Durante los debates para la reforma judicial, las legisladoras del partido morena se erigieron a sí mismas como las representantes de las mujeres mexicanas, justificando en el debate más pobre y sin argumentos que haya presenciado, que tienen derecho a apoyar una propuesta sin más razonamiento que el haber obtenido la mayoría de los votos.
La ahora presidenta Claudia Sheinbaum, no ha dejado de presentar su triunfo electoral como un triunfo de las mujeres de México, mientras que lo único que hace es hacerse eco de lo que Andrés Manuel López Obrador declara y propone.
Es así como muchas mujeres, entre las que me incluyo, no nos sentimos representadas ni por las mencionadas legisladoras ni por la presidenta con A, encontrando muy lamentable que se use el hecho de ser mujer como si fuera garantía de capacidad, cuando no se tienen pruebas que lo demuestren.
Si de verdad buscaran el bienestar de la mujer mexicana, estas funcionarias se preocuparían de asuntos de importancia medular, tales como el combate a la inseguridad, la atención a las desapariciones, el cuidado infantil, la educación de calidad, la salud y tantos otros. Harían propuestas por sí mismas y no se limitarían a seguir lo que les señala su líder político.
Tal pareciera que estén empeñadas en demostrar que las mujeres no pueden pensar por sí mismas, o por lo menos, ellas y las que se sienten representadas por ellas. Porque si todas las mujeres mexicanas se cuentan en este grupo, nuestro país no tiene remedio.
Una verdadera representación de las mujeres no tiene forzosamente que llevarse a cabo por individuos del sexo femenino. La verdadera representación se logra cuando la persona en un puesto público abandera los intereses de un segmento de la población, sin importar su género, raza, apariencia, clase económica, y por qué no, incluso partido político.
Cuando las que se dicen representantes de la mujer solo piensan en el poder de su grupo político y no en lo que conviene a la población, estamos ante simples oportunistas que ven en la tendencia feminista la forma de ganar adeptos y perpetuarse en su posición.
Lo único que resta esperar es que las mujeres mexicanas sean capaces de ver quién las representa realmente, por su trabajo y sus acciones, y no solo porque lo digan.
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