Cada vez es más frecuente en la Iglesia Católica, una tendencia a corregir las fuentes y explicaciones que, durante toda la historia, han servido para narrar y meditar tanto la Biblia como la vida de los santos. Las peleas internas entre conservadores y progresistas han conducido a la Iglesia hacia un camino en el que el mensaje cristiano está quedando muy desvirtuado. Ya sea por un exceso de dulcificación, que blanquea por completo, hasta volver inútil, todas las penurias y sacrificios por los que la santidad de esa persona se ha ganado ser admirada y reconocida; como también un exceso de radicalidad (movida en su mayoría por política) que destruye cualquier bondad, creando la imagen dañina de seres inmisericordes en los santos y en el propio Dios.
Dentro de esta pelea, que está generando mucho caos y mucha confusión entre los creyentes, hay que añadir una nueva corriente que está germinando y construyendo una visión completamente opuesta a siglos de tradición. Al santoral también ha llegado la política de género, de manos de iniciativas como «Cristianos Gays» y Crismhom, que, sin aportar fuentes originales, en un claro ejemplo de corrección y revisionismo histórico, distribuyen biografías hablando de la supuesta homosexualidad de varios santos y mártires a lo largo de la historia, que chocan por completo con las fuentes originales y con la tradición moral católica.
Todas estas versiones contribuyen a aumentar el cisma amenazante que, con el tiempo, están recrudeciendo cada vez más las diferencias entre conservadores y progresistas. Ambas posturas, en lugar de ceñirse a lo que es el verdadero mensaje cristiano y, a raíz de ahí, sacar sus conclusiones; han optado por transformar siglos de tradición en versiones acordes a su pensamiento, que pasan de un buenismo desmesuradamente vacío, a una radicalidad descristianizadora. Esto no solo proporciona confusión en los creyentes, sino que también genera rechazo hacia la fe o hacia la Iglesia. Las personas que abandonan la fe católica podrían dividirse en dos grandes grupos: el que, al estar rodeados de tanta progresía abandona la fe considerándola insustancial y falta de fundamento, y el que huye horrorizada por la rigidez y el fanatismo profesado por algunos grupos y algunas comunidades que hacen gala de su extrema ortodoxia, que acaba convirtiéndose en fariseísmo.
Esta división no solo repercute en el creyente, sino también en las personas ajenas al culto católico. Si los escándalos sexuales del clero y el politiqueo destapado en la curia romana sobre éste tema, dan una imagen pésima de la Iglesia; cara al exterior, la mala imagen aumenta si el no-creyente se encuentra con los mensajes distorsionados que dan las dos corrientes católicas. Mientras que el buenismo progresista genera burlas, la radicalidad conservadora genera una imagen similar a la de un talibán que, en lugar de llevar turbante, lleva un rosario.
La reciente visita del Papa Francisco a Emiratos Árabes Unidos entre el 3 y el 5 de febrero de 2019, ha generado un nuevo enfrentamiento entre las webs de ambas corrientes católicas. Contando el Papa con el apoyo de los sectores progresistas, el gran hito histórico de que un Sumo Pontífice visitara un país de la península Arábiga por primera vez, fue aprovechado para equipararlo con la entrevista que tuvo San Francisco de Asís con el sultán egipcio Malik al-Azhar en 1219. Como se ha dado la casualidad de que tanto el Papa como San Francisco de Asís tienen el mismo nombre, no solo han igualado ambas visitas (que tuvieron objetivos y resultados muy diferentes), sino que también han comparado ambas vidas, elaborándose unas biografías del santo que poco tienen que ver con la versión tradicional. De esta manera, en estas dos últimas semanas, se ha producido una nueva rivalidad entre las webs y las redes sociales católicas, que giró en torno a San Francisco de Asís.
Varias páginas de sectores católicos más conservadores han respondido publicando su versión de la vida de San Francisco de Asís, totalmente contraria a la de las páginas progresistas, que tampoco coincide con la versión tradicional que, durante siglos, se ha escrito sobre éste santo.
San Francisco de Asís ni fue el pacifista, ecologista, tan amante de los animales que se hizo vegetariano como nos quieren decir las páginas progresistas (en una época en que la carne era un lujo, evidentemente, un mendicante como San Francisco de Asís no comía carne por convicción, sino por pobreza); ni tampoco fue el intransigente, combativo y tradicionalista perseguidor de innovaciones como nos quieren hacer ver las páginas conservadoras. La versión tradicional, es decir, la versión original, nos muestra un punto intermedio.
San Francisco de Asís fue un hombre muy bondadoso y, a la vez, fue un hombre de mucho carácter. Hacía falta tener una gran determinación y mucho valor como para estar dispuesto a embarcarse en la cruzada. Al volver a su casa por no poder luchar contra los musulmanes, sintió una gran tristeza, se sintió «derrotado» y defraudado por no ir a la guerra. Esto no significa que fuera integrista, como algunos quieren dar a entender, sino que, al no ir a las cruzadas, en su alma prosperaron las virtudes que le hicieron santo. San Francisco de Asís fue una persona dura y de mucho empuje, pues no es fácil abandonar voluntariamente una vida acomodada en el lujo para vivir de los donativos y de la caridad del prójimo. La vida ejemplar del mendicante, evidentemente, va guiada por una humildad y una bondad inigualables, pero se requiere de una gran voluntad de sacrificio, constancia y perseverancia para llevarla a cabo. Uno de los datos más curiosos de su santidad fue el gran amor y la gran admiración que sintió por la naturaleza y los animales, pero no era en plan hippy panteista como otros plantean, sino que veía en el mundo que le rodeaba la grandeza de la obra creadora de Dios. Es cierto que San Francisco de Asís mostró un gran rechazo hacia el pecado, pero no hacia el pecador, de hecho, su obra estaba basada en el amor al prójimo, y no hay acto de caridad más grande que el de ayudar al prójimo a evitar o a sacarlo del pecado.
Esta ha sido una pequeña descripción sobre lo que la tradición católica dice de San Francisco de Asís. Pese a ser una postura neutra, es completamente contraria a lo que dicen conservadores y progresistas. Si los dos polos reinantes en la Iglesia, en lugar de mantener las biografías del santoral tal y como se han ido transmitiendo, las transforma según el criterio de cada parte, la Iglesia no solo corre el peligro de sufrir un cisma, sino de perder su identidad y su ser.
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