La presencia temprana de instrumentos europeos de cuerda frotada en América está asociada a los misioneros católicos. Un ejemplo es el franciscano Francisco Solano (Cf. www.pedroximenez.com/solano.htm) quién arriba a tierras americanas cargando un pequeño rabel o tal vez un rebec de dos o tres cuerdas.
Nacido en Montilla (Córdova-España), es bautizado el 10.III.1549 en la parroquia de Santiago. A sus cuatro años ingresa al Colegio de la Compañía de Jesús de su pueblo; pocos años después decide entrar como novicio franciscano en el convento de San Lorenzo de Montevilla. En 1570 hace profesión religiosa para ser fraile de coro. Este año solicita ser destinado como misionero a Berbería (Marruecos) “a padecer el martirio. Y no se lo quisieron conceder”. En 1572, destinado al convento de Santa María de Loreto (Sevilla) cursa estudios de Filosofía y Teología, recibiendo su ordenación sacerdotal probablemente el año 1576. Vuelto a su pueblo natal en 1579 donde es visto como un santo, debido a los constantes milagros que realiza, permanece hasta 1581. Este mismo año es nombrado maestro de novicios de Arrisafa, cerca de Córdova. En 1583 es elegido vicario, predicador y maestro de novicios del convento de San Francisco del Monte. Con la aparición de la llamada peste de los landres (semejante a la peste bubónica), se ofrece para asistir a los enfermos en el pueblo de Montoro. Pasada la peste vuelve al convento de San Francisco del Monte.
En 1586 es nombrado Prior (guardián) de este convento donde hace labores de limpieza así como “cantos en el coro”; sin embargo, renuncia para volver a predicar en los pueblos, donde le seguían “por besarle el hábito”. En 1587 es enviado al convento de Zubia. Es allí donde tiene noticia de que Felipe II había autorizado a fray Baltasar Navarro, Comisario de la orden franciscana, para llevar a 12 frailes al “nuevo mundo”; más específicamente, a las regiones de Tucumán y Paraguay. Insistiendo en su petición de querer ir a las Indias, es aceptado.
Solano zarpa de la bahía de Cádiz en 1589 junto a 70 misioneros entre franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios, jesuitas y 300 soldados. Lleva consigo un ravel o un rebec árabe, instrumentos que ejecutaba desde niño. Ya en tierras americanas, realiza su primera escala en la isla Dominica; luego pasa a Cartagena de Indias (mayo de 1589). Atraviesa a pie el istmo de Panamá para permanecer 4 meses en un convento franciscano. Ya en el Perú, de Santa se dirige hacia Jauja. Luego de descansar y aclimatarse un tiempo, prosigue su camino hacia su destino, pasando por los pueblos de Ayacucho, Cuzco, Copacabana (a orillas del lago Titicaca), La Paz, Sucre, Potosí, Cotagaita, Humahuaca, Jujuy, Salta y, finalmente, a San Miguel de Tucumán (en la actual Argentina), donde se afincará en la misión franciscana de “la Custodia de San Jorge del Tucumán” (fundada en 1565).
Establecido, Solano aprende rápidamente los idiomas locales, por lo que los indios lo consideraban un hechicero. Sus historiadores señalan que además, dentro de sus labores de conversión (en 1590 es nombrado custodio de esta misión y encargado de visitar a los indígenas de la región), Solano ponía en práctica sus cualidades para el canto y el baile así como de ejecutante de su pequeño rabel medieval de dos cuerdas.
No obstante de su gran vocación misionera, será apenas una década que estará en Tucumán. Su retorno a Lima, a pie, enfermo y en lamentables condiciones físicas, será lento y agotador. El itinerario es prácticamente inverso al de su ida. Al pasar por Potosí y Sucre, su presencia musical tendrá un fuerte impacto. Llegado a Lima, es nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Para esos años, el cronista Anónimo en su texto “De las Costumbres Antiguas de los Naturales del Pirú” escribe que hacia 1594, en las iglesias de Lima “la música para los officios diuinos, (era) no sólo de vozes, sino de instrumentos diuersos y de vihuelas de arco”.
En 1601, Solano es elegido Secretario y acompañante del superior provincial, cargo en el que dura menos de un año. Se le asigna un nuevo destino: la ciudad de Trujillo. En 1604, vuelve a Lima, ciudad donde pasara sus últimos años. En 1605 se hallaba postrado y gravemente enfermo del estómago. Muere el 14 de junio de 1610, día de San Buenaventura. Fue beatificado y canonizado el 27 de diciembre de 1726, conmemorándose, en el Perú, su festividad el 14 de julio como santo de los terremotos, debido a que tenía la capacidad de pronosticarlos.
Su paso por el Alto Perú fue destacado como ejecutante, ya que templos de Sucre y Potosí (Bolivia) poseen pinturas y esculturas en los que aparece Francisco Solano con su rabel o rebec que, por la técnica de ejecución (apoyado sobre el brazo o el hombro), le permitía cantar, caminar, bailar y saltar mientras tocaba; es decir, admitía interpretaciones móviles y no estáticas. Son estas técnicas de ejecución del violín que hasta la actualidad mantienen muchos campesinos de los valles de Tarija y los valles de Cotagaita (donde aún se mantiene un instrumento de cuerda frotada de tres cuerdas).
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