Libros de texto gratuitos 2023, una necesidad genuina convertida en botín político.
EL CORREO INDEPENDIENTE

Libros de texto gratuitos 2023, una necesidad genuina convertida en botín político.

La reciente controversia entre el gobierno federal y la oposición en torno a los nuevos libros de texto gratuitos ha puesto en los titulares de noticias el tema fundamental de las deficiencias en el sistema educativo mexicano.

Sam Terrazas | 13 ago 2023


El tema de los libros de texto gratuitos, tan sonado en medios de comunicación y redes sociales, llamó mi atención de inmediato como un asunto digno de ser incluido en un artículo de opinión del Correo. Pero para poder brindar una opinión imparcial e informada, primero hube de investigar la realidad en torno a estos materiales y revisarlos de primera mano.

Los comentarios incendiarios de la derecha, diciendo que los libros de texto eran comunistas, que tenían contenidos inapropiados sobre sexualidad y que prácticamente se les debería prender fuego para destruirlos me parecieron ridículos y exagerados desde un principio.

La defensa a ultranza de esos libros por los partidarios del gobierno, por otra parte, me pareció falta de sustancia y tendiente a justificar los errores más evidentes sacados a la luz por los opositores, desde faltas de ortografía y gramática, fechas históricas erróneas y contenidos equivocados.

Esto fue lo primero que llegó a mi conocimiento y, como no soy alguien que se quede con lo que se dice, de un lado o de otro, me dirigí a hacer mi propio análisis. Debo decir que cuando vi un Twitter de la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez, donde decía que, para opinar, primero había que revisar los libros y compartía el vínculo de la SEP para verlos, no pude estar más de acuerdo.

Quiero comenzar con un antecedente. El día 12 de febrero de 1959, el entonces presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Adolfo López Mateos emitió el decreto mediante el cual se crea la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG).

El 16 de enero de 1960, en la escuela rural Cuauhtémoc, del municipio de El Saucillo, en el estado de San Luis Potosí, la niña María Isabel Cárdenas recibe los primeros libros para el primer grado con sus cuadernos de trabajo, en un acto presidido por el gobernador del estado, Francisco Martínez de la Vega, y el secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet. En aquella primera entrega, se distribuyeron en todo el país más de 16 millones de libros de texto y cuadernos de ejercicios.

La importancia de esta historia es que al crearse esta comisión y garantizarse de manera real que los niños del país contaran con libros independientemente de la situación económica de su familia, se dio un paso en el camino de convertir en realidad el artículo tercero constitucional de contar una educación laica, gratuita y obligatoria.

A partir de entonces, todos los niños inscritos en las escuelas del país tuvieron acceso a libros y materiales para su formación, logrando que adquirieran el aprendizaje fundamental para desarrollarse, aportando significativamente en el combate a la ignorancia y el analfabetismo-

Luego de plantear este antecedente, debo decir que considero que los libros de texto gratuitos no han perdido su relevancia, contrario la afirmación de quienes opinan que con la llegada del internet y los dispositivos electrónicos estos materiales se han vuelto obsoletos.

¿En qué baso mi opinión?, en el simple hecho de que en nuestra nación sigue habiendo millones de pobres. Los niños de los sectores sociales más desfavorecidos no cuentan con servicio de internet y no tienen aparatos electrónicos. Vivimos en una sociedad donde la desigualdad económica es espantosa. Últimamente se ha celebrado una disminución de la brecha de desigualdad en el ingreso, lo cual es bueno, pero decididamente sigue siendo insuficiente.

Pero más allá de eso, incluso los niños que cuentan con todos los servicios deben de contar con materiales diseñados adecuadamente para propiciar el desarrollo individual y social. Si el formato del libro es electrónico o en papel, eso es lo de menos, lo que importa es que el contenido desarrolle conocimientos y habilidades para la vida.

Tras plantear esto, con lo que espero que quede claro que no pertenezco a la derecha que está en contra de los libros de texto gratuitos, y geometrías políticas aparte, debo dar mi opinión sincera producto de la revisión de los libros propuestos para el ciclo escolar 2023.

Por principio de cuentas, comencé por revisar el libro para los maestros, autodenominado “sin recetas”. Con profunda pena debo decir que no solo es sin recetas, sino sin orden, sin concierto, sin pies ni cabeza.

En una suerte de discurso político de izquierda, si, ya se que dije que dejaría la geometría política a un lado, pero no hay otra forma de llamarle, se empecina en descalificar la libertad de pensamiento llamándola individualismo y la educación científica en pro de una supuesta comunidad y felicidad. Pretende defender el pensamiento crítico, pero menosprecia a todo el que no coincida en su pensar con los autores.

Manifiesta que se basa supuestamente en pedagogos como el brasileño Paulo Freire, pero resulta una pena que solamente toma algunas frases sacadas de contexto y utilizadas a modo. Porque Paulo Freire, como autor marxista, habla de la pedagogía del oprimido, sí, de la necesidad de conciencia del pueblo trabajador para ser impulsor de su propio desarrollo, pero habla también de la pedagogía de la esperanza, de la autonomía, de la libertad, Conceptos todos que, nuevamente, con pena, con profunda pena, no se encuentran en el embrollo discursivo que se pretende hacer pasar por un libro para el maestro.

Luego revisé los textos en sí, comenzando desde los de primer año. La organización en libro de “saberes”, de “lenguajes”, de “proyectos comunitarios, escolares, de aula”, es de por sí ya algo caótica cuando se está tratando de sentar las bases del conocimiento de un individuo, a partir de las cuales podrá crecer su capacidad de aprender y adquirir el interés para su autodesarrollo.

Lo antes mencionado no tendría mucha importancia si el contenido llevara relación con lo que se busca que aprenda el niño en cada grado, pero la información también es confusa, mal presentada, con más importancia a salpicar de dibujos las páginas que en crear un material verdaderamente didáctico para los alumnos.

Solo daré un ejemplo muy simple. Tomemos a un niño de primero de primaria. Difícilmente sabrá leer a menos que haya ido a un preescolar realmente bueno o haya aprendido en su casa. Bien, esos libros de texto no ayudarán a desarrollar las competencias básicas de leer, escribir, contar, sumar, restar.

 ¡Ah!, pero por supuesto, los libros son para que el padre se los lea en su extenso tiempo libre y de paso le enseñe todo lo que los libros no tienen. Seamos realistas, hay niños que tienen padres que suplirán las deficiencias de los libros de texto, pero otros muchos no los tienen, o por más voluntad que tengan esos padres, no cuentan con el tiempo ni las competencias para arreglárselas con ese material tan mal hecho.

Vuelvo a plantear el objetivo del libro de texto gratuito como material que garantice la igualdad en la oportunidad de aprender de cualquier niño, sin importar si la situación económica de sus padres es deficiente como para comprarle un libro, si no tienen tiempo de enseñarle o simplemente no los tiene. Pues bien, estos libros de texto no cumplen ese objetivo.

Que tocan temas de igualdad, equidad, respeto, comunidad, educación sexual. En efecto, en alguna parte de ese confuso entramado se encuentra eso, como si fueran una especie de revista inconexa y sin secciones apropiadas.

En las conferencias de defensa de los libros de texto, que en mi opinión son tan malas como los propios libros, el encargado dijo que se hacía responsable de los errores ortográficos y gramaticales si es que había más de diez. En realidad, podría haber cien y eso no importa nada, no es para escandalizarse.

Igual los profesores podrán decir, “como podrán ver, tal o cual palabra está equivocada, niños, no se debe escribir de ese modo, sino de este otro”, y hasta los niños se acordarán mejor de cómo las luminarias que hicieron los libros de texto tal vez deberían repasar el nivel de educación básica y se esforzarán en no cometer los mismos errores.

Tampoco es un error lo de la educación sexual y las tan famosas maquetas de los órganos reproductores femenino y masculino. Quienes pasamos por la educación primaria y secundaria sabemos que buena falta que hace el que se imparta información sin tabúes, para que se dejen de tener tantas ideas equivocadas al respecto.

Menos aún es erróneo hablar de la historia reciente del país, como el fraude electoral. El pueblo necesita conocer de su historia y, cuando un niño desarrolle un criterio, tendrá la posibilidad de elegir libremente de qué lado estar,

Lo que es deplorable es la falta no de “recetas”, como pretenden plantearlo, fusilándose sin empacho el título de uno de los libros de Paulo Freire, “El maestro sin recetas”, lo triste es la carencia de un plan, de programas, que aseguren el aprendizaje básico, lógico, científico, imparcial e igualitario para todos los niños.

No existe orden ni concierto en el contenido, lo cual resulta muy riesgoso. Riesgoso porque incrementará la brecha de desarrollo entre los niños con acceso a distintas escuelas, distintos maestros y también con distintos padres de familia.

Los que tengan la fortuna de contar con un maestro o maestra experimentado, dedicado, actualizado, que seguro empleará libros y materiales alternativos, asegurarán la continuación de su desarrollo. Lo mismo que aquellos cuyos padres tengan los medios y el conocimiento para impulsar el aprendizaje de sus hijos.

Estos padres no se quedarán de brazos cruzados y si no pueden educar a sus hijos por sí mismos contratarán maestros particulares que lo hagan. ¡Qué falta de sentido comunitario!, dirán los ideólogos de los nuevos libros de texto. No, señores, no es así, es interés por el bienestar de los seres queridos y cercanos. Es convencimiento de que un individuo educado puede aportar más a la comunidad donde se encuentra que una colectividad de ignorantes.

En cuanto a los otros niños, los que no tienen lo uno ni lo otro, ahora ni siquiera contarán con el apoyo de un libro bien estructurado que les lleve de la mano para adquirir los fundamentos que tanta falta hacen.

Que nuestro país necesita una revolución de las ideas para mejorar la convivencia, el respeto, el valor de la libertad, la equidad y la solidaridad es un hecho. Pero no menos cierto es que hace falta conocimiento científico, tecnológico, técnico y artístico sólido, y este último no se consigue con buenas intenciones y carente de un plan educativo estratégico.

La secretaria de Educación Pública, ante un amparo interpuesto en la SCJN contra la distribución de los nuevos libros de texto, justo por la falta de programas, declaró que los programas sintéticos se van a publicar en el DOF antes del inicio del ciclo escolar y por tanto ya no habría impedimento para la distribución.

Es evidente que se está tratando de tapar huecos en el proceso del tamaño de una montaña, porque cualquiera sabe que los planes son antes de la implementación.

Varios estados con gobiernos opositores al gobierno federal están tomando medidas para frenar la distribución de esos libros en sus territorios, desde interponer controversias legales hasta simplemente decir que elaborarán sus propios materiales o usarán los de años anteriores. Los gobiernos afines al gobierno federal dicen que sí los utilizarán.

Así, lamentablemente este tema tan importante se ha vuelto en un asunto de botín político. Los opositores odian los libros de texto gratuitos y se oponen a ellos, por razones totalmente equivocadas. Los afines al gobierno federal los aman, sin cuestionamientos, sin pensamiento inteligente y también por las razones equivocadas. De los primeros no es de extrañar, de los segundos es completamente lamentable.

Podría asegurar que conocen el cuento de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador”, pues en nuestros tiempos, aparte de aprender a leer, existía la libertad de leer cuentos clásicos con entorno monárquico y poco comunitario. Si hasta me parece recordar que una versión de esta historia venía en uno de mis libros de texto gratuitos.

El resumen de esta historia es que, al emperador, un grupo de embaucadores le venden un supuesto traje maravilloso que solo los inteligentes eran capaces de ver. Por supuesto el tal traje no existía, pero los cortesanos adeptos al emperador no se atrevían a decir nada por pasar por inteligentes y quedar bien con el emperador, Hasta que un niño, sin ataduras de conveniencia, se atreve a gritar lo evidente, “pero si va desnudo”.

Eso es lo que está pasando lamentablemente con los aplaudidores del gobierno federal. Este humilde autor, por otra parte, se identifica con el niño del cuento, Por su libertad, por su sentido crítico, por su capacidad de decir la verdad sin reparos.

Los nuevos libros de texto son malísimos, No para quemarlos, pues ningún libro debería quemarse, y como colección de datos desconectados algún día podrían servir como tema de conversación, aunque como libros de texto escolares no valen el papel y la tinta que se gastó en hacerlos.

A diferencia de nuestros viejos libros de texto, cuyo papel y tinta era de los más corriente, eran feísimos, pero estaban llenos de conocimientos relevantes.

Por no hablar de lo que se habrá pagado a los que los hicieron y vendieron, que ignoro si será cierto que carecen de formación universitaria como algunos medios opositores han aseverado, pero que seguro se echaron un buen dinero a la bolsa a cambio de sus brillantes ideas para transformar un país al que es obvio que no conocen.

Es por eso que, como el niño del cuento, me atrevo a plasmar esta opinión y le digo al gobierno y sus afines que han hecho muchas cosas bien, pero esta no es una de ellas. Si quieren ser en verdad distintos de los gobiernos anteriores y de la oposición, reconozcan el error, emprendan una verdadera transformación del sistema educativo y con ella de los libros de texto y materiales que aseguren el desarrollo homogéneo de las competencias que deben tener los niños para aportar a la construcción de un país mejor.

El verdadero sentido crítico implica ser capaces de criticarnos nosotros mismos y cambiar para mejorar. No aferrarnos a colocar en las propias raíces del sistema educativo libros y materiales que no aportan algo de valor, solamente porque ya pagamos por ello. Si hay que rehacerlos que se haga. Con todo lo doloroso que resulte el que nuestros impuestos hayan ido a parar en ese error.

Si este gobierno se ha enfocado en promover el desarrollo de la población más vulnerable, debería actuar para protegerla de caer en una mayor desigualdad en vías de despojarla del medio de desarrollo que han sido históricamente los libros de texto gratuitos dándoles estos ejemplares deficientes en contenido, estructura y método didáctico.

Los niños mexicanos necesitan y merecen libros de texto gratuitos, pero estos no.

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