El viernes 12 de abril de 2019, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, se reunió con la canciller alemana, Angela Merkel, en un encuentro breve en Berlín, antes de que Poroshenko continuara su viaje a París, en donde se reunió con el presidente francés Emmanuel Macron.
Los dirigentes de Alemania y Ucrania quisieron volver acercar a sus respectivos países, después de los desacuerdos políticos ocasionados por la colaboración ruso-alemana en la construcción del gasoducto submarino Nord Stream 2, con el que Rusia quiere exportar gas por Europa sin que pase por Ucrania, debido a que Rusia y Ucrania se encuentran en estado de guerra tras la anexión rusa de Crimea, y tras el alzamiento armado pro-ruso en el Donbass.
El estancamiento en el proceso de paz del Donbass es uno de los motivos por los que las relaciones diplomáticas de Alemania y Ucrania van teniendo altibajos. El estado germano ha sido una de las potencias que más ha apoyado al gobierno ucraniano durante la guerra del Donbass, pero la inflexibilidad que ha mostrado Poroshenko en éste tema no ha sido del agrado de la canciller alemana.
Francia y Alemania abogarán por intensificar la pacificación del Donbass dentro de las conversaciones del Cuarteto de Normandía (Rusia, Ucrania, Francia y Alemania; más Reino Unido y Estados Unidos, que han sido invitados para que intervenga en éste grupo diplomático, pero aún está por ratificarse dicha invitación).
Al terminar la breve reunión de Poroshenko con Merkel, el presidente ucraniano anunció estar dispuesto a iniciar una tregua en el Donbass que empezará el 18 de abril (Jueves Santo), con motivo del Triduo Pascual, los días más importantes para los cristianos durante las fiestas religiosas de la Semana Santa. Aunque tampoco se descarta que pueda deberse a motivos electorales. El Domingo de Resurrección (21 de abril) es la segunda ronda electoral en Ucrania, unas elecciones en las que se prevé que gane el candidato europeista y defensor de la entrada a la OTAN de Ucrania, Volodymyr Zelensky, que cuenta con el apoyo del 61% de los votos, frente al 24% de Poroshenko.
Pese a que no está claro que Poroshenko gane las elecciones y siga desempeñando la presidencia ucraniana, el dirigente eslavo está abierto a debatir la paz en una nueva cumbre del Cuarteto de Normandía, volviendo a insistir en que Rusia debe permitir que los Cascos Azules de la ONU entren en el Donbass (una medida que Rusia rechazó varias veces porque cree que los Cascos Azules serían usados como una fuerza de ocupación de las repúblicas de facto de Lugansk y de Donetsk), y que el ejército ruso libere a los 24 marineros ucranianos que intentaron adentrarse en el estrecho de Kerch, a bordo de dos lanchas y un remolcador de la Marina de Guerra ucraniana, el pasado 25 de noviembre de 2018.
Mientras tanto, la Unión Europea tiene en cuenta los resultados de la primera ronda electoral ucraniana, y tanto Alemania como Francia han empezado a tener contacto con Zelensky; tanto es así, que Macron invitó al candidato ucraniano al Palacio del Elíseo de París, con el que mantuvo una reunión horas antes de la llegada de Poroshenko. El gobierno ucraniano ha mostrado su desagrado por dicho encuentro, que encuentra «desagradable y extraño» esta situación, porque podría influir en el voto de las próximas elecciones la visión de que Zelensky sea el candidato favorito de Europa.
Zelensky se ha mostrado varias veces partidario de la negociación con Rusia, aunque también ha mostrado su opinión de que, con Vladimir Putin en el poder, es muy difícil llegar a un acuerdo con Rusia. El candidato ucraniano sugirió al presidente francés la posibilidad de invitar a Reino Unido y a Estados Unidos a las negociaciones por el Donbass.
Para Poroshenko, la forma como Zelensky lleva las cosas: «Se trata de una muestra de incompetencia o de un intento consciente de restarle a Rusia responsabilidad por la agresión contra Ucrania.»
Debido a que Zelensky, a lo largo de su campaña electoral, propone evitar que el conflicto militar contra Rusia y las repúblicas de Novorrusia estalle de nuevo; Poroshenko teme que su opositor pueda arruinar los escasos logros conseguidos a través de las diferentes negociaciones que se han llevado a cabo desde 2014:
«Cualquier persona que pretenda reconstruir formatos de un diálogo entre países debe primero leer libros, en lugar de destruir con su incompetencia lo que se ha hecho en los últimos cinco años.»
Tanto Merkel como Poroshenko prefirieron no hablar de los asuntos que les separan, como el gasoducto Nord Stream 2 y el estancamiento de la paz en el Donbass, tras la firma del Acuerdo de Minsk de 2014. Aún así, la canciller alemana recomendó una solución para que la construcción del gasoducto germano-ruso no afecte negativamente a Ucrania que, a día de hoy, se beneficia de las enormes tasas de tránsito de gas ruso por su territorio.
13 de Abril de 2019.
Año I. Día 56. Artículo 128.
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