A últimas fechas se ha hablado mucho acerca de una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación acusada de plagiar su tesis de titulación en la carrera de Derecho.
La importancia que los medios de comunicación le han otorgado a este tema es sin duda de carácter político. Dicha ministra estaba considerada como una seria aspirante a presidir el mencionado organismo, y según el sentido de sus decisiones involucrando al gobierno federal, todo hacía suponer que se trataba de la candidata favorita del mismo.
La manera en que la información salió a la luz, y sobre todo el momento en que lo hizo, justo cuando estaba por tomarse la decisión de quien presidiría la Suprema Corte, apunta sospechosamente a una intriga de la oposición para desprestigiar al gobierno. A resultas de esto, la mencionada ministra quedó fuera de toda oportunidad de ocupar el puesto que deseaba.
Pero sospechosismos aparte, este asunto ha venido a destapar problemas más profundos en la sociedad mexicana, el sistema educativo, y la dinámica al interior de las universidades. Porque resulta que la tesis de la ministra no es la única que es prácticamente igual a otras, pues a raíz de la investigación en la UNAM han salido a relucir varias más.
La asesora de tesis de la ministra y del alumno que presentó la tesis con el mismo tema, argumentos y contenido casi idénticos fue despedida, pero dicha ex catedrática asesoró innumerables tesis de titulación en su larga carrera.
Esto hace cuestionar la seriedad de los procedimientos de la máxima casa de estudios para validar la originalidad de las tesis con las que los alumnos demuestran su conocimiento y competencia para ejercer determinada profesión.
Algunos han salido a decir que el requisito de escribir una tesis para titularse está obsoleto, intentando justificar así el copiar las ideas ajenas para evitarse el esfuerzo de pensar por sí mismos. Esto arroja luz sobre una sociedad que se ha vuelto acomodaticia y corrupta más allá de los ámbitos oficiales.
Es del conocimiento público que los altos puestos gubernamentales y también muchos del sector privado son ocupados por personas sin méritos propios y que llegaron ahí por relaciones de influencia familiar, económica, política o de otro tipo.
El impacto debido a esta corrupción en el desarrollo del país es imposible de cuantificar, pero puede estimarse que es inmenso observando al estancamiento en numerosos ámbitos de la vida nacional.
Las tesis plagiadas son solo un elemento más que viene a evidenciar la falta de creatividad, innovación, esfuerzo, así como el valor que se da a estos elementos en nuestro país. Así, a pesar de mínimos cambios observables, se continúa glorificando a quienes hacen fortuna a costa del engaño.
La transformación, y no estoy hablando de la cuarta, quinta , enésima, o el número que se le quiera asignar política o publicitariamente, sino de la verdadera, profunda y primordial, que vaya a las auténticas raíces de la sociedad y la sacuda completamente, tiene que venir de las conciencias de la población, de personas que vean más allá de lo que los medios masivos quieren mostrar y de los intereses inmediatos, y decidan, con un intenso compromiso, que llegó el momento de cambiar de rumbo y de valores.
Cuando eso ocurra, dejaremos de escuchar de escándalos por tesis plagiadas, y las personas que incurran en esas conductas serán sancionadas oportunamente y no estarán en las posiciones más destacadas de la sociedad.
Pensar en ese cambio podría parecer una ingenuidad, tal vez lo sea. Pero mientras haya quienes crean en esa posibilidad y hagan lo necesario en sus espacios de acción, la transformación estará en marcha.
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