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¿Iglesia evangelizadora o Iglesia paganizadora?

La crisis de la Iglesia Católica con la Pachamama.

Luis Alberto Sandoval | 17 nov 2019


-EDITORIAL-

 

Con ardiente preocupación, muchos creyentes católicos ven un peligro los últimos gestos que el Papa Francisco está teniendo para acercar la fe católica al mundo. Con ardiente preocupación es la manera más exacta para definir el sentimiento que tiene el creyente ante la perspectiva de un desvío teológico que se alejaría de los fundamentos de la fe católica, y es la manera más idónea para empezar esta editorial, pues es el título en español de una encíclica de Pío XI (“Mit brennender Sorge”).

 

La Iglesia Católica está dando los primeros pasos para encaminarse a una nueva crisis que la daña muy profundamente. No se trata de una crisis movida por intereses terrenales como lo son el poder, las riquezas e incluso los escándalos eclesiales; sino que se trata de una crisis de fe.

 

Es cierto que la Iglesia Católica, a lo largo de la historia, ha tenido que hacer frente a herejías como la arriana, que llegó a ser la corriente eclesial mayoritaria dentro de las propias filas del alto clero y del propio Papa. Las peleas teologales entre cristianos y arrianos llegaron a tener como resultado una feroz persecución entre cristianos. Hizo falta que en el Primer Concilio de Constantinopla (381), convocado por el emperador romano Teodosio I, los obispos de Oriente, sin estar presente el Papa y sin contar con su aprobación, acordaran la revisión del Credo niceno y, tras aceptar la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo, aceptaran el Credo niceno como la declaración fundamental de los dogmas de la Iglesia Católica. Una vez que el Credo niceno fue aceptado como el documento que recogía todos los dogmas cristianos, el arrianismo desapareció dentro de la Iglesia, aunque siglos después los cristianos tendrían que enfrentarse a los prosélitos arrianos que logró el obispo Ulfilas al predicar la herejía a los pueblos germánicos.

 

Después del arrianismo se han sucedido diferentes herejías dentro de la Iglesia Católica, provocando algunas de ellas cismas que la propia Iglesia Católica ha sabido vencer y/o superar; sin embargo, en el seno del catolicismo ha estallado una crisis teologal completamente nueva. No se trata de una discusión sobre la naturaleza divina y humana de Cristo, o sobre fundamentos teologales y dogmáticos, sino sobre la aceptación de un ente totémico como lo es la Pachamama y una visión ecológica muy ajena a la fe católica.

 

Éste nuevo fenómeno, pese a presentarse de forma tan súbita, en realidad tiene su origen en una crisis teológica y dogmática que lleva siglos arrastrándose. En tiempos de la Reforma de Martín Lutero, la Iglesia Católica vio cómo sus diócesis se resquebrajaban, algunas por intereses políticos y otras porque de verdad consideraban necesaria una reforma de la doctrina católica. Tuvo que convocarse el Concilio de Trento (1545-1563) que supuso tanto la modernización litúrgica, como la corrección doctrinal para fortalecer las bases sobre las que la fe católica se sustenta; sin embargo, para combatir las herejías de los distintos movimientos reformadores, la Iglesia debía mostrarse inflexible y no podía aceptar nada que no estuviera dentro de los parámetros acordados en el Concilio de Trento. Como consecuencia de ello, la Iglesia también endureció su carácter contra el judaísmo.

 

El Concilio de Trento fortaleció a la Iglesia y dio su mayor esplendor a la religión católica, pero también tuvo su consecuencia negativa. Algunas medidas tomadas en el Concilio de Trento quedaron desfasadas con los nuevos tiempos que siguieron a Lutero y a las guerras de religión que asolaron Europa. Al no adaptarse a las recientes novedades, en el seno de la Iglesia dio comienzo una fragmentación entre dos bloques que, a día de hoy, desbarran.

 

Por un lado nació el sector progresista, que es el que en la actualidad tiene más fuerza en la Iglesia y es al que pertenece el Papa Francisco. Por el otro, el autoproclamado tradicionalismo, que defiende la inmovilidad de la Tradición Católica (siendo esto un sinsentido, ya que la tradición es la transmisión de la doctrina católica que evoluciona según las nuevas generaciones corrigen y/o aportan novedades sin salirse de los pilares dogmáticos) y adopta unas posturas radicales muy contradictorias.

 

Ambas facciones pecan exactamente de lo mismo, han perdido su rumbo en el momento en que rechazaron como pilar fundamental las raíces judías sobre la que se sostiene el catolicismo, trayendo con esto unas herejías muy parecidas a la de Marción, el cual decía precisamente que el Antiguo y el Nuevo Testamento eran dos religiones paralelas diferentes, cuyo nexo de unión era la geografía.

 

Las posturas más progresistas sostienen que el Antiguo Testamento es inconexo al Nuevo Testamento, lo que trae con ello la diferenciación del mismo Dios que sale tanto en la primera como en la segunda parte de la Biblia y, por ende, el rechazo al Dios del Antiguo Testamento y el reconocimiento a que Cristo se inventó una nueva religión que no tenía nada que ver con el Dios del Antiguo Testamento.

 

Las posturas tradicionalistas más radicales cambian dependiendo de la conveniencia. Unas veces meditan o usan el Antiguo Testamento para sustentar su fe, y otras veces estudian el Antiguo Testamento porque ven en él una especie de manual con el que Satanás enseñó a los judíos a dominar la Tierra. Por lo tanto, el tradicionalismo más radical usa a su antojo el Antiguo Testamento, fabricándose una fe aparentemente estricta que cambia conforme la situación lo requiera.

 

Ante éste panorama que ha generado una gran confusión, en más de una ocasión se han escuchado amenazas de cisma tanto de un extremo como del contrario. Obligando a los sucesivos sumos pontífices a recular sus posturas, convirtiéndose esta situación en una pugna de poder en las altas esferas eclesiales.

 

Quien se olvida de donde proviene suele acabar en una meta muy distinta y muy alejada de la que se proponía alcanzar (eso en el caso de los pocos que consiguen llegar a un final), y está visto que conforme se alcancen posturas cercanas a los extremos de ambas facciones eclesiales, más lejos se está de su origen y, por lo tanto, de lo que es la verdadera fe católica. Las voces que cada vez parecen ser más mayoritarias dentro de la Iglesia, por el ruido que hacen, son justamente las que no se han parado a estudiar la Biblia con detenimiento, y descubrir que la mayoría de frases que Cristo dijo son una referencia a distintos pasajes del Antiguo Testamento, y que para poder entender bien a Cristo y los hechos narrados en el Nuevo Testamento es necesario estudiar las tradiciones judías y cómo era la Judea de la época.

 

Por esta misma razón, como se han perdido de vista los orígenes sobre los que está cimentada la Tradición Católica, vivimos en un presente muy desolador para los creyentes. Los tradicionalistas cada vez optan por formar pequeños grupos encismados que desaparecen con el tiempo; mientras que los progresistas buscan desesperadamente llenar las parroquias con frivolidades, acercamientos y modernizaciones teologales que, peligrosamente, están rozando el panteísmo y no consiguen más que espantar a los propios creyentes.

 

En mayo de 2015 se publicó la encíclica “Laudato si’”, la primera encíclica que la Iglesia publicó sobre el tema de la ecología. Iniciándose de esta forma un giro de El Vaticano hacia la preocupación por el medio ambiente, y que es parte activa de la actual crisis que la Iglesia atraviesa con la polémica de la Pachamama, ya que la ecología es la excusa de que una deidad ajena al cristianismo esté teniendo un papel importante en el seno de la Iglesia.

 

En julio de 2015, durante su visita a Bolivia, el sumo pontífice pidió perdón por los crímenes tanto de la conquista de América como de los cometidos por la Iglesia durante la evangelización del Nuevo Mundo. Un hecho que dejó verdaderamente consternada a la sociedad católica española y al sector católico y laico hispanoamericano de corriente hispanista, es decir, el sector que no olvida el pasado que nos une a los pueblos hispanos y que está orgulloso de él.

 

En 2015 era imposible de prever las consecuencias que aquella disculpa podría tener. Es más, con ese mismo mensaje, el Papa dio a entender que evangelizar era algo malo. Evidentemente, la deplorable predicación de la Iglesia en Hispanoamérica venía de antes de 2015. Habría que regresar a 1968, cuando la teología de la liberación cobró fuerza y se extendió principalmente en los países sudamericanos; pero están apareciendo recientes documentos gráficos en los que sacerdotes y obispos hispanoamericanos participan en ritos chamánicos o en ritos de adoración a ídolos y deidades paganas (como puede verse en la foto de portada de éste artículo).

 

Como al pedir perdón por los crímenes cometidos durante la evangelización de América (sin especificar nunca cuales fueron esos crímenes) parecía que evangelizar era una tarea mala que estaba haciendo la Iglesia, ahora el Papa usa la palabra “inculturalizar”, una palabra que suena mal, puesto que el prefijo “in” implica una prohibición o algo negativo.

 

Mientras que “evangelizar” es una palabra que lo dice todo por sí misma. Evangelizar significa predicar el evangelio, enseñar la fe y la doctrina cristiana. Inculturalizar significa negar o prohibir la cultura.

 

Si el Papa quiere sustituir la palabra “evangelizar” por “inculturalizar”, que por sí misma no se define, todo creyente debe preguntarse: ¿Inculturalizar a quién? ¿A la Iglesia o a quienes se les está predicando?

 

Pues, por desgracia, parece que los altos cargos eclesiales lo tienen bien claro: ¡A la Iglesia!

 

Ya era alarmante la convocatoria del Sínodo de por sí, con el mensaje ecologista laico en el que Dios no aparece en ninguna parte. En la tercera parte, segunda sección, artículo 7, cánones 2.402-2406 del Catecismo de la Iglesia Católica; aparece el respeto a la naturaleza según la fe católica, tratando éste tema de forma religiosa, haciendo referencia a la Creación. Mientras que Francisco y los obispos que lo secundan hablan de una ecología laica en la que Dios no figura en ninguna parte.

 

Las preocupantes alarmas por parte de los creyentes se materializaron durante la celebración del Sínodo, cuando las autoridades eclesiales anunciaron que no se iban a celebrar misas diarias “para no ofender” a los indígenas que asistieron. Sin embargo, los indígenas celebraron sus rituales en los jardines del Vaticano, ante la presencia del Papa y los cardenales.

 

Pero lo que parecía una muestra de tolerancia por parte de la cúpula eclesial, se convirtió en un acto de sacrilegio cuando se realizó una procesión en la que indígenas y obispos llevaron a hombros una canoa con las ofrendas y el ídolo de la Pachamama, una deidad totémica de la mitología inca que representa a la madre tierra, dentro de la iglesia de Santa María in Traspontina.

 

Además de quedar habilitada una capilla lateral para que los indígenas pudieran hacer sus ritos y sus ofrendas.

 

Puede que haya a quien le parezca esto un ejemplo de tolerancia, pero está muy equivocado. La tolerancia consiste en que cada uno hace sus ritos sin impedir que el otro realice su culto. No existió tolerancia cuando unos pudieron hacer sus ofrendas y sus ritos y los católicos no hicieron su misa “para no ofender” a los indígenas. Si unos tienen que renunciar a su libertad de culto en su propio templo “para no ofender” a otra creencia, es señal de que la otra creencia no es tolerante.

 

Ante las quejas de los creyentes, tanto el Papa como los obispos realizaron todo tipo de declaraciones contradictorias. En un principio negaban que se tratara de la Pachamama, hasta que, por un lapsus del Papa, no les quedó más remedio que reconocer que era la Pachamama.

 

Una vez reconocida la presencia de una deidad inca a la que se le estaba rindiendo culto dentro de una iglesia católica, tanto el Papa como los obispos iniciaron una serie de declaraciones disparatadas en las que negaban que la Pachamama no era un ídolo ni una deidad, pero en la misma frase en que lo negaban describían a la Pachamama con la misma definición que tiene un ídolo.

 

La guinda del pastel llegó cuando se ofició la misa del final (única misa que se celebró en todo el Sínodo), en la que se puso un ídolo de la Pachamama ante la mesa del altar, recibiendo con ello un puesto presidencial compartido con el del Dios cristiano.

 

Ante la avalancha de quejas de los creyentes, misioneros, de autoridades eclesiales que no están de acuerdo, e incluso de comunidades judías y de otras confesiones religiosas; El Vaticano se mantiene en sus trece y continúa defendiendo su política de acercamiento hacia una posible asimilación de la Pachamama dentro de la liturgia cristiana, como manifestó el obispo emérito de Xingu (Brasil), Erwin Kräutler, el 21 de octubre de 2019.

 

El Vaticano ha dado comienzo a una fuerte campaña de aceptación de la Pachamama, diversos obispos están realizando declaraciones verdaderamente escandalosas para la fe católica. Desde la declaración de que cuando el Papa visitó Cochabamba en 2015 se realizó un acto con las comunidades indígenas supuestamente evangelizadas, en las que preguntaron cómo mencionan al Dios católico en sus idiomas, y estos respondieron con los nombres de las deidades paganas más relevantes. Algo que en la propia doctrina católica está prohibido, ya que en la Biblia están los títulos por los que Dios manifestó que quiere ser llamado e invocado, e incluso en el Nuevo Testamento (Rom10:13/ 1Cor1:2/ Hch22:16/ Jn14:13-14/ Jn15:16/ Jn16:23-26) se da importancia al nombre de Cristo. Si en la Biblia Dios pone mucho énfasis en que tiene un nombre y unos títulos por los que desea ser llamado, es señal de que no se puede usar cualquier nombre, ni si quiera el de deidades no-cristianas, para referirse a Él.

 

Pero las declaraciones sobre el acto de Cochabamba durante la visita de Francisco también aportaron otro dato alarmante. Los indígenas, supuestamente evangelizados, continuaban haciendo sus rituales paganos, haciendo una acción de gracias al Dios cristiano por darles a la Pachamama.

 

Es evidente que no se está produciendo ningún acercamiento para evangelizar, como pretenden justificarlo tanto el Papa como los obispos, sino que parece que se está haciendo lo contrario, se está introduciendo a una deidad ajena dentro de la religión católica.

 

El órgano de comunicaciones oficial de El Vaticano, Vatican News, ha puesto en marcha todo el peso de su maquinaria para intentar dar la apariencia de que la Pachamama no es ninguna deidad, sino un concepto de la madre tierra, cuyo misticismo quieren esconderlo bajo una aparente preocupación por la ecología.

 

El problema de Vatican News es que lanza mensajes contradictorios, cuando salen declaraciones de obispos y cardenales completamente polémicos y empieza el aluvión de quejas, Vatican News borra los enlaces de dichas publicaciones para que queden como si nunca hubieran existido. Si de verdad no hay ninguna intención de paganizar a la Iglesia Católica, y si la Pachamama solo es un concepto y no una divinidad, ¿por qué ese énfasis de Vatican News por borrar las publicaciones en las que los propios obispos reconocen que se trata de una deidad?

 

Es evidente que tanta insistencia con “acercarse” y abrirle los brazos a la Pachamama no es solo un signo o un símbolo momentáneo que se tiene para hacer un diálogo interreligioso. Cuando hay obispos que quieren que la Pachamama sea introducida en la liturgia cristiana y cuando los obispos lanzan reiterados mensajes en defensa de un “concepto” que no agrada y no es aceptado por los fieles, es evidente que lo que se pretende es introducir a la Pachamama en la religión católica a cualquier precio.

 

-7º Editorial.-

17 de Noviembre de 2019, domingo.

Año I. Mes 8º. Día 270. Artículo 285.

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