El precio de la traición

Luego de la aprobación a la reforma de la Ley del Infonavit, la cual, por supuesto votó a favor en alineación con su nuevo grupo parlamentario, el senador Miguel Ángel Yunes Márquez, exintegrante del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN), fue nombrado presidente de la Comisión de Hacienda.

Este personaje, de cuestionable integridad por ser de conocimiento público que existen denuncias en contra de su padre, de su hermano y el mismo, por daños al erario, enriquecimiento ilícito, falsificación de documentos y otros delitos, cambió su voto de último momento para la aprobación de la reforma judicial, siendo determinante para los objetivos del gobierno de Morena y sus aliados.

Hoy, con su nuevo nombramiento, queda demostrado que Yunes está siendo compensado por la traición a su anterior partido, y su actual adhesión incondicional al grupo parlamentario de Morena para aprobar cuanta reforma constitucional se les ocurra.

Pero no solo es Yunes, hay en el oficialismo más adeptos recientes provenientes de otros partidos y que se han unido por así convenir a sus intereses personales, políticos, económicos y hasta de protección. Porque al parecer, una vez que pertenecen al partido en el poder, sus culpas anteriores son perdonadas y sus expedientes eliminados.

Es probable que más de uno, antes de acceder a unirse a Morena se haya visto en la encrucijada de elegir entre mantenerse en la oposición y ser castigado por sus delitos y el mucho más alegre camino de vender su adhesión al partido en el poder y ser recompensado con favores y nombramientos.

Ante esto, es probable que no duden mucho acerca de qué decisión tomar. Y este tipo de elecciones no son exclusivas de políticos de la oposición. Dentro del mismo oficialismo, es más que evidente que esta táctica se ha empleado para acallar a las voces discordantes y obligarlas a entrar al redil.

Personajes como Yunes carecen de cualquier valor moral y están a la venta al mejor postor. Eso es algo que viene a confirmar la corrupción bien sabida en los círculos de la política mexicana, pero habría que preguntarse si no resulta aún peor el que el actual gobierno, sin ningún escrúpulo, está a la caza de estos “talentos” para engrosar sus filas.

Los que decían “nosotros somos distintos”, han demostrado que no solo son iguales, son peores, al unir en su movimiento a lo peor que se puede encontrar en la clase política del país.