Hace poco me encontré leyendo un artículo que hablaba acerca de las generaciones, de cómo los niños de la posguerra, los baby boomers, los millenials, los x. la generación z y los Alfa son, al parecer diferentes entre sí y comparten características que los unen como generación.
Con absoluta certeza, se clasificaba a las personas según su año de nacimiento en esta especie de cajones definitorios de su personalidad y sus gustos.
Para mí, que pertenezco a la generación, ¿a qué generación?, no tengo ni idea pues tengo rodando por la vida desde que los humanos son humanos…llamémosle trans, trans - generación, no sean malpensados, ese esfuerzo por etiquetar a las personas no es más que una tontería.
Por supuesto, como humanidad tenemos toda nuestra historia intentando comprendernos como especie, por lo que este esfuerzo de los sociólogos, economistas y mercadólogos de estandarizar lo que se sabe de las personas agrupándolas por su fecha de nacimiento, es sumamente válido, aunque, como muchos más, debería tomarse con pinzas y examinarse a detalle antes de tomarlo como la verdad absoluta.
En mi experiencia milenaria, siempre ha habido la inquietud de encajonar a la gente usando los criterios más arbitrarios. En las tinieblas de la prehistoria, ese encajonamiento era de lo más simple, del tipo de, nosotros, los que la tribu de este lado del río, somos los buenos, valientes, fuertes y lo mejor, mientras que los del otro lado del río son feos, cobardes, ladrones, traicioneros y de lo peor.
Ciertamente que los de la otra tribu pensaban igual. Otro pensamiento compartido respecto a la clasificación humana era entre hombres y mujeres. Seguro que las nuevas generaciones (jajajaja), encontrarán esta clasificación machista. Yo diría que es natural y por lo mismo sigue existiendo. Si bien en aquellos albores resultaba más evidente y necesaria.
Entiéndase que el pensamiento era, si eras hombre, eras cazador, guerrero contra los de la tribu de enfrente, te gustaba fabricar armas y usarlas, básicamente para lo ya mencionado, matar animales y otros hombres; si eras mujer, tu labor natural era tener y cuidar de las crías y mantener contentos a los hombres. Suena horrible, lo sé. Machista, mucho.
Pero cierto absolutamente, y por eso esta clasificación, esencialmente válida con sus excepciones, trascendió al tiempo durante distintas épocas, incluyendo la actual, en la que, pese a que el ambiente y las circunstancias han variado tanto, la esencia de las personas no, por más que se quiera cambiarla artificialmente.
En fin, hablábamos de generaciones. En esos años a nadie se le ocurriría tratar de clasificar a la gente por fecha de nacimiento, pues prácticamente nadie llevaba un registro de eso ni celebraba los cumpleaños, pero sí por edad. Esto de la manera más simplista es que, ya que la esperanza de vida era bien corta, luego de algunos años, si se tenía la suerte de no haberse muerto, la fuerza para trabajar tanto de hombres como de mujeres disminuía, se era viejo, y todo el mundo sabía que a esa persona ya le faltaba poco para la despedida final.
En el otro extremo estaban los niños, que en aquella época debían estar concentrados en sobrevivir lo mismo que todos, porque en realidad, los adultos no se cuidaban mucho de ellos. Por eso la gente de antes tenía muchos hijos, sí, señores y señoras, eran repuestos, se ofenda quien se ofenda.
En aquellas épocas de la antigüedad, por supuesto que siempre hubo la idea de “en mis tiempos todo era mejor…” de la gente vieja (después de los veinticinco años o algo así) y el de “nadie me entiende”, de la gente joven. Pero oigan, no importa, porque ni a los unos ni a los otros nadie les hacía caso. Porque unos ya iban de salida y a los otros no les faltaba mucho para ser viejos.
Con el tiempo, cuando comenzamos a vivir más, la llamada diferencia y relevo generacional no nos cambió realmente. Los roles seguían siendo básicamente los mismos, los hijos sabían que vendrían a sustituir a los padres en el mercado laboral, las hijas a las madres en el rol familiar y así sucesivamente.
¿Había diferencias entre una generación y otra?, algunas, la música que se escuchaba, la ropa, los estilos de baile, las normas sociales, etc. Pero muy en el fondo no. Los viejos se escandalizaban de sus jóvenes de entonces igual que los de hoy y los jóvenes se rebelaban igual.
El ambiente y, sobre todo, la tecnología, han evolucionado una barbaridad transformando al mundo y es en eso en lo que los estudiosos ya mencionados basan su teoría de las generaciones. O sea, si te tocó vivir en una época dura y de guerra eres responsable, confiable, duro, fuerte y capaz, pero si eres hijo de esa generación en una época pacífica serás blando, comprensivo y consentidor con tus hijos, los que a su vez serán flojos, poco responsables y comprometidos pero cuidadosos del medio ambiente; y sus hijos vivirán pegados a las redes sociales, etc.
Parece muy razonable pensar así en el corto plazo, pero no cuando lo observas como una ínfima parte de la historia de la humanidad, ni desde la individualidad de los millones de seres humanos que habitan el planeta tierra.
Para empezar, todo el tiempo hay guerras en distintas partes del orbe. Así, un habitante del oriente medio podría tener más en común con alguien que vivió una guerra civil hace cien años que con alguien de su generación en un país occidental. Y la guerra es solo un factor.
Siguen siendo mucho más válidas otras clasificaciones que, aunque nos duelan porque se asocian a eso que se ha dado en llamar prejuicios, son reales y están más vigentes que nunca. Así, las diferencias entre clases sociales o entre personas de origen étnico diferente, resultan muchas más características de grupos de personas que lo tan sonado de las generaciones.
La educación, el lugar en el que se vive, la estructura familiar, el acceso a satisfactores, entre otros atributos, influyen más en las elecciones de vida de las personas que su fecha de nacimiento.
Eso de tratar de predecir cómo se comportará una persona en base a su fecha de nacimiento me parece casi tan esotérico como los horóscopos. Decir que un generación Z es una persona extremadamente sensible, que pasa mucho tiempo en redes sociales es una verdad a medias. Algunos de esa generación son así, pero muchos otros no. Tal vez usted y yo no pertenezcamos a esa generación y seamos más sensibles o pasemos más tiempo usando las redes sociales.
Las personas somos quienes somos, no importa en qué época hayamos nacido. Las circunstancias nos llevan a tomar decisiones acordes con las costumbres de la época, pero eso no cambia la esencia. Se hace lo que se debe para sobrevivir y eso es todo. Las etiquetas no nos definen.
Soy el mismo ser de hace miles de años y todos lo son. Las formas son diferentes, pero el fondo es el mismo. Sin importar como pretendan nombrarnos, o el cajón en que pretendan colocarnos, somos más que una fecha de nacimiento, más que la época en la que vivimos.
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