Los últimos tiempos en México se han visto ensombrecidos por hechos de violencia terribles, irracionales, incomprensibles y al parecer inevitables. Hechos que convierten a nuestro país en un lugar peligroso para vivir.
Se da a conocer el video de una mujer apuñalada en plena vía pública en León. Al poco tiempo se conoce el caso de una encargada de una carnicería en Cajeme, Sonora, que es muerta a tiros por un hombre con el que había discutido con anterioridad por el acoso que este realizaba a una de las empleadas.
Se conocen dos muertes de niñas por balas perdidas, una en Chalco y la otra en Monterrey. Cinco jóvenes desaparecen en Lagos de Moreno, Jalisco. Un hombre proveniente de la India es asesinado para robarle en la Ciudad de México.
Estos son solo algunos de los hechos de violencia ocurridos en los últimos días, partes de una ola aparentemente incontenible de criminalidad que se extiende por el territorio nacional.
Las causas son diversas y podemos encontrarlas en el pasado del país, pero también en el presente. La desigualdad económica, las deficiencias en la educación, el desempleo, la discriminación, la falta de control en la posesión de armas, la cultura del narcotráfico, la ignorancia fomentada por los grupos de poder, son solo algunos de los detonadores de violencia que se encuentran arraigados en la sociedad mexicana.
Pero no es posible ni productivo culpar al pasado por lo que se vive hoy. Si bien los problemas se vienen arrastrando desde hace un largo tiempo y fueron exacerbados por la actuación corrupta e irresponsable de las administraciones anteriores, no es menos cierto que el gobierno actual no ha sido capaz de combatir la criminalidad con eficacia.
Debe reconocerse la buena intención en el combate a la corrupción, así como la mejora en varios campos de la vida pública del país, con una orientación hacia el bienestar del pueblo, especialmente de los sectores más desprotegidos.
Pero a pesar de lo anteriormente mencionado, existen temas en los que el gobierno no ha sido eficaz. Uno de ellos, que es de importancia capital para permitir el desarrollo armónico de una nación, es precisamente el tema de la seguridad.
La creación y operación de la denominada guardia nacional para el combate a la actividad delictiva no ha sido exitosa en ese propósito y hay extensas regiones del territorio nacional dominadas por los grupos criminales.
Los programas sociales han sido insuficientes para una transformación de la sociedad, y las deficiencias del sistema de educación se han perpetuado o incluso agravado, haciendo que no existan perspectivas muy alentadoras para el futuro cercano del país.
Tampoco se ha trabajado en la salud mental de la población, de forma que nos encontramos cada vez más con personas en un estado de alteración tal que son capaces de actuar con una violencia inusitada con provocación o sin ella.
No existen cuerpos de policía eficientes y confiables, ni federales, ni estatales, ni municipales. de modo que los ciudadanos temen solicitar su ayuda. Su presencia provoca miedo en lugar de dar tranquilidad.
El combate a la inseguridad requiere de eficiencia administrativa, buena organización y trabajo en varios frentes de forma simultánea. Los gobiernos a cargo deben asimilar eso y actuar, no mirar hacia otro lado ni repartir culpas a los que estuvieron antes.
Si se quiere ver un cambio verdadero se debe asumir la responsabilidad por el aquí y el ahora. Eso es lo que el país y la sociedad necesitan.
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