Antropología de la educación para la formación de profesores

En este trabajo nos hemos propuesto como desafío poder articular los conceptos que aporto este seminario, este espacio a lo largo del primer año nos ayudó a aclarar ideas, diversos conceptos aportados. Por la misma nuestras prácticas serán abordadas desde otros puntos de vista.

La necesidad de contar con una pre comprensión antropológica, que incluya un concepto, más o menos explícito, de lo que el hombre es y de lo que puede «dar de sí» a la hora de afrontar la tarea de su educación, nos viene dada, en primer lugar, por el hecho obvio de que el hombre es el eje central y la justificación de la educación. A ese hombre a ese desconocido que es cualquiera, se le ofrece algo. Y eso “que le ofrezco al desconocido” debería estar en el corazón mismo de la idea de educar. C.sckliar .

“El donador no se preocupa por saber a quién dona, si no por el valor de su don. El donador-educador- podría estar más ocupado en los contenidos y formas de la donación, de la transmisión (…) (García, Molina, 2008:202). No es conocer al desconocido desde una ciencia técnica, es seguir donando a desconocidos, educando. La inclusión bien podría ser un a bienvenida  al desconocido.

La Antropología de la Educación tiene ante sí la ingente tarea de lograr la unificación del pensamiento filosófico-antropológico con todo el material empírico que aportan las antropologías regionales. Dicha tarea tiene como objeto la propuesta de modelos antropológicos plurales —capaces de integrar aspectos diversos, a veces descubiertos desde otras perspectivas distintas— y que sirvan de base a la tarea educativa.

A  continuación  trataré de esbozar una visión global de los principales temas de los que se ocupa la Antropología .Me centraré en “la mirada del otro” ,que es distinto a mí, otro que no sabemos quiénes, como es, todo lo que no soy yo. ( skliar)  Esto nos ayudara en nuestras prácticas  futuras ya que con la migración somos un país de diversas culturas y el otro el extranjero genera un miedo particular en el yo de cada habitante por el hecho de que se siente señalado, tildado, todo lo que dice sobre el otro es desde su yo. Todo lo que me excede es otro.

Si bien la en la identidad los factores accidentales no afectan la identidad como ente idéntico el principio de la igualdad es basada en la conversación y no solo en juzgar viendo. En muchas personas está inmerso en lo más profundo de su ser el egoísmo de compartir.

LA EDUCACIÓN... ¿ES POSIBLE? Tratando de evitar todo reduccionismo y a la vez intentando aunar las contribuciones diversas, vamos a  una aproximación a nuestro objeto de estudio, una especie de corte transversal en el conjunto de esos diversos modelos. Solo con la educación que es el principio  de la igualdad podemos poner un punto final a la discriminación que en algunas escuelas se da, de ver al otro como amenaza, de pensar mi persona como un yo y solo uno de buscar la identidad y alcanzarlo, de ya no  preguntarme quien soy si más al contrario que voy siendo y como me voy creando mejora mí mismo. Solo la educación cumplirá su misión “educarnos”.  

Podemos decir que somos seres que «deciden» —en alguna medida— su propio ser. El futuro va transmutándose de modo implacable en pasado y va engrosando poco a poco la historia de la humanidad y nuestra propia biografía personal. Y lo hace de una forma que parece condicionar incluso el mismo futuro, como una fuerza que nos impulsa por la espalda y nos arroja inexorablemente hacia el destino. No cabe duda que esta vivencia se compadece bien con dimensiones muy reales de nuestro peculiar modo de ser como personas. En efecto, hay algo fáctico en nuestra existencia —empezando por ella misma— en relación a lo cual no nos es dado tener iniciativa, porque es un «dato», una conditio o postulado que no nos hemos otorgado, que nos ha sido dado. Incluso las consecuencias —muchas veces ineludibles— de nuestras propias acciones y decisiones se incorporan al «bagaje» inevitable de nuestra facticidad. Pero esta actitud no anula la índole inespecífica de nuestra biografía. Por el contrario, sólo a partir de ella —y contando con ella— podernos ejercer la espontaneidad propia de La interpersonalidad En esta dimensión de apertura hacia el futuro se incluyen de manera privilegiada la socialidad humana y la interpersonaliciad, la capacidad de compromiso con un sentido y la capacidad de autotrascendencia, especialmente en el acto de la donación amorosa, que es donde se ejerce de manera plena la libertad. El hombre es capaz de empeñarse, de comprometerse con un sentido, y más aún, con otra persona. El hombre profesa adhesiones y necesita implicarse siempre: sólo de esta forma tiene lugar la plenitud y la autorrealización. El pensamiento «emancipatorio» entiende la libertad sólo como liberación, como supresión de compromisos y de decisiones. Por el contrario, el hombre es capaz de decir un sí asertivo —y no meramente condicional— con su entera existencia.

En último término, de este aspecto se extraen importantes consecuencias que sirven para intentar comprender por qué el hombre necesita educación y aprendizaje. El hombre no sólo es educable sino que su especial estructura psicobiológica exige la educación (...). El hombre debe superar el aspecto negativo que entraña la apertura al mundo, con el esfuerzo de la creación de disponibilidades que dirijan su acción; de aprendizajes que la orienten. Determinarse para cada acción y en cada momento sería una tarea abrumadora, imposible de llevar por el hombre. Desde esta perspectiva peculiar es donde adquiere significado pleno el considerar la necesidad del aprendizaje ya que por él los comportamientos humanos quedan, en cierto modo, fijados en una concreta dirección.

 “El hombre es el único ser susceptible de educación. […] El hombre no puede hacerse hombre más que por la educación. No es más que lo que lo que ella hace de él. Y observemos que no puede recibir esa educación más que de otros hombres que a su vez la hayan recibido.” (Antelo)

El sentido de la trascendencia Por último hay que decir que la realidad humana no se comprendería desde una visión «terrenal», toda la realidad humana es un movimiento que sólo se explica por su carácter inacabado, por la falta de plenitud. La tendencia a la realización de un sentido en la vida ha de fundarse necesariamente en una noción —explícita o vaga— de aquello que, por ser la razón originaria de tal tendencia, el hombre entiende que ha de satisfacerla. Sin Dios —el Absoluto incondicionado— resulta imposible, en último término, esclarecer a fondo la cuestión del sentido.

Tomando en cuenta nuestros ejes puntuales podemos decir que, la  educación es para todos, de todos que incluye y no debería excluir por ningún motivo, y que se nutre de los aportes metodológicos de etnografía y la cultura dependiendo de la región y el lugar que uno se encuentre. Y que misión tan bella y dura tenemos como educadoras, tratar de ensenar sin olvidarnos de lo diverso y multicultural que es nuestro país.