Por favor... plantemos árboles

      Las superficies boscosas sólo traen beneficios.
    

      -Por la fotosíntesis, reducen la cantidad de CO2 en el planeta y lo transforman en oxígeno (por eso se dice que, en las grandes ciudades, los grandes parques como El Retiro o Central Park son los pulmones de la ciudad, porque mantienen a raya la polución citadina).

    
      -Los bosques, además, regulan la temperatura. En pleno verano, cuando el Sol achicharra (yo soy de los que llevan muy mal el calor), ¡cómo se agradece pasear entre las sombras de los árboles!

      -Además, relacionado con lo anterior, en los bosques se genera humedad y, a la larga, los bosques favorecen las lluvias.

    
      -Asimismo, no pocos estudios recomiendan muy encarecidamente, como forma de combatir el estrés, estar en contacto con la naturaleza (y, por supuesto, huir de las prisas presentes en las grandes urbes, donde yo, por cierto, no quiero vivir ni atado). Por alguna razón, el color verde (y otros colores como el azul verdoso) influye muy positivamente en la psicología humana, sugiere relajación. Y, además, escuchar el sonido de la brisa azotando los árboles, el canto de los pájaros o incluso, en verano, escuchar las chicharras…

 
      Y seguro que hay muchos más beneficios que a mí se me escapan y olvidan. Pero esta vez, quiero focalizarme en uno de ellos: el hecho de que los bosques atraigan la lluvia.

      Y me diréis: ¿cómo es eso posible? Pues no me lo he sacado de la manga. Es cierto que ya me lo imaginaba (un amigo mío, asimismo, tan apasionado de la naturaleza como yo o incluso más, me dice que “el agua atrae al agua”, lo cual puede tener sentido), pero os pongo la fuente donde comentan el porqué:

      https://permacultorceltibero.wordpress.com/2018/01/18/por-que-los-arboles-atraen-la-lluvia/

      Básicamente, os resumo lo que he extraído de ahí:

    1·      Los árboles, debido tanto a la fotosíntesis como a la respiración (esto, estudiado en el colegio), desprenden vapor de agua (en algunas fuentes he llegado a leer que incluso en concentraciones superiores a las que procederían de la evaporación de los océanos, aunque eso habría que investigarlo más). Para ello, aspiran, con sus raíces, el agua del subsuelo.

   2·      El vapor de agua generado tiende a condensarse, formando pequeñas gotitas de agua en suspensión.

   3·      Al condensarse el agua, se genera una diferencia de presión, y el aire circundante se vuelve menos pesado (tiene sentido, el agua tiene mayor densidad que el aire).

   4·    Al volverse el aire menos pesado (esto es, haber una presión más baja), se favorece que la presión se equilibre, para lo cual, el aire de otras zonas rellena las zonas con menor presión.

   5·    Por tanto, si el aire atraído es el procedente de las masas oceánicas y éste contiene ya humedad, al combinarse con la humedad del bosque, las probabilidades de precipitación aumentan. Y, en cualquier caso, si estamos más hacia el interior del continente, yo personalmente creo que, si se generan bajas presiones con la propia humedad, dichas bajas presiones favorecen la formación de nubes (lo que llamamos borrasca), dando lugar a posteriores precipitaciones.

  6·    Por el contrario, sabemos que en los desiertos no llueve nunca o casi nunca. Es un círculo vicioso, en el desierto la humedad es nula o casi nula, exceptuando las zonas de oasis, y por esa razón no suele llover (bueno, muy raramente, dando lugar a vegetación efímera que, al cabo de poco tiempo, se seca al cesar las lluvias en los desiertos).

      Según cuenta el artículo cuyo enlace he puesto, antes llovía más en Galicia, pero, con la escandalosa cantidad de incendios que han hecho fosfatina tantos bosques (lo cual, dicho sea de paso, no me hace ni pizca de gracia y es hora de que reforestemos toda la superficie que hemos quemado), la lluvia se ha reducido. Seguramente no sea la razón única, pero sí será un factor bastante influyente.

      Por tanto, es una necesidad muy urgente: debemos reforestar. Además, claro está, de limpiar el campo y el monte de basuras, de reducir a cero el uso de los plásticos (y de dejar los océanos limpios de ellos), de erradicar la obsolescencia programada (pues los residuos electrónicos tienen un impacto pernicioso en el medio ambiente). Es menester, por tanto, presionar a los gobiernos de cada país a que incluyan programas de repoblación forestal y no sólo hay que manifestarse: tenemos que actuar. Por ejemplo, podemos colaborar con ONGs que se dediquen a la repoblación forestal (como ARBA). Y si para invertir en repoblación forestal, hay que hacer que otros proyectos más superfluos se paren (como levantar rascacielos innecesarios, o lanzar la 5G móvil, o la masificación urbanística, o hacer carreteras y más carreteras, AVEs y más AVEs), pues se paran. Ya no es cuestión de pensar sólo en la economía (pues, cuando ponemos por encima de todo el dinero, acabamos haciendo las peores burradas y es hora de que nos demos cuenta de ello), sino en la sostenibilidad (por supuesto, respetando en primer lugar la vida humana, la cual depende, en buena medida, de que haya vegetación). Y en España, hay que centrarse en intentar reforestar las dos mesetas castellanas, Aragón, Levante, Andalucía y Murcia.

      Si por ahora no puedes colaborar activamente plantando árboles, hay una forma de colaborar más “pasivamente”: usando como buscador uno llamado Ecosia (en vez de Google). Vale, sí, puede que no dé exactamente los mismos resultados que Google, pero todo se andará (y ojo, tampoco da resultados tan malos). Según parece, hay que realizar unas 45 búsquedas por cada árbol plantado; por tanto, promovamos el uso de Ecosia.

21 de Marzo de 2019.
Año I. Día 33. Artículo 101.