El 25 de octubre, el huracán Otis, de categoría 5, tocó tierra en la ciudad de Acapulco, dejando una enorme devastación. Los daños a la infraestructura del destino turístico ocasionaron que la población quedara incomunicada, sin servicios de agua ni electricidad y en una situación vulnerable que va a tardar un buen tiempo en solucionarse.
Existen críticas a los tres niveles de gobierno, municipal, estatal y federal, al considerarse que no se tomaron las medidas de prevención necesarias para minimizar en algo las pérdidas. Por otra parte, es un hecho que el huracán Otis se comportó de una forma atípica, pasando de categoría 1 a categoría 5 en menos de 24 horas.
Este comportamiento corresponde a un fenómeno meteorológico denominado "intensificación rápida", en esa ventana de tiempo, el huracán aumentó su velocidad en 185 kilómetros por hora. La rapidez con que Otis incrementó su fuerza hizo que los avisos de la autoridad hacia la población fueran poco efectivos, llegando tarde para que se tomaran medidas de protección.
En cuanto al envío de ayuda tras el paso del huracán, se ha dado, aunque no con la rapidez con que la gente, desesperada por haber perdido todo y no contar con lo más básico para sobrevivir, necesitaba. Fue hasta el viernes que comenzaron a llegar los apoyos y mientras tanto, los saqueos a los grandes almacenes, pequeñas tiendas y hasta casas habitación, se convirtieron en el pan de cada día, sin que ningún cuerpo de seguridad hiciera nada para restaurar el orden.
Con el correr de los días el ejército y guardia nacional comenzaron a organizar la distribución de los víveres que llegaron vía donativos de otras partes del país y poco a poco se empezó a recuperar el orden. Se abrieron las carreteras que comunican al puerto de Acapulco y el aeropuerto comenzó a funcionar al menos de forma parcial para evacuar a los turistas que se habían quedado varados allí.
Particulares y asociaciones civiles se organizaron para llevar apoyos a conocidos, familiares y población en general y es en ese punto donde se han comenzado a elevar quejas de que a varios de ellos se les impidió el paso por parte de elementos del gobierno, que les quitaron lo que llevaban para entregar los apoyos como si vinieran de parte del partido en el poder.
En este punto es cuando cabe preguntarse qué importancia tiene de dónde vengan los apoyos mientras lleguen. Sin embargo, dada la reputación de las autoridades y grupos políticos en nuestro país y con las elecciones ya muy cercanas, hay muchos tratando de aprovechar la situación, por más moralmente reprobable que sea.
Y así, quienes se organizaron para juntar ayuda para sus familias residentes en el puerto, sus conocidos, trabajadores de empresa, etc., no pudieron tener la certeza de que aquello que les quitaron los elementos del ejército, guardia nacional o policía en efecto llegó a quien debería haber llegado.
Por supuesto, los partidos políticos y sus candidatos a puestos de elección popular no han tardado en manifestarse en los medios de comunicación en una competencia mezquina por demostrar quien hace más por los damnificados del huracán, presumiendo de las donaciones que supuestamente realizan y posando para las fotos a veces con la ayuda que la gente ha donado en los centros de acopio.
En fin, que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y esos especialistas en sacar provecho de las desgracias no han perdido el tiempo para abonar a sus propios intereses y solo cabe esperar que la población no se deje engañar y canalice la ayuda por medios confiables.
Porque lo que sí es una realidad, es que la población de Acapulco necesita ayuda. Entre el huracán y los saqueos, las fuentes de empleo, si bien no se han perdido por completo gracias al apoyo de los empresarios, si se encuentran suspendidas en su mayoría, sobre todo las que dependen directamente del turismo.
Hay pocos sitios donde comprar víveres y combustible, aunque se están reabriendo poco a poco y mucha gente depende de trasladarse a algún municipio cercano o de la ayuda externa. La acumulación de basura comienza a convertirse en un riesgo sanitario y la labor del gobierno no avanza demasiado ágilmente. El tema de la violencia, ya de por sí delicado en la región, se ha incrementado a través de extorsiones y asaltos.
Es necesario que los mexicanos apoyemos a quienes están sufriendo a causa de este desastre natural, e igualmente necesario es que no nos dejemos manipular por aquellos que están lucrando con la desgracia.
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