Donald Trump, el nuevamente electo presidente de los Estados Unidos de América, es alguien cuyas ideas en contra de la migración y el crimen organizado en México, fenómenos ambos que tienen un impacto en su país, son firmes en el sentido de aplicar medidas drásticas que presionen al inconsistente e incapaz gobierno mexicano para que tome acción al respecto.
En ese tenor, aun cuando aún no toma posesión del cargo, Trump ya ha realizado declaraciones mencionando que, si el gobierno de México no trabaja en detener la migración y combatir el tráfico de fentanilo hacia su nación, habrá un alza en los aranceles de las importaciones mexicanas en un veinticinco por ciento desde su primer día de gobierno, y que, si no se pone solución a esos fenómenos, la escalada será progresiva.
En esa misma declaración incluyó a Canadá y a China. A este último país afirmó que habría un diez por ciento adicional de aranceles en sus importaciones, esto ya que, de acuerdo con Donald Trump, es de China de donde se importan los precursores químicos para la producción del fentanilo.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, tras tomarse algunos días para pensar su respuesta, envió una carta a Trump que leyó en su conferencia de prensa matutina, la cual, dada la poca importancia que podemos presumir le va a prestar el mandatario estadounidense, en realidad va dirigida a los mexicanos, y más precisamente, a sus partidarios.
En dicha carta, Sheinbaum insistió en que es imposible resolver el "fenómeno migratorio" o el consumo de drogas en Estados Unidos “con aranceles ni con intimidaciones”. Afirmó que, a un arancel, vendrá otro en respuesta y así hasta que pongamos en riesgo empresas comunes”.
Esta respuesta fue aplaudida por quienes vieron valor en la amenaza de Sheinbaum de responder a un arancel con otro, sin considerar que el 82.7% de las exportaciones mexicanas se dirigen al mercado estadounidense. En términos simples, una guerra de aranceles con los Estados Unidos representa ponerse con Sansón a las patadas.
La presidenta defendió la importancia de respetar lo establecido en el T-MEC, firmado durante la primera presidencia de Trump (2017-2021) y en vigor desde 2020. Tratado que Trump tiene diciendo desde su primera presidencia que tiene intenciones de deshacer por no ser conveniente a los intereses de Estados Unidos, así que allí tienen lo mucho que puede importarle respetarlo.
Sheinbaum contestó a las acusaciones de Trump sobre la migración ilegal citando la reducción del 75% en encuentros diarios de migrantes en la frontera desde diciembre, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Muy seguramente el señor Trump tiene otros datos, más acordes con la percepción de quienes vivimos en México y vemos nuestro país invadido de migrantes que en sus intentos por pasar a Estados Unidos y no tener éxito inmediato se quedan aquí, mermando la calidad de vida, ya de por sí mermada, de los mexicanos.
Si tienen la suerte de no haberse visto frente a este fenómeno, basta con que se den un tour virtual para percatarse de cómo se encuentran ciudades de Chiapas, colonias de la Ciudad de México, Monterrey, Ciudad Juárez, Tijuana y otras regiones.
La presidenta con a, consideró la “epidemia de fentanilo”, “un problema de consumo y de salud pública de la sociedad” estadounidense en la que México colabora “por razones humanitarias”. O sea, según Sheinbaum, el fentanilo es problema de los estadounidenses y nosotros apoyamos por buenas gentes que somos.
Sí, es cierto que los estadounidenses tienen un problema de adicciones mayor que México, pero no nos engañemos, hace años que les vamos pisando los talones, y si no estamos igual, es porque aquí no alcanza el dinero para adquirir los químicos más caros. Así que no, no podemos desligarnos de un problema al que contribuyen con singular entusiasmo los cárteles mexicanos y que, también en el aspecto del consumo, va a terminar por afectarnos.
Claudia Sheinbaum recordó que México ha confiscado toneladas de drogas y armas, y ha detenido a miles de personas relacionadas con el narcotráfico, y subrayó que los precursores químicos para las drogas sintéticas “entran de manera ilegal” desde Asia. O sea que, del mismo modo que su antecesor, según la señora Sheinbaum el fentanilo no se produce en México, aunque sea bien sabido que existen emprendimientos de este tipo en el territorio nacional desde hace un tiempo.
Finalmente, Claudia Sheinbaum trajo a la mesa “el tráfico ilegal de armas” desde Estados Unidos, país del que proviene “el 70% de las incautadas en México”. Esto último es cierto, no cabe duda de que no siendo nosotros productores de armas, los cárteles se abastecen en Estados Unidos, pues no habrán de armarse con resorteras. Y claro, los negociantes de armas no tienen reparos en vendérselas, pues dinero es dinero.
Sin embargo, cabe recordar a la presidenta mexicana, que las causas de esta demanda de armas están en el interior de México, en su economía, su sociedad y su gobierno que ha permitido crecer al crimen organizado como una gigantesca empresa ilegal que necesita de armas para defender sus intereses.
Con estos puntos, aplaudidos por sus partidarios, Sheinbaum pretende quedar como valiente defensora de los intereses de México, mostrando así a quien va realmente dirigida su misiva de respuesta a Trump.
Para quienes sean capaces de analizar la carta con mirada objetiva, queda claro que no es posible oponerse a Estados Unidos y que, en realidad, la presidencia de México va a terminar por cumplir con aquello que Trump solicite si no quiere ver aún más afectada la economía del país. Bien vendría que, en vez de intentar quedar bien ante sus apoyadores, el gobierno de México de ponga a trabajar en provecho del país, pues Trump hará lo necesario para beneficiar al suyo.
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