José María Melo Ortiz: Presidente, General, Conspirador y Jefe Popular

José María Melo Ortiz: Presidente, General, Conspirador y Jefe Popular

Rodrigo Llano Isaza, discurso pronunciado en Chaparral el 17 de abril de 2012, en la conmemoración de los 158 años del golpe popular de los artesanos. Honorables autoridades de Chaparral. Descendientes del general José María Melo. Dr. Jairo Rivera Morales. Chaparralunos. Hoy, se me cumple un sueño, conocer a Chaparral, y se cumple doblemente porque en nombre de la Dirección Nacional Liberal y su Director Nacional Representante a la Cámara Simón Gaviria Muñoz, vengo a rendir emocionado homenaje a quien hoy, hace exactamente 158 años, a la cabeza del pueblo colombiano asumió el mando de la república. Fue la segunda y última vez que en nuestra historia el pueblo como tal tuvo el mando en nuestra patria, la primera ocasión había ocurrido cuando José María Carbonell, el gran agitador del 20 de julio de 1810, al frente de la Junta Revolucionaria de San Victorino, se apoderó de las calles de Santafé de Bogotá y le puso sus condiciones a la camarilla gobernante que encabezaba el señor Pey y Andrade. Sumados los dos períodos de poder popular, el de Carbonell y el de Melo, llegamos a 247 días de los 73.473 que han corrido en estos más de dos siglos de independencia del poder colonial español, lo que representa el 3.36 por mil del tiempo que tenemos como nación, y a algunos les parece que el pueblo ha gobernado mucho

Rodrigo Llano Isaza-Historiador | 22 may 2023


José María Melo e  José Hilario López

chaparral,Tolima

Chaparral (Tolima)

foto cortesía de Wikipedia.

También vengo a rendirle homenaje a esta población de Chaparral que siempre ha concitado en mi curiosidad y admiración, porque a la par con la población de Marmato en Caldas, donde nacieron Tomás O. Eastman, Max Grillo y el “Negro” Marín, connotado guerrillero que se hiciera famoso en la guerra de los mil días luchando por el Partido Liberal en estas tierras del Tolima. Y aquí en Chaparral vieron la luz tres ex presidentes de Colombia: el general de división José María Melo, don Manuel Murillo Toro, el más ínclito de los Liberales de Colombia, y el Maestro Darío Echandía, además del inmolado Presidente de la Corte Suprema de Justicia Alfonso Reyes Echandía y “Mamá” Carmenza, para solo mencionar algunos de los fallecidos.

¿Cómo puede ser que, en poblaciones tan aisladas como éstas, lejos de los centros de poder, muy pequeñas en población y sin muchas posibilidades educativas se produjera semejante pléyade de personalidades que tanto lustre le han dado a nuestro país?

Tiene que ser que son tierras pródigas donde brota la inteligencia “bajo el influjo próvido de espirituales lluvias”, como decía Barba Jacob en su “canción de la vida profunda”.

Que magnífica excusa ésta de la venida a Colombia de los descendientes mexicanos del General José María Dionisio Melo Ortiz, para que hoy, al conmemorar los 158 años del golpe de los artesanos que encabezó Melo, le rindamos un sentido y Liberal homenaje a este héroe de mi Partido, el único Presidente con sangre indígena en sus venas, que ha tenido Colombia y el único cuyos restos están por fuera de las fronteras patrias.

Hace poco más de un mes, en ciudad de México, hablando ante Las juventudes del PRI reunidas en la Conferencia Jesús Reyes Heroles, les dije: “Amigos, ahora que el PRI, después de doce años de ostracismo, le está viendo nuevamente la cara a la victoria, necesito una ayuda de Uds. que van a representar a la nación mexicana, para que me colaboren identificando los restos del ex presidente José María Melo y repatriarlos a Colombia”. Me preguntaron quién era y me prometieron que después de posesionado, el 1 de diciembre de este año, Enrique Peña Nieto, como nuevo Presidente de México, se comprometían conmigo a colaborar en este propósito Liberal y nacionalista. Esperemos que así sea para que los vientos cálidos de nuestra nación vuelvan a acariciar a este gran conspirador, guerrero, mandatario y dirigente popular, orgullo de todos nosotros.

Y digo conspirador porque nadie en nuestra historia, diferente a Melo, puede decir válidamente que participó, con resultado diverso, en movimientos que tendían a cambiar el establecimiento político en cuatro países: Colombia, Venezuela, Guatemala y México.

Melo es quizás el Presidente que peor prensa ha tenido, se le ha querido mostrar como un chafarote, un dictador que mancilló las “limpias páginas” de nuestra historia y un ser ignorante y atrabiliario, desconociendo que fue un hombre culto, rector de un colegio, el San Simón de Ibagué, que hablaba el alemán y el español y que en su estadía en Bremen vivió de cerca la primera “ley de protección obrera” que amparaba el trabajo de los niños y fue la época del cambio de gobierno de Federico Guillermo III al IV, que sería el comienzo de las grandes concesiones reales a la burguesía naciente. Esa fue la época de la fundación de la “Asociación de Obreros Alemanes” y la organización de la “Liga de los Justos”, uno de cuyos fundadores fue Federico Engels, donde habría de surgir el gran socialista utópico Wilhem Weitling, autor del libro “La sociedad tal como es y tal como debiera ser”. Situaciones todas que conoció y vivió Melo de primera mano.

Sobre su obra de gobierno, excúsenme que me cite a mi mismo, pero en el libro “Los Draconianos” que publicó Editorial Planeta en el año 2005, página 97, afirmo: “La dictadura de Melo podríamos calificarla de dictablanda, no se cometió ningún exceso de fuerza, nadie puede, válidamente, asegurar que se abusó de la autoridad, no se fusiló a nadie, se respetó la libertad de prensa, no se restringió ninguna libertad, no hubo un solo robo contra la propiedad en ninguno de los almacenes de la capital, nadie sacó a sus familiares de Bogotá por miedo a los golpistas”.

Jamás la capital de Colombia fue tan segura para sus habitantes. Melo recurrió menos que cualquier otro gobierno de la época a las expropiaciones o a los empréstitos forzosos.

Y en cuanto al juicio que lo sacó del país, no pasó de un juicio civil y ya nadie se acordó de la sublevación militar ni de la muerte del cabo Quiroz, sus enemigos se dieron por satisfechos con su extrañamiento del país.

Melo, el avezado militar de las guerras de independencia, el triunfador en Junín y Ayacucho no supo afrontar la reacción Gólgota-Conservadora, la menospreció. Cuenta, en alguno de sus escritos, el “Alacrán” Joaquín Pablo Posada que siempre que le decían a Melo que las tropas de la reacción se acercaban a la capital, él contestaba “tranquilos, yo tengo un plan” y, ya derrotados, el brillante periodista, director del periódico “17 de abril”, órgano del melismo, le dijo: “General, por fin supe cual era su plan, que nos cogieran a todos, porque aquí estamos presos todos sus amigos”.

Se salvó don José María del genocidio draconiano. Con Melo y sus seguidores se ensañaron los victoriosos del 4 de diciembre de 1854. Hasta entonces la generosidad con el vencido había sido una constante. De 1820 a 1854, en solo 35 años, se habían presentado 7 amnistías, 26 indultos y 4 medidas combinadas, pero, para Melo y los suyos no existió la piedad. Sin embargo, la retaliación no fue pareja, a los dirigentes los trataron de una manera y al pueblo de otra, como si para conseguir la paz, la generosidad únicamente pudiera pactarse entre las élites y al pueblo hubiera que condenarlo al peor de los círculos del averno de que nos hablara el Dante.

Melo y sus seguidores fueron objeto de expulsiones de sus territorios hasta por ocho años, pero, a los combatientes, a unos 200 de ellos, los sacaron de la capital, amarrador con lazos y a pie los llevaron a Cartagena y luego, en buque, a orillas del río Chagres en panamá, donde estos pobres tierrasfrías fueron víctimas de la fiebre amarilla. Ninguno de ellos regresó a sus hogares, todos murieron, espantoso genocidio que la historia rosa colombiana ha cubierto con piadosos velos de silencio.

El gobierno de Melo no fue un producto de la casualidad o del capricho de la historia, fue el producto del clima social y político de lo que en la historia colombiana se conoce como “la revolución del medio siglo”. Esa revolución del medio siglo fue “importada”, llegó a la Nueva Granada como reflejo de la revolución burguesa de 1848 en Francia que derribó la monarquía orleanista, como producto de la creciente inconformidad social y la expansión del capitalismo que crecía en medio de la revolución industrial, alimentado generosamente por los escritos de Víctor Hugo y Lamartine.

En nuestro país, el cerebro que movía los hilos del descontento era un boyacense, nacido en Miraflores, que había comenzado su vida política como Convencionista de Ocaña y que era el señalado por las fuerzas que comenzaban a llamarse Liberales como el Presidente que debía suceder a Mosquera en el primer empleo de la nación: Don José Ezequiel Rojas Morales, quien el 16 de julio, en el número 25 del periódico “El Aviso” publicó un escrito que llevó por título “La Razón de mi Voto”, donde explicaba por qué debía votarse por José Hilario López y que se considera el acta fundacional del Partido Liberal Colombiano. Así el Liberalismo, entre los Partidos políticos actualmente vigentes, es el sexto en antigüedad en el mundo, después de los dos partidos ingleses, el demócrata de los EEUU y los dos partidos uruguayos, el blanco y el colorado, que nacieron el mismo día.

La idea Liberal no era nueva, desde los tiempos del imperio romano, se hablaba de empleos serviles, los que hacían los esclavos, y de empleos Liberales, los que desempeñaban los hombres libres. El concepto Liberal nació en la Asamblea francesa con la proclamación de los derechos del hombre y el ciudadano. Pero fue en el Diccionario Crítico Burlesco publicado por Bartolomé José Gallardo en 1812, donde se definieron las ideas Liberales como aquellas que propenden por el amor y la posesión de la libertad, además de extender su benéfica influencia a toda la sociedad.

Y, políticamente, fue en las Cortes de Cádiz de 1810 a 1813, donde el término Liberal se utilizó para denominar a quienes abogaban por la libertad y a sus contrarios los denominaron serviles o godos. ...los liberales. Palabra era ésta que hasta entonces no había tenido en España otra aceptación que la de generoso, dadivoso o desprendido, pero que desde aquella temporada gaditana comenzó a designar a los que siempre llevaban el nombre de libertad en los labios, así como ellos (y parece que fue don Eugenio de Tapia el inventor de la denominación) dieron en apodar a los del bando opuesto con el denigrativo mote de serviles. Las Cortes, dotadas de poderes constituyentes, se propusieron establecer una monarquía constitucional que le pondría fin al régimen absolutista español. Se desarrolló entonces una intensa polémica que dividió a sus diputados en dos grandes grupos: los partidarios del mantenimiento de las tradiciones monárquicas absolutistas (“serviles”), y los defensores de las libertades individuales y del establecimiento del Estado de derecho (“liberales”).

En Colombia, el “remoquete” de Liberal, comenzó a utilizarse en la Convención de Ocaña, para denominar a los partidarios del General Francisco de Paula Santander y diferenciarlos de los partidarios de Bolívar.

La elección del General caucano José Hilario López, prócer de la independencia en lo que la historia deformada de Colombia ha llamado “Los puñales del siete de marzo”, dio origen al más importante cambio social, económico y político del siglo XIX, pues con la revolución del medio siglo se desmontaron las instituciones coloniales y comenzó en firme la vida independiente de nuestra nación, vinculando a la Nueva Granada a la división internacional del trabajo y dando paso a dos generaciones de empresarios en ascenso: los comerciantes y los exportadores.

Medidas económicas: Abolida la prisión por deudas; se establece la expropiación por utilidad pública, previa indemnización a los propietarios; Murillo Toro, en el Congreso de 1850, propuso que el cultivo fuera la base de la propiedad de la tierra; se limitó la tasa legal de los intereses; comenzó la construcción del ferrocarril de Panamá; Se creó la Comisión Corográfica encomendada al Coronel italiano Agustín Codazzi; abolidos los resguardos indígenas y sometidas sus tierras a la libre oferta y demanda del mercado lo que pauperizó a los indígenas; se eliminaron la alcabala, los diezmos y los censos; se acabaron los estancos de tabaco y aguardiente; se eliminaron los impuestos de quintos, de hipoteca y de registro. Una de las medidas económicas más importantes fue el desarrollo de la “Comisión Corográfica” que encabezó el Coronel Agustín Codazzi, la cual inició labores el 3 de enero de 1850 y se prolongó aún después de la muerte del italiano Codazzi el 7 de febrero de 1859; esta “Comisión” se considera la segunda gran empresa científica desarrollada en Colombia después de la “Expedición Botánica” que dirigió el sabio gaditano José Celestino Mutis y Bossio; sus primeros ayudantes fueron Manuel Ancízar (cronista), José Jerónimo Triana (médico, químico y botánico), Santiago Pérez (después Presidente de la Nueva Granada, fue el relator de la Comisión) y los dibujantes Carmelo Fernández, Enrique Price y Manuel María Paz; hicieron nueve grandes viajes hasta cuando apareció el gobierno de Mariano Ospina que no alcanzaba a comprender su importancia; ellos fueron los que sentaron las bases científicas de esta nación.

La abolición de la Esclavitud en Colombia

Medidas políticas: Eliminada la pena de muerte (en 1849 para delitos políticos y en 1863 para delitos comunes, lo que mereció el elogio del célebre escritor francés Víctor Hugo) y también la condena infamante o de vergüenza pública que afectaba a las familias de los reos y que los hacía, frente al sistema judicial, en cuasicómplices, porque la condena les llegaba por extensión; se consagra la libertad de pensamiento, la libertad de imprenta, libertad de enseñanza, libertad para ejercer una profesión (1851); se dio libertad a los esclavos (ley del 21 de mayo de 1850), pagándole a los dueños su valor de un fondo público de manumisión y, en su artículo 15, le pidió al Gobierno del Perú, la libertad de los esclavos que habían sido vendidos por los esclavistas caucanos, especialmente al aristócrata conservador y negrero Julio Arboleda, para evitar la liberación obligatoria, que tampoco fue gratis; se estableció el juicio por jurados populares; se definió la elección popular de Gobernadores y la supresión del ejército permanente (1853).

El proceso de la liberación de los esclavos en Colombia comenzó con la constitución de Cartagena del año 1812, cuando, por presiones británicas, se legisló a favor de la eliminación del comercio negrero; siguió con Antioquia, donde Félix Restrepo y Juan del Corral definieron la libertad de vientres con la ley del 20 de abril de 1814; continuó con la liberación de los esclavos que combatían en las tropas de Simón Bolívar, como cumplimiento del pacto que hiciera con Petión en Haití; en la constitución de Cúcuta se definió la libertad de vientres y se reglamentó el trabajo semilibre; y ya no había más de 20.000 esclavos en la Nueva Granada cuando llegó el decreto liberador del Partido Liberal, con las reformas del medio siglo en la administración de José Hilario López, medida a la que se opusieron con firmeza los esclavistas del sur del país donde estaban el 63% de los esclavos que había en la nación, especialmente en las provincias de Popayán, Barbacoas, Buenaventura y Chocó; con la liberación de la mano de obra esclava se buscaba, claramente, más que una medida humanitaria, una medida económica, que liberaba brazos para el trabajo y se le daba un golpe mortal a los grandes latifundistas que tenían en este rubro una ventaja comparativa con aquellas zonas del país donde prácticamente no había africanos o descendientes suyos.

La revolución del medio siglo, hecha por el Partido Liberal, sacó a Colombia del siglo XVIII e incrustó al país en el siglo XIX. En ella se formaron los revolucionarios que habrían de dar el golpe del 17 de abril de 1854. Obando pudo regresar al país, gracias a la amnistía plena decretada por Mosquera, Melo fue reintegrado al ejército, se formaron los clubes de artesanos. La primera sociedad democrática la fundaron Lorenzo María Lleras y Florentino González con el nombre de “Sociedad Democrática Republicana de artesanos y labradores progresistas de Bogotá”, y el propósito de educar a sus miembros, pero se extingue en 1840; en 1844, los artesanos reviven la institución, toman un giro político y apoyan la candidatura de Eusebio Borrero en contra del General Tomás Cipriano de Mosquera y de Rufino Cuervo, publicando en Medellín, el 11 de julio, una proclama con el nombre de “Grito de la Democracia”, que de nada sirvió porque Mosquera de Presidente nombró como Ministro de Hacienda a Florentino González y éste dio rienda suelta al libre cambio, perjudicando notablemente a las clases populares; el 4 de octubre de 1847, el sastre Ambrosio López fundo la “Sociedad Democrática de Bogotá” , ahora con el objetivo de la defensa, mejora y promoción de sus oficios; a ella se vincularon, inicialmente, algunos de quienes después hicieron parte de la Escuela Republicana, pero pronto se vieron enfrentados “cachacos” y “de ruana” y los intelectuales salieron de ella; llegado el año 1849, los artesanos y las democráticas apoyaron resueltamente a José Hilario López, de quien se sintieron defraudados; buscaron entonces el apoyo a José María Obando y se aliaron al jefe del ejército General José María Melo y participaron activamente en el golpe de Estado de éste el 17 de abril de 1854.

Gólgotas y Draconianos fue la primera disidencia del partido Liberal en su historia. Las principales tesis que movieron a los Draconianos fueron el proteccionismo, la defensa del ejército, el patronato eclesiástico, la designación de Gobernadores, el voto restringido y la defensa de la pena de muerte. Y uno de los más distinguidos draconianos fue el chaparraluno José María Melo Ortiz, honor a su nombre y a su Partido y a esta tierra fecunda que hoy nos acoge.

Para terminar, permítanme la libertad de hacer una acotación personal, pero es que el primer detenido ese 17 de abril de 1854, fue el colegial de San Bartolomé, Teodomiro Llano Botero, mi tío bisabuelo, según cuenta Alirio Gómez Picón en su libro “El Golpe Militar del 17 de abril de 1854”. Muchísimas gracias.

Rodrigo LLano Isaza Veedor del Partido Liberal Colombiano

Rodrigo LLano Isaza

Escritor, Historiador y Veedor del Partido Liberal de Colombia

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