En los últimos días ha ocurrido un fenómeno en la frontera sur de México que no creí que fuera a ver en mi vida. Pobladores del estado de Chiapas cruzando la frontera hacia Guatemala, un país cuyas condiciones de vida han sido históricamente inferiores que las del nuestro.
El flujo migratorio al sur de México siempre ha sido de sur a norte, no lo contrario. Muchos pobladores de Guatemala suelen pasar por los porosos límites fronterizos para internarse en México, muchos con la meta de viajar al norte, hacia los Estados Unidos, pero muchos otros simplemente para quedarse a vivir y trabajar en nuestro país.
Entonces, ¿qué ha pasado para que ahora sean mexicanos quienes traspasan la frontera con rumbo a Guatemala?. Esta inversión del sentido de la migración no resulta algo natural y sí una señal de que algo muy malo está sucediendo en aquellas regiones.
Los migrantes mexicanos son pobladores de comunidades que se encuentran al extremo sur de Chiapas y que han visto como el crimen organizado amenaza su vida. La situación resulta de tan modo insostenible que han preferido abandonarlo todo, casas, trabajo y futuro, con tal de conservar lo más importante, sus propias vidas.
El gobierno mexicano a través de sus fuerzas de seguridad se ha mostrado incapaz para contener la violencia y proveer un ambiente seguro a los habitantes de Chiapas, demostrando una vez más que la estrategia que se dicta desde el ejecutivo es ineficiente si no es que inexistente.
Vivir en México se ha convertido en sinónimo de un peligro generalizado de volverse víctima de la criminalidad, en algunas regiones más que en otras, pero sin duda alguna se ha extendido como una enfermedad contagiosa que se ha dejado proliferar sin los medicamentos adecuados.
Lo que resulta más lamentable es que la presidenta recién electa no está dispuesta a reconocer la incapacidad en materia de seguridad de la actual administración y se muestra aferrada a continuar con la mismas pautas, lo que lleva a suponer que la situación no va a mejorar en el futuro próximo.
Mientras tanto, la gente más vulnerable, quienes paradójicamente deberían ser la prioridad según la supuesta consigna del partido en el poder de “primero los pobres”, se ven forzados a huir abandonando lo poco que han construido en aras de la supervivencia. Solo esperemos que no llegue el momento en que a nosotros nos llegue el turno de tener que hacer lo mismo.
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