partido Liberal, se había opuesto.
Idola Fori es un tratado contra el fanatismo y los dogmas que conducen a la tiranía. Y una defensa abierta de los valores de la tolerancia: "Todo fruto perdurable es el resultado de una transacción". Torres dedicó especial atención a dos tipos de "fantasías mentales", que siguen siendo particularmente relevantes: las "supersticiones democráticas" y las "aristocráticas".
Por "supersticiones democráticas" entendió la falsa creencia en la infalibilidad de las mayorías. El proverbio que atribuía a la "voz del pueblo" dones divinos "no se confirma (...) en los más trágicos momentos de la historia". Por eso advertía sobre los males de las pasiones colectivas engendradas por la opinión pública, ese "supremo tribunal de los tiempos modernos". Y repetía una cita de Rodó: "Las mayorías compactas son el enemigo más peligroso de la libertad".
Sus críticas fueron más fuertes contra "las supersticiones aristocráticas", identificadas con la deificación de los hombres "providenciales", "salvadores de pueblos". Cuando se atribuía a "un hombre sólo el mérito de la obra colectiva" se alimentaba el desdén por "la obra impersonal, que es enorme en la historia", y se imponía "con carácter de dogma la semidivinidad de unos a expensas del resto de la especie humana". La proclamación de tales "superioridades" -tanto de líderes políticos como intelectuales- se había "convertido más de una vez en tiranía".
Torres se opuso a quienes llamaban a la guerra para resolver problemas. Esos llamados creaban el pedestal para los "Césares democráticos", cuya emergencia se debía a las convulsiones de los conflictos. Su "aparición" implicaba "un período de retroceso", de consecuencias funestas. Bajo los caudillos se perdían hábitos sociales de autogobierno, al confiarle "la solución de los problemas públicos a (...) una sola voluntad". A tales liderazgos providenciales había que anteponer "el respeto a la ley, el concepto de dignidad nacional y el culto serio de la libertad".
Es lamentable -como lo observa el profesor Rubén Sierra Mejía en su introducción a las Obras de Torres (Instituto Caro y Cuervo, 2001 y 2002)- que hayamos ignorado por tanto tiempo el valor de sus trabajos. Idola Fori -un texto también de rechazo al "nihilismo rencoroso de los demoledores"- termina con un manifiesto de fe en el poder de las ideas, cuya efectividad depende del ejercicio intenso de la persuasión racional.
Al cumplirse su centenario, Idola Fori, de Carlos Arturo Torres, sirve el propósito que él mismo veía necesario frente a las amenazas de la tiranía: "Vigorizar la fuerza de resistencia de la masa a las iniciativas perniciosas de los caudillos para que cuando llegue la hora del llamamiento siniestro haya una energía reactiva que diga: '¡No!'."
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