Un grupo de siete jóvenes en el estado de Zacatecas desapareció recientemente y luego seis aparecieron muertos y uno gravemente lesionado. Antes ocurrió algo similar en Lagos de Moreno, lo mismo en Sinaloa, y la cuenta de secuestrados por todo el país sube y sube y no parece tener indicios de detenerse.
¿En qué momento México se convirtió en una tierra de desapariciones de personas?, la violencia ya tiene un largo tiempo desatada en el país, potenciada por la corrupción, la desigualdad económica y social y un sistema educativo ineficiente, entre otros factores.
Las supuestas estrategias para combatir la inseguridad no han tenido resultados positivos y en la actualidad, pese a la presentación de datos “alentadores” por parte del gobierno federal, para los ciudadanos queda claro que el optimismo gubernamental es una falacia y una negación de la realidad que impera en el país.
Hablo de supuestas estrategias porque las acciones de la autoridad no son estrategias en lo absoluto. Carecen de planeación, estructura, dirección, liderazgo y toma de decisiones oportunas y eficientes, y eso tampoco es nuevo.
Cuando en otra administración se hablaba, al menos de dientes hacia afuera, de implementar mano dura con la delincuencia, tampoco sirvió de nada. Hoy que tanto se ha pregonado eso de “abrazos y no balazos” y de trabajar en las causas sociales del problema, estamos peor que nunca.
Y no funciona porque hablar no basta, y las buenas intenciones no son sustituto del trabajo bien hecho. El gobierno federal actual tiene buenas intenciones, eso no se pone en tela de juicio, pero la eficiencia de los funcionarios en los puestos clave de la administración deja mucho que desear.
Mujeres, hombres, jóvenes y niños están en riesgo de salir de sus casas trabajos y escuelas y ya no regresar, porque ciudades y pueblos del territorio nacional no son seguros, y los cuerpos de seguridad son insuficientes y poco confiables.
Hasta el ejército, marina y guardia nacional, que por su carácter militar deberían contar con una capacidad superior para combatir la criminalidad se han visto rebasados por la situación, ya que sus acciones carecen de coordinación.
Mientras tanto, las desapariciones continúan y el gobierno intenta justificarse diciendo que es resultado de la mala actuación de los gobiernos anteriores y minimizando la gravedad de lo que ocurre.
También pregonan que el país está mejor que antes pues en anteriores administraciones las mismas fuerzas de seguridad pública estuvieron involucradas en eventos de desaparición, como el de los cuarenta y tres de Ayotzinapa, y otros, pero el hecho es que a las víctimas de las desapariciones y a sus familias solo les importan los terribles efectos y la falta de justicia, independientemente de si las autoridades tuvieron una participación activa en el crimen, o pasiva, al no hacer nada para evitarlo.
Para acabar con las desapariciones y asesinatos de todos los días, las justificaciones no sirven de nada, solo cabe esperar que la próxima administración, que será electa en el 2024, implemente un programa estratégico real que permita combatir de manera ordenada, eficiente y real la criminalidad en el país, trabajando en las causas, pero también conteniendo las terribles consecuencias que estamos viviendo ahora y que no se van a ir a base de discursos y de mirar para otro lado.
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