En los últimos días del mes de marzo de este 2023, se aprobó en la cámara de diputados la iniciativa 3 de 3 contra la violencia de género. Dicha iniciativa tiene un nombre llamativo y, como mujer, me resultó irresistible el investigar acerca de qué trata y porqué de las albricias en torno a su aprobación por parte de diputadas de los distintos partidos políticos.
Por principio de cuentas he de decir que me resultó difícil encontrar la información acerca de la dicha iniciativa. Entre otras cosas porque ya hay una ley llamada tres de tres, pero esa en relación a la corrupción. El resultado fue que mucha de la información obtenida en navegadores fue en relación a esta otra ley.
Decidí preguntar en el muy nuevo chat gpt y ¡oh sorpresa!, la inteligencia artificial quedó igual de confundida que mi inteligencia humana y el resultado fue un revoltijo de los dos temas que no le deseo ni a mi peor enemigo el tener que entenderlo.
Finalmente, luego de un arduo esfuerzo entre artículos de periódicos y lo publicado por la propia Cámara de Diputados, lo que pude sacar en limpio de la dicha iniciativa es lo siguiente:
La iniciativa tres de tres en materia de violencia de género busca que quienes tengan antecedentes, denuncias o sentencias como deudores alimenticios, acosadores sexuales o agresores en el ámbito familiar no puedan aspirar a ningún cargo de elección popular.
Según se dice esta iniciativa viene de colectivos feministas, ¿cuáles?, no tengo ni la menor idea y en última instancia no parece importar demasiado a nadie. Al parecer es suficiente con saber que son colectivos (muchos) y que son feministas.
Luego de una rápida ojeada a esta breve información con respecto a la iniciativa se encuentra que parece sonar muy bien. Hermanas feministas, unámonos para impedir que los desobligados, violentos, acosadores y demás enemigos públicos puedan acceder a cualquier cargo de elección popular. Muy lindo ¿cierto?
Pero si analizamos el trasfondo, la tal iniciativa dice, quienes tengan antecedentes, denuncias, o sentencias. Si somos personas empáticas con el hábito de ponernos los zapatos de otros, y si somos mujeres que hemos convivido con hombres honestos y valiosos, padres, hermanos, hijos, parejas, amigos, compañeros, profesores, etc., seremos capaces de apreciar el peligro que existe de una injusticia inminente para estos hombres.
Porque bastará con una demanda injusta, en el más básico nivel, para que un hombre decente vea que se le cierran las puertas de cualquier cargo de elección popular. Si somos sinceras, hay hombres deshonestos y también mujeres.
Con la susodicha iniciativa, convertida en ley, bastará con que alguna de estas mujeres acuse a un tipo de verla con oscuras intenciones para que el sujeto no pueda postularse a un cargo público nunca jamás en toda su existencia.
Por supuesto que esto puede emplearse para descalificar a un enemigo político, y si puede hacerse, podemos estar seguros de que se hará.
Luego, escalando en gravedad, tenemos los antecedentes. ¿Antecedentes de qué?, de cualquier cosa que se considere violencia de género. Imaginen el caso de incumplimiento en la pensión alimenticia. Sí, hay muchos desobligados que no quieren hacerse cargo de la manutención de sus hijos, quienes incluso dejan un empleo con tal de no tener que pagar la pensión.
Ahora bien, también hay algunos que por una u otra razón se quedan sin los medios de pagarla por un tiempo y se atrasan en la obligación; aunque se pongan luego al corriente, ¿eso los hace acreedores a ser descalificados de por vida a un cargo de elección popular?
Otro ejemplo del que no nos gusta hablar es el del estupro, un mayor de edad tiene relaciones consensuales con un menor de edad, luego entonces es delito. Solo que muchas veces, y es algo que no queremos reconocer, esos menores de edad son ya bastante conscientes de lo que hacen.
Tanto así que la acusación proviene gran parte de las veces de la familia y no de la presunta víctima. Y otras tantas, cuando la persona acusada puede finalmente cumplir su sentencia, resulta que terminan como pareja. Una vez más, ¿se debe inhabilitar políticamente a alguien eternamente por algo de esta naturaleza?
Y llegamos al asunto de las sentencias, con nuestro eficiente, incorruptible, honesto y razonable poder judicial, seguramente que todos y cada uno de los sentenciados se merecen la sanción que les impusieron, por lo tanto, a ojos cerrados podemos decir “sí, prohíbanles postularse a esos malditos”.
Esta reflexión se las dejo en torno a lo que la iniciativa pretende hacer. Ahora bien, existe un amplio campo respecto a lo que no hace. Porque con esta iniciativa no se cambia la discriminación hacia las mujeres comunes que padecen violencia todos los días en sus casas, trabajos, transporte público y cualquier otro entorno.
Tampoco dota a las mujeres de libertad sexual y reproductiva. No les abre oportunidades en la educación, la ciencia y la tecnología. No equipara sus salarios a los obtenidos por los hombres. No evita que la religión tradicional las siga oprimiendo, discriminando y relegando a determinados roles. No evita que sean las quienes llevan principalmente las cargas del hogar y el cuidado de los hijos, los ancianos y los enfermos.
Visto desde ese punto de vista, no sirve de casi nada. Pero sí que puede servir para favorecer los intereses políticos de personas sin escrúpulos que buscan deshacerse de la competencia. Personas a las que, ni hombres ni mujeres, queremos tener en los cargos de elección popular.
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