Película “Entre maestros”
El documental “Entre maestros” recoge el sueño de Carlos González, un profesor de Secundaria que quería enseñar a sus alumnos de una manera diferente, para sacar lo que llevaban dentro y prepararles de verdad para la vida. De su labor diaria durante 24 años surgió el libro Veintitrés maestros, de corazón: un salto cuántico en la enseñanza y, ahora, una película que pone en práctica su teoría de “educar empoderando”, es decir, dando seguridad al alumno para que él mismo descubra el mundo.
La película muestra cómo lo que comienza siendo un escrito literario termina convirtiéndose en material audiovisual. Para ello, se seleccionan a once jóvenes de un total de cien que se presentaron para participar de clases de Matemática y Física que, sin que ellos lo sepan anticipadamente, serían orientadas a lo largo de las clases, por el Principio Socrático “Conócete a ti mismo”. El criterio de selección de los jóvenes participantes se efectuó a partir de la escucha de sus propios discursos; es decir, de poder ubicar allí sus dichos en relación a cómo eran ellos como estudiantes, qué cuestiones sentían que les obstaculizaba el sistema formal, y sobre todo cómo maniobraban con la propia frustración al sentir que tienen que estar obligatoriamente en un dispositivo del que consideran no apropiarse, viviéndolo como algo ajeno e impuesto por otros.
El objetivo del proyecto propuesto por González es, entonces, lograr que en doce días estos jóvenes puedan vivenciar el despertar del propio conocimiento a partir de producir lazos con otros; generando un rol activo en ellos y partiendo de considerar a cada alumno, en tanto sujeto supuesto saber.
Allí, la única vía que encontraron el director y el profesor para que la ficción literaria se encarne en la realidad, fue crear una experiencia educativa que se inicia como un escenario filmográfico pero que, más temprano que tarde, genera efectos en todos y cada uno de los participantes. Las vivencias educativas presentadas en el film nos invitan a hacernos pregunta sobre la posibilidad de pensar una educación sistemática y masiva con estas u otras características, diferentes a las instituidas en la actualidad, que den lugar a la subjetividad de quienes habitan la escuela. Nos preguntamos, además, qué sucede con aquellos sujetos que no logran ser incluidos por alguna de las categorizaciones que suelen instalarse en las instituciones escolares.
En esta línea, se puede pensar a la educación como un proceso de socialización por sí mismo, un hecho educativo que se gesta con un mínimo de dos personas, siempre a partir de su encuentro, triangulado por el contenido a ser aprendido, el contenido escolar. Pero ¿cuáles son las condiciones necesarias para que dicho encuentro se produzca efectivamente? En principio, es claro que excede la mera coexistencia de un alumno y un profesor en el contexto áulico.
Resulta de particular interés la posición del profesor González a lo largo del film. Es dable pensar que la verdadera oferta del docente no es sólo de contenidos educativos, sino la del marco de su deseo que incluye un vacío para alojar la particularidad del sujeto y desde ahí posibilitar el aprendizaje.
El sujeto, el alumno, debe de consentir a la oferta educativa, en este caso, la oferta particular que el docente Carlos González les formula a través del dispositivo montado para crear esta experiencia educativa singular; y en función de este consentimiento dirigir una demanda que se tome como tal.
En consonancia con lo expresado hasta el momento, pareciera necesario subrayar que se genera en el espectador una suerte de confusión. Se evidencian en el film momentos en los que se desdibujan los límites entre la ficción y la realidad, entre el personaje del alumno y el sujeto que lo compone, entre el personaje del profesor y el sujeto que aloja la singularidad de quienes están allí produciendo conocimiento, creyendo que actúan. Límites que se borran, quizás, por los mismos efectos que el dispositivo va generando en cada quien; excediendo los personajes que se suponen deben encarnar. Usón nos muestra que, aquello que sucede por fuera del libreto, es lo más interesantes para pensar dichos efectos.
Se trataría entonces de lograr que el trabajo educativo posibilite dar un lugar distinto al que el sujeto convoca, articulando una dialéctica diferente. Para posibilitar esto, es necesario que la relación educativa sea un espacio donde se permita la circulación y regulación de la palabra. Y, como se aprecia en el film, esto tiene sus efectos sobre los sujetos en posición de educandos.
En este sentido, es necesario pensar la oferta educativa como el pivote que posibilita el enlace entre lo singular de cada quien y lo social. Esto implica, para el educador, el esfuerzo de pensar en cada sujeto, desde sus posibilidades, para hacerse cargo del proceso educativo y la recepción tanto de la aceptación como del rechazo o la rebeldía, el enojo o la confrontación que cada propuesta educativa particular genera en cada educando.
Es notable como Usón nos presenta en diferentes escenas la imagen de jóvenes adoctrinados por el pasaje de un sistema con sus propios rituales, esquematizados frente a ellos y totalmente azorados frente a las diferentes propuestas que les acerca el docente. Se evidencian reacciones que oscilan desde el asombro hasta el enojo, dando cuenta este último de las resistencias que se levantan frente a lo novedoso.
González invita a los jóvenes a pensarse a sí mismos y al vínculo que logran generar o no con otros. Tres escenas son fundamentales para analizar este punto.
La primera. Un joven llamado Paul se siente cuestionado por sus pares a partir de un intercambio de opiniones en relación a la importancia de conocerse a uno mismo para que se produzca el aprendizaje. Mientras todos afirmaban que era esencial; el sostiene que el ser humano es un pedazo de carne que recibe influencias de otros y no hay mayor complejidad que ésta. Reacciona ante esta diferencia desplegando una actitud agresiva que incluye desde insultos hasta arrojar objetos a los otros. Los compañeros muestran reacciones pacíficas frente a esto. Paul desestima el espacio, catalogándolo de inútil, expresando que está perdiendo su tiempo. Se retira de la escena. El docente no interviene en ningún momento, y luego de que el joven se va sostiene el silencio. Luego interviene propiciando la reflexión respecto de lo sucedido. Llegan a la conclusión de que, en parte, lo que moviliza al ser humano es el reconocimiento del otro, sobre todo en los ámbitos en donde se juega el saber. Una compañera solicita permiso para salir un segundo y luego la cámara toma el retorno de ambos al espacio de trabajo. Aunque el espectador percibe la tensión en el cuerpo de Paul, el grupo se muestra sereno y lo reciben a pesar de lo sucedido.
La segunda. Hablando del miedo al cambio, de la supervivencia dentro de diferentes sistemas sociales, y de las expresiones de estallido social expresados en la Plaza Cataluña a partir del movimiento de “Los indignados”, los jóvenes registran que Lucy llora. Se le da la palabra y expresa que le impactó la composición del término “sobre-vivir”. La escena deriva en el relato de la joven respecto de sus intentos de suicidio. Varias clases después, Lucy vuelve a angustiarse y el profesor intenta hablar con ella. La consuela, pero se siente impotente frente a la imposibilidad que presenta la joven de poner en palabras aquello que le estaba sucediendo. Se retira de la escena y le pide a un compañero que vaya a escucharla y a entablar un diálogo en la medida de lo posible. Nada muestra el film de lo que le sucede a Lucy hasta el momento, solo puede verse que conversan. Al día siguiente, movilizada por lo que su par le dijo sin saber lo que a ella le pasaba, puede decir, en el seno de la clase, que los intentos de suicidio fueron motivados por situaciones de abuso intrafamiliar.
La tercera. Dos alumnas hablan mientras el docente explica un contenido teórico y un compañero les pide que hagan silencio. El profesor habilita para que quien requiera conversar algo personal se sienta en la libertad de salir un minuto del espacio de trabajo, de modo tal que, quien quiera atender, pueda hacerlo. La escena deja entrever cómo algunos jóvenes reciben este comentario al modo de un reto. Sin embargo, más tarde, se deja caer el sentido y aquello, que primeramente pareció un llamado de atención, cobra el valor de una invitación a sostener lo propio. Posteriormente, el docente, estando solo, explica que se le arma una pregunta en relación a cómo intervenir en este caso, puesto que no sabe qué es lo que está teniendo lugar en esa conversación y, en consecuencia, qué es lo que cortaría si recayera en el esperable acto de sancionar aquello como falta de respeto.
Escenas donde lo propio de cada quien emerge disruptivamente en el contexto de clase. Situaciones que probablemente tendrían otro cauce si la posición del docente fuera la de obediencia a la planificación anual, al marco institucional, a la propia investidura de poder, por creer que es quien posee el saber -entendiéndolo como total y acabado, estanco-. El sentido, en dichas escenas, se cerraría. La posibilidad de armar una otra demanda en cada sujeto y de producir un movimiento en cada uno de ellos, quedaría obturada.
Por otra parte, para pensar en un cambio de posición del alumno es necesario, en primer lugar, pensarlo en tanto sujeto de la educación, comandado por la causa de su deseo y no por el ideal. Para ir por este camino es necesario que emerja un sujeto deseante que se habilite con sus particularidades al saber y que produzca una demanda: ser educado. Consideramos que este es el punto de partida para pensar una educación posible y habilitadora de cada sujeto. No hay educación si no hay diferencias.
El pensamiento se organiza a partir de esquemas lógicos, categorías y saberes ya adquiridos; dando una entidad diferente al acto de pensar, el cual surge cuando lo disponible ya no nos alcanza para abordar la novedad que se presenta.
El saber se agota y frente a esto asumimos dos caminos: la lectura de aquello diverso, con las significaciones disponibles hasta el momento; o la resignificación de la novedad a partir de nuevas categorías construidas como consecuencia de la interpelación que la singularidad en situación efectuó por no poder ser abordada con los saberes previos.
En la primera posición forzamos los saberes, violentando su aplicación y borrando la singularidad en situación, esa subjetividad que emerge y se ahoga por no tener lugar; mientras que en la segunda se abre todo un campo de significación nueva, que permite ampliar el universo de conocimiento y hacer algo distinto a lo que se venía sosteniendo.
Nos preguntamos entonces por qué, para pensar un encuadre de trabajo tan diferente a lo que conocemos, como el que se plantea en el film, hubo que recurrir a espacios por fuera de los dispositivos ofrecidos en el sistema de educación formal. ¿Qué lugar hay para lo novedoso y para la circulación de la palabra de cada sujeto en dicho sistema? ¿Por qué se dificulta tanto sostener un encuadre que propicie el encuentro con el otro, la emergencia de lo singular que cada sujeto porta?
No se trataría entonces de normalizar, acallar, sancionar las diferencias al interior del contexto escolar; a ese otro diferente que desde el discurso social, escolar, médico “debe corregirse” hasta fundir sus características singulares que tanto suelen inquietar. Por el contrario, se trataría de esperarlo en otro lugar, más allá de los diagnósticos o las diferencias que estigmatizan, en el lugar del enigma, en el lugar del interrogante que cuestiona y que nos cuestiona en nuestra función específica como educadores.
Creemos que, para que el verdadero acto educativo advenga, es necesario un dispositivo educativo tal que permita hacer lugar a un vacío que posibilite alojar al sujeto y su particularidad. De este modo, se recupera la dimensión del deseo vía la palabra y su circulación, habilitando el cambio de posición del educando, abriendo espacio para una verdadera demanda educativa por su parte.
Es por ello que, pensar al psicoanálisis en el contexto institucional es posible en tanto y en cuanto se sostenga la posición ética desde la escucha, respetando los principios freudianos de neutralidad y abstinencia. En este sentido, más allá de los dispositivos de intervención específica dentro de las instituciones educativas, consideramos que aquello esencial que puede hacer una diferencia es el deseo y la posición que encarna aquel que recibe a los alumnos. Por lo que, si esta es la posición que orienta su práctica, entonces estará dada una de las condiciones fundamentales para el devenir del aprendizaje
El afán de Carlos es que su experiencia sirva para ayudar a otros maestros a replantearse los métodos de enseñanza. “Lo que yo he hecho en doce días en el documental es una propuesta para que los maestros la apliquen a lo largo de un curso, con el ritmo y la idiosincrasia que cada uno tenga”, comenta el docente, que ahora imparte formación a profesores para implicarles en su método.
Como él mismo explica, en Entre maestros encarna al profesor que había imaginado y que no había podido desplegar al cien por cien en sus clases. Ante él, once chicos adolescentes, rebeldes y con la etiqueta de fracaso escolar a las espaldas, experimentan doce días bastante heterodoxos en un aula donde se alternan la provocación y el desconcierto. El ejercicio es interesante para estudiantes y profesores, pero también para espectadores ajenos al ámbito educativo.
Referencias Bibliográficas:
[LA CAJA DE PANDORA]. (2013 diciembre 25). Entre maestros – La película – Una experiencia educativa sin precedentes. [Archivo de video]. Recuperado de:
Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.