Por Romina Zárate y Magalí García
Esteban Rodríguez Alzueta es director de la Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades (UNQ), del Laboratorio de Estudios Sociales y Culturales (LESyC –UNQ) y del Programa de Extensión “El derecho a tener derechos” (UNLP).
El LESyC es un espacio de conocimiento y experimentación sobre conflictividades sociales en la ciudad que propone explorar y analizar la violencia policial, el encarcelamiento masivo, la desidia y el clasismo judicial, las violencias interpersonales, los linchamientos vecinales y la justicia por mano propia, el universo transa, el tratamiento truco que el periodismo ensaya sobre todos estos eventos. Pero también, se abordan las prácticas que los jóvenes van componiendo para hacer frente a la estigmatización social y la promovida por los medios masivos de comunicación.
Interiorizanos sobre el proyecto de investigación que estás desarrollando en la UNQ
Los proyectos tienen que ver con la violencia policial, con las violencias urbanas. Hace unos años creamos en la universidad de Quilmes el LESyC sobre violencias urbanas para trabajar el efecto que tienen dichas violencias en la vida de los pibes. En ese marco, vengo dirigiendo varios proyectos.
Uno, es sobre las estrategias que desarrollan jóvenes que viven en un barrio pobre para hacer frente a situaciones que ellos referencian como problemáticas, estrategias de seguridad que van construyendo colectivamente en función de experiencias propias o ajenas en su vida cotidiana. Este es un proyecto que lo trabajamos en Don Orione, Claypole, Partido de Almirante Brown, durante dos años y medio, ya terminó y publicamos un libro, que prácticamente es el resumen de esa experiencia.
Ahora estamos encarando un proyecto de investigación sobre hostigamiento policial, que generalmente se la piensa como “el gatillo fácil”, la tortura. Lo que planteamos es que cuando a un pibe lo torturan o lo matan, seguramente ese pibe también fue objeto de otras prácticas que muchas veces los jóvenes la viven como violenta y que no suelen ser agregadas como tal por parte de los organismos de derechos humanos u otros actores judiciales. Lo que estamos estudiando es la violencia como una categoría más amplia, no asociándola con la agresión física sino que también hay una dimensión moral que tendrían que tener en cuenta para poder agendar a esos otros eventos que los pibes referencian como problema, la detención sistemática por verificación de identidad, en los cacheo humillantes, las requisas de sus pertenencias, las demoras en las comisarias no están hechas de buenos modales, estas hechas de maltratos y destratos. Todos estos tipos de maltrato, destrato, verbales y gestuales agreden a la dignidad de las personas. Violencia no es solo aquello que nos marca en el cuerpo si no aquello que también deja una marca en la subjetividad de las personas.
En este proyecto estamos yendo a distintas escuelas del partido de Quilmes para ver como es esa relación que tienen los pibes con la policía y la policía con los pibes.
¿Crees que la policía recibe preparación para no ejercer violencia con los jóvenes?
Creo que uno aprende a ser policía mucho antes de anotarse en una escuela de policías, en todo caso lo que hace es interpelar ese imaginario que existe y que preexiste, aprende cuando sale a la calle. El momento de formación tiene que ver con un momento de iniciación. Eso no habla del fracaso de la formación, si no que es muy difícil poner en crisis ese imaginario con el que llegan los pibes a la escuela.
¿Con respecto a las políticas de seguridad implementadas por este gobierno y los anteriores encontras diferencias?
Bueno, en realidad no hay mucha diferencia. Cambian los funcionarios, cuantas purgas se han hecho y exoneraciones, y la policía sigue siendo la misma maldita policía. La pregunta es ¿Por qué permanecen las policías?.
El kirchnerismo en materia de seguridad no pudo reproducir una perfomance progresista que supiera disparar para otros problemas, otras agencias. En materia de seguridad antes que una “década ganada” fue una década perdida. El kirchnerismo le debe bastante al menemismo, eso no significa que con Cambiemos no haya algunas diferencias.A mi me parece que Cambiemos le agrega una legitimidad explicita a la brutalidad policial, es decir las declaraciones de los funcionarios son las palabras que muchos policías querían escuchar. Por eso el aumento del maltrato en la vía publica.
La policía se maneja con un perfil: si son jóvenes, masculinos, morocho, de un barrio pobre, un estilo de vida y pautas de consumo, si andan con ropa deportiva o usan gorrita. Tenes mas chance que te detengan, si sos morocho que si sos blanco, si sos joven que si sos adulto, si sos hombre que si sos mujer. ¿Por qué? Porque trabajan con un patrón, que tampoco es patrimonio exclusivo de la policía, la brújula con la que se orienta la práctica policial es la misma que ultilizan los vecinos de un barrio. Quiero decir que si vos ves una abuela caminando por la calle no te vas a cruzar de vereda. Entonces, digo no hay olfato policial, si no olfato social.
¿Cómo se resuelve la violencia policial?
No se resuelve solamente con una mejor formación o con protocolos que adecuen su función a estándares de derechos humanos, no se resuelve con controles externos. Todo esto hay que hacerlo. Pero si al mismo tiempo, no se pone en crisis ese imaginario social autoritario, difícilmente se va a poder poner en crisis esas rutinas policiales. Porque esas rutinas violentas se sostienen de ese imaginario social violento. Eso significa que se duplicaron los problemas para cualquier gobierno. Hay que desatar esos estigmas.
El 9 de abril cuando los docentes fueron reprimidos ¿qué tipo de política de seguridad se aplicó a diferencia del anterior gobierno?
Es un problema esa represión. En realidad, en materia de protesta social, sí marcaría una fuerte distinción entre este gobierno y el gobierno anterior. En el kirchnerismo hubo una desición de no reprimir a las protestas y tampoco judicializarlas, de no transformarlas en un conflicto social sin litigios judiciales. Esto no significa que se había discriminalizado la protesta, porque la figura que se utilizó para perseguir a la militancia en la década de los 90’ no se sacó del código penal, si no que hubo una figura política de no judicializar la protesta, es decir no usar el código penal para transformar conflictos judiciales en letigios judiciales y tampoco de reprimirla. En la gestión de Anibal Fernandez, luego en la gestión de Nilda Garré, donde trabajé como asesor (2011-2012,) se creó un protocolo para manifestaciones públicas, donde lo que se trataba era darle herramientas a la policía para que cuide a los manifestantes en el ejercicio legítimo de sus derechos a manifestarse. El famoso protocolo anti-piquete, luego en la gestión de Bullrich, es todo lo contrario porque no se trata de proteger a los manifestantes si no al transeúnte, al que está manejando. Porque se liga la protesta como un caos de tránsito y además como un delito, esto que está haciendo la Ministro no empezó en diciembre del 2015, si no que de alguna manera es contribuida de la gestión de Sergio Berni que fue el primero que empezó a desandar lo que había hecho Garré en el kirchnerismo.
"Violencia no es solo aquello que nos marca en el cuerpo si no aquello que también deja una marca en la subjetividad de las personas." Para más información escuchá el Audio original Jornada "Delito, violencia y policía"
Epigrafe de foto: Esteban Rodríguez Alzueta
Fuente: Magalí García / Romina Zárate
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