El primer gran vuelo de los Hermanos Wright, en 1903, de alguna manera posibilitaron que el hombre pudiera comenzar a cumplir con ese sueño, siendo esta una de las experiencias más maravillosas y cautivantes que alguien pueda atravesar. No obstante, son millones todavía las personas que, por alguna razón, especialmente su condición económica, mueren sin lograr subirse alguna vez a un avión, preguntándose ¿cómo será aquello?
En la literatura se recoge ese sueño humano en varios libros y textos, como los que se me ocurren ahora, cuando un descanso me pongo a comparar a Harry Potter con Simón el Mago
Mientras Harry Potter alcanzó a volar sobre una escoba y jugar “quidditch”, una especie de fútbol aéreo (inventos de la escritora), además de enriquecer a su autora, la británica J. K Rowling, Simón el Mago del escritor antioqueño Tomás Carrasquilla, casi se mata cuando se echó a volar por el declive de un gallinero, y en nada contribuyó a mejorar las limitadas arcas de su autor.
Harry Potter se editó en 1997, y se dio a conocer en una saga de siete títulos diferentes, durante varios años, mientras que Simón el Mago fue el primer cuento de Tomás Carrasquilla, escrito en 1890, para ingresar como miembro de El Casino Literario, un centro que dirigía en Medellín, Carlos E. Restrepo, suegro del brujo de Otraparte, Fernando González, y posteriormente Presidente de la República de Colombia.
Harry Potter aprendió magia y hechicería en el Colegio Hogwarts del Reino Unido, cuyo director Albus Dumbledore, considerado como uno de los magos más poderosos de su tiempo, se convirtió en uno de los principales mentores de Harry, mientras que Simón el Mago, fue instruido en las artes de la brujería y duendería por la negra Frutos, sirvienta en casa de sus padres y quien había sido esclava de los abuelos maternos, en el pueblo de Santo Domingo, al nordeste del departamento de Antioquia, Colombia.
Mientras a Harry Potter le enseñaban en su primera clase «Mantengan las escobas firmes, elévense un metro o dos y luego bajen inclinándose suavemente. Preparados... tres... dos...» Simón el Mago manifiesta en su relato, «Transportábame a la Tierra de Irasynovolverás siguiendo al ave misteriosa de «la pluma de los siete colores».
El mejor amigo de Harry Potter era Ron Weasley, un chico pelirrojo alto y delgado, ojos azules, larga nariz, y una cara cubierta de pecas, el cual junto a Hermione Granger, otra compañera de aventuras, organizaron el trio de protagonistas. Simón el Mago tenía a Pepé Ríos como uno de sus compinches, quien se encargó de conseguir todos los elementos necesarios para echarse a volar desde el “Alto de la Piedra”.
Harry Potter recibió su primera escoba voladora —la Nimbus 2000—, de parte de Minerva McGonagal, profesora de Transformaciones y subdirectora del colegio en donde estudiaba, quien además es una “animaga” y podía adoptar la forma de una gata. Simón el Mago, en cambio, para poder volar, debía repetir, con toda la fe posible, “¡No creo en Dios ni en Santa María! ¡No creo en Dios ni en Santa María! ¡No creo en Dios ni en Santa María!” y ni así le funcionó el hechizo.
Con la aparición de Simón el Mago, en 1890, se dio el nacimiento de un escritor y el comienzo de una obra que logró capturar las complejidades y riquezas de una época entera en la literatura costumbrista. Con Harry Potter, en 1997, empezó una saga de 7 libros que, en los tiempos modernos, desempolvaron el interés por los libros fantásticos, de magia y hechicería.
Harry Potter y Simón el Mago, personajes de ficción en la literatura de entretención que, al leerlos, tanto a chicos como adultos nos ponen a volar. O.M.M.
Oscar Moreno Mejía.
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