El arte de enseñar…

Este seminario nos ayudó a tener una postura crítica, a mirar al otro de igual, a analizar los contenidos desde una mirada crítica. La atención estaba puesta durante todo el año en mirar al “otro” desde un “nosotros” y de cómo “aprendemos estando juntos” siendo “diferentes”. En nuestras prácticas hay que tener en cuenta al “otro”, es decir, aprender a reconocer y conocer las dificultades y virtudes de nuestros alumnos brindándoles oportunidades, herramientas y generando que los niños se sientan en situación de igualdad independientemente del contexto en el que se encuentran, ya que la educación es un derecho de tod@s. Es por ello que trataremos los siguientes conceptos: discriminación, alteridad, diversidad cultural, etnografía educativa y derecho.

Carlos Skliar sostiene, que el enunciar la diversidad es igual al haber comprendido la cuestión del “otro”,  y en que nuestra tarea de educar, todos necesitamos de un “etcétera” para  hablar de la diversidad,  ya que el concepto de la misma revela por sí mismo que es importante definir la variedad del ser humano, es decir, es algo que se nos escapa del concepto mismo de la palabra, el “etcétera nos plantea un límite al final del concepto como una incógnita que no se puede resolver de una manera fácil. Así, la diversidad es ponernos en un lugar en donde el alumno nos vea de igual a igual sin que se pierda el respeto y la autoridad, porque de esta forma los alumnos pierden la necesidad de aprender o se pierde el vínculo pedagógico. La pregunta que nos debemos hacer es ¿Qué pasa entre nosotros? En vez de preguntarnos ¿Qué le pasa al otro? O ¿Qué me pasa a mí? Debemos lograr estar juntos y no estar entre ellos.  Para esto, no debemos tematizar los problemas del otro, ya que tratamos en nuestra cotidianeidad con personas concretas, a las que tocamos percibimos, sentimos y por ende nuestra respuesta hacia el otro debe ser hacia cada uno con el respeto que se merecen. Porque no se puede trabajar la diversidad desde lo abstracto, desde lo individual, sino que se trabaja desde lo colectivo y con cada uno. Puesto que tomar al otro, como un problema o como el sujeto de todo mal, es estereotiparlo desde la “normalidad”, y lo normal no existe porque es algo que el hombre lo ha impuesto para poder definirse a sí mismo como un “otro” superior. En el ámbito educativo se categoriza, se rotula, se jerarquiza y despoja al “mal alumno”, “al mal hablado”, así el otro como fuente de todo mal fue excluido sin haber tenido ninguna oportunidad de defenderse.

Continuando con este análisis, la idea de la educación homogénea choca con la idea de conocer y ponernos en el lugar del otro. Opinamos que la idea de enseñar a todos los mismo siempre dio resultado a que se pierda lo que verdaderamente importa, que los educadores estén atentos a las necesidades y capacidades de los alumnos y que enseñen a cada uno algo que sea significativo para sus vidas, y que tenga la oportunidad de establecer una relación entre el educador y el educando en la cual el tanto educador y educando aprendan estando juntos.

Desde la mirada de Wolf, la diversidad en el ámbito educativo, no es estática, ya que la diversidad cultural de cada grupo es distinta al del “otro”, porque somos seres humanos que definimos desde nuestro destino como agentes activos. Entonces la educación debe apostar trabajar desde la diversidad, la otredad, la alteridad, poniéndose a disposición del otro y de todo aquello que nos hace ser distintos, promoviendo la construcción desde los acuerdos pero también desde los disensos

Para finalizar, encontramos un aporte de la antropología a nuestras práctica, ya que los antropólogos estudian las sociedades sin intervenir en ellas a través de la etnografía, el mismo es un método por el cual pueden descubrir las costumbres y tradiciones de un grupo humano ”Lo que los antropólogos saben se basa en lo que los antropólogos hacen, y el trabajo básico de la antropología es el trabajo etnográfico, de campo: el estudio intensivo, objetivo, a largo plazo, de un grupo pequeño, delimitado a través de sus relaciones más o menos cara a cara. La primera tarea de un antropólogo de campo consiste en verificar lo que ocurre, y la primera tarea del antropólogo de vuelta a su mesa de trabajo es describir lo que sucede” este debe observar y participar si lo encuentra necesario y a través de esto ver las cosas con una mirada propia y la mirada del otro ya que la objetividad es relativa.

Este seminario encuentra una relación con la práctica docente, ya que coloca en un papel de investigador, en donde nosotras debemos conocer y crear las relaciones con nuestros alumnos. Opinamos que cuando estamos realizando diferentes prácticas docentes, nuestro trabajo es observar las situaciones educativas realizándola como los antropólogos pero basándonos en una etnografía educativa.

En conclusión, el seminario de problemáticas socioantropológicas nos proporcionó herramientas muy importantes que nos servirán a la hora de realizar nuestras prácticas docentes posteriores, ya que nos enseñó que: para construir una educación de y para tod@s necesitamos de una construcción colectiva aceptando a los “otros” “estando juntos” y tolerando al “otro” sin convertirlo en lo que nosotr@s queramos que sea. ¡Apostemos educación con una mirada creativa sin patrones, ni reglas rígidas!

“Hasta que el sol no te excluya yo no te excluiré“.

Carlos Skliar