Del HÉROE al SUPER HÉROE. (Pablo Mansilla)

En las últimas jornadas de protesta contra el gobierno ha sido común ver a niñ@s vestidos de súper héroes bloqueando calles con sus juguetes. Por supuesto son los padres los que los colocan ahí, su actitud es reprobable y nos lleva a pensar tres escenarios:

1)    Están educando a sus hijos como princesas y súper héroes engañándoles con una realidad imaginaria en la que les aseguran que triunfarán frente a un dictador sanguinario. Los mandan al futuro con una varita mágica y mañana, cuando se enfrenten a una verdadera dictadura, los van a hacer pedazos. En lugar de afinar los tensores morales de los infantes los manipulan con principios importados de democracia y libertad, burda manera de convertir la moral en moraleja.

2)    Los  opositores de hoy son gente de clase media pudiente, que se beneficia de la estabilidad monetaria vigente desde 2006, basta ver en las fotos los juguetes, los carros, las casas, etc. Ya olvidaron las épocas de déficit neoliberal cuando pedíamos prestado del FMI para pagar salarios cada fin de año. Clase media en proceso de aburguesamiento que participa por primera vez en marchas callejeras sin poder explicar muy bien por qué, obligados por la “invitación” de amigos, compañeros de generación o mentores, con pena de ser tachados de masistas o ser excluidos de la “rosca” si faltan. Hay que ver a las  chicas marchando con tacones por calles empedradas, convirtiendo la ética en etiqueta.

3)    Tienen el discurso de la posverdad, la mentira y el olvido del pasado. Se trata de lograr una matriz de opinión donde se piense que todo lo que diga el gobierno es mentira, todo lo que hizo o hará esta mal y todo el que lo apoye es un masista corrupto. Utilizan la Doctrina del Shock (Naomi Klein) para generar impactos en la psicología social por medio de tragedias futuras: “te van a quitar tu casa”, “habrá estado de sitio”, “es una dictadura”, y una vez creada la conmoción es fácil expandir el pánico en estas clases desclasadas y despolitizadas, que repiten la mentira hasta hacerla verdad, sobretodo a l@s niñ@s. La distorsión de la verdad, ya ensayada por el Cártel de la Mentira, cae por su propio peso, pero tal vez logre ganar algún referendo o generar una fuga de capitales o tal vez que uno de estos niños disfrazados de superhéroe salga lastimado, y así validar su tesis de “la dictadura”. En la Bolivia imaginaria todo puede pasar, ya que convierten la historia en historieta.